Año CXXXIV
 Nº 49.014
Rosario,
miércoles  31 de
enero de 2001
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Los conflictos y la despareja calidad artística dominaron el Festival
Cosquín: demasiada desidia y pocos logros
Peleas, una programación desequilibrada y pocas ofertas calificadas afectaron al encuentro cordobés

U.G. Mauro

Poco de lo visto en el escenario principal de Cosquín este año reunió la calidad o la jerarquía digna del más famoso festival del país, que sigue, no obstante renovándose en figuras y propuestas de calidad pero por afuera de sí mismo, es decir en las peñas y otros escenarios alternativos.
La idea de dividir la programación en bloques temáticos no fue mala en sí y tampoco lo fue el apoyo ofrecido a la danza, aprovechando a pleno el nuevo escenario, pero fue evidente muchas veces que estos criterios fueron la excusa para ahorra tiempo televisivo y cumplir con compromisos que diluyeron en ciertos amontonamientos de artistas, la falta de jerarquía y lo arcaico de algunos números.
Hubo importantes excepciones, pero muchos artistas mostraron productos de poco nivel o muy trillados, con repertorios vetustos y poco ensayados y en un par de casos sin asumir que al menos en el plano vocal, y como dice el tango, "esos platos fuertes no son para vos".
Hay para con algunos buenos artistas algunos atenuantes. Lo hecho con respeto y jerarquía parece no importar mucho a los organizadores. Estos, en aras del dinero y de la TV sacrifican lo que sea, cortando actuaciones o perdiendo el mínimo sentido pedagógico que deberían tener, como cuando impidieron "por razones de programación" y demostrando que se les escapa la tortuga, el acceso al escenario en horario central de un mito viviente del folclore como Mercedes Strickler, la protagonista del chamamé "Merceditas", con sus 84 años. Así muchos artistas no dispusieron del escenario para ensayar ni pudieron probar sonido.
Pero no todo es perdonable. Antonio Tarragó Ros no podía cantar y su compañera Teresa Parodi, la única con cosas propias y nuevas, no lo podía acompañar; Los Manseros Santiagueños no debían subir a escena con guitarras desafinadas pero lo hicieron; Alfredo Abalos no debió coordinar por teléfono el minirrecital que iba a ofrecer con la Chacarerata Santiagueña ni desafinar como lo hizo, Ariel Ramírez no debió apostar a Marcela Morelo para acompañarlo, y Los Tekis no debieron disfrazar con charangos y quenas canciones que no llegan ni al buen pop; Daniel Altamirano no puede componer boleros y pretender representar con eso y su desgastada voz al canto cuyano.
Lo mejor del festival en danza fue lo de Maximiliano Guerra, seguido por las distintas propuestas de Juan, Koki y Pajarín Saavedra y en lo musical lo más destacable llegó de la mano de Suma Paz -pese al irrespetuoso corte de su actuación-, Eduardo Falú con la Orquesta de Córdoba y León Gieco junto a Víctor Heredia. También sumaron puntos para el festival figuras consulares como don Sixto Palavecino, el Dúo Coplanacu, la propuesta de La Rioja con Kike Alamo, Pica Juárez y el Grupo Vocal Norte.
También fueron reconocidas las actuaciones de Mariano Mores, Opus Cuatro junto al Coro Henderson, Jaime Torres -quien no obstante obstruyó la actuación individual de Tomás Lipán, quizás la mejor voz de este encuentro-, la puesta de Landriscina con artistas del Litoral entre quienes actuó el Consagración Mariano Fretes.
Más adelante sobresalió la propuesta tradicional y carpera del Chaqueño Palavecino, lo hecho por Lito Vitale junto a Juan Carlos Baglietto, la actuación de Peteco Carabajal, la sobria, tradicional y aplaudida presentación de Orlando Vera Cruz junto al entrerriano don Víctor Velázquez y, por último, el vibrante recital de Soledad.
Párrafo aparte merecen los recitales de la peruana Eva Ayllón, los uruguayos de la murga Contrafarsa y los cubanos del grupo vocal Linea Tope por su gran calidad interpretativa, su originalidad y su profesionalidad en las puestas.
Las "desinteligencias" entre los organizadores, el negocio y la desidia que amenazan a Cosquín no pueden matarlo pero sí ir secándolo, si no se da lugar nuevamente a la vigencia de un par de principios fundacionales de este festival.



Falú fue uno de los pocos que apuntó a un folclore hecho con jerarquía.
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