El caso de la mujer que fue excluida de su hogar acusada de maltratar a su esposo y a su hijo tomó ribetes insospechados. La mujer que habría atentado física y moralmente contra su familia está esperando un trasplante de pulmón con urgencia y la víctima fue detenido en agosto del 98 por tenencia ilegal de armas -algunas de guerra- en su domicilio de Génova al 2500, tal cual consta en las crónicas de la época. La policía buscaba al hombre por robo, y descubrió un "verdadero arsenal". Según la mujer, el hijo de ambos -a quien el juez dejó con su padre- sabe "armar y desarmar" armas de fuego.
Los nuevos detalles de la historia se conocieron ayer, cuando la acusada volvió a su casa (según dijo, por decisión judicial), donde quedó a la espera del retorno de su hijo de 9 años, quien se encuentra momentáneamente viviendo con el padre.
La Capital publicó anteayer el contenido de la resolución del juez Ricardo Dutto, miembro del Tribunal Colegiado de Familia Nº5, quien ordenó excluir de su casa a la mujer, de 33 años, acusada de agredir a su esposo, de 28 años. Durante la feria, el hombre se presentó en los Tribunales provinciales de Rosario asegurando que era víctima de agresiones por parte de su pareja. El magistrado manifestó anteayer que durante una audiencia "el hombre dijo que su esposa lo insultaba, lo agredía, lo golpeaba y lo torturaba".
Identidad autorrevelada
Si bien Dutto no reveló los nombres de los involucrados, fue la misma mujer la que develó su identidad, acreditada además por los numerosos vecinos que hablaron con La Capital, primero telefónicamente y luego frente a los grabadores, cuando recibieron a la mujer que volvía a su domicilio desde los Tribunales.
Se trata de Silvia Vila, cuyas declaraciones a este diario no coinciden con las que su esposo, Silvio Ojeda, habría hecho a la Justicia. "¿Cómo le voy a pegar si estoy enferma de fibrosis pulmonar y esperando un trasplante de este órgano con urgencia?", se preguntó Silvia. A lo que los vecinos asintieron: "Camina dos pasos y se agita".
Con una absoluta tranquilidad y por momentos emocionada, la mujer relató su versión: "Mi marido, con quien estoy casada legalmente hace 10 años, se fue de casa el 5 de enero. Ya tenía todo organizado para borrarse -contó-. El 29 de enero pasado me llamó el padre y me pidió de ver a nuestro hijo. Ese día se lo llevó y después me enteré de todo por la citación del juez, que aquel día no me quiso escuchar".
Silvia se desayunó con que había sido acusada de maltratar a su esposo y a su hijo en el hospital mientras estaba siendo atendida por su enfermedad "en fase terminal". Su médica de cabecera del Hospital de Emergencias Clemente Alvarez, Silvina Mannarino, confirmó ayer a La Capital que la mujer comenzó los trámites para lograr un trasplante de pulmón.
Si bien Silvia se paralizó cuando se enteró de la denuncia, la noticia no le sorprendió. "Puede llegar a hacer cualquier cosa. Es una persona muy agresiva", sostuvo la mujer, quien no olvidó los reiterados golpes que le propiciaba Ojeda: "Más de una vez me pegó y me tiró toda la ropa a la calle". Silvia no olvidó tampoco que vive "gracias a la ayuda de los vecinos y de la iglesia de la zona".
El trabajo de la "víctima"
"Mi marido tiene título de electricista, pero se dedica a reparar armas", disparó Silvia. En ese momento interrumpió Cintia, de 16 años, hija de la primera pareja de la mujer: "Es traficante de armas", afirmó mientras su madre asentía con la cabeza.
Más allá de las acusaciones de las mujeres, lo cierto es que La Capital publicó, el 6 de agosto de 1998, la noticia de un procedimiento policial que tuvo como protagonista a Ojeda: "Hallan un miniarsenal en una vivienda de zona norte", titulaba este diario en aquel momento. El artículo da cuenta de que "dos peligrosos delincuentes" habían sido detenidos en una vivienda de "Génova al 2500" por personal de la Brigada de Investigaciones de la Unidad Regional II, y que "en su poder se halló un verdadero arsenal compuesto de ametralladoras, escopetas, carabinas, revólveres y cuchillos, además de numerosos proyectiles".
En esa nota se identifica a los apresados con los nombres de Silvio Walter Ojeda, de 26 años, y su hermano Cristián Luis, de 23. "La policía venía buscando a ambos hombres como los presuntos autores de una serie de robos realizados en perjuicio de Víctor Hugo Aymo", revelaba el artículo. Ayer trascendió que ese hombre —quien había acusado de robo a los hermanos Ojeda— es el esposo de la madre de ambos. Aymo vive al lado de Silvia Vila.
"Siempre tuve miedo que las amistades de mi marido le pongan un revólver en la cabeza a alguien, porque eran muy pesadas. Entraba cada uno a esta casa", contó Silvia. La mujer contó que aguantó estos años porque no "quería que el chico (por el hijo de ambos) viera a su padre en la cárcel. Hacía todo lo posible para que no sufriera". Silvia aseguró que las armas "formaban parte del paisaje cotidiano" de la casa. "Eran como cualquier adorno", agregó. Es más, confesó que su hijo "sabe armar y desarmar un arma".
Luego contó que su matrimonio "siempre fue problemático", pero admitió que nunca se imaginó que iba a terminar así. Confesó estar tranquila a pesar de todo, y que "nunca volvería" a vivir con su esposo.
Esperando la vuelta del niño
Apenas bajó ayer del auto en el cual volvió de Tribunales, Silvia expresó: "No me dejan en la calle". Las palabras de alivio se mezclaron con el llanto y los abrazos de los vecinos. En su mano traía una resolución preventiva por la cual se disponía su retorno al hogar.
"La Justicia determinó que me puedo quedar en casa", afirmaba sonriente Silvia. Ahora, la mujer espera la resolución definitiva del Juzgado que le permita a su hijo volver a la casa. "Lo único que quiero es que regrese mi nene. Una batalla ya la tengo ganada", expresó la presunta agresora.
Al finalizar la charla, Silvia deslizó: "Ahora tengo que esperar tranquila un donante o un subsidio para poder viajar a Buenos Aires a hacerme el trasplante". Con un gesto de esperanza, anheló: "Tengo que ponerme bien para disfrutar de mis hijos".
Las averiguaciones de La Capital no terminaron en la charla con Silvia y sus vecinos, ni en una búsqueda de archivo. La "agresora" reveló que su marido y su hijo estaban viviendo en la casa del padre de Silvio, Luis Clementino. Durante toda la jornada, se intentó hablar telefónicamente con la presunta víctima. Incluso, una periodista de este medio fue personalmente hasta la casa. El padre afirmó que Silvio "no quiere hablar".
Los intentos de profundizar el tema llevaron también a contactar al juez Dutto, quien aclaró que ya había dicho "todo lo que había por decir". Los teléfonos de la jueza de instrucción que en 1998 ordenó allanar la casa de Ojeda sonaron en reiteradas oportunidades. Quizás hoy alguien tenga algo más para decir.