Año CXXXIV
 Nº 49.012
Rosario,
lunes  29 de
enero de 2001
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Un romance peligroso

"En un momento tuve que parar de filmar porque era un poco enloquecedor", aseguró Martel cuando recordó cómo surgió en ella la necesidad de filmar. "Creo que es una deuda total que tengo con la rama materna de mi familia. Son mujeres que cuentan muchos cuentos y tienen mucha tradición oral sobre historias de familia, y eso lo absorbí durante toda mi infancia".
Martel, que tiene 34 años, recordó que tenía 17 años cuando su padre compró una cámara de video: "Filmé mucho en mi casa, a mis hermanos, a mis viejos. Era de filmar todo el tiempo, te diría molestamente a la familia, porque estaba todo el día con la cámara. A veces la ponía quieta en un lugar, la encendía y filmaba horas, y después veía eso... realmente era la vida familiar... Supongo que como somos siete hermanos, eso hacía que hubiera muchos personajes".
"Eso fue definitivo -explicó-. Empecé a hacerlo cada vez más, pero en un momento tuve que parar porque era un poco... enloquecedor. Una vez fuimos a Tucumán a escalar un cerro. Yo soy asmática y me costaba muchísimo trepar con la cámara. Cuando llegó la noche, me dolía la cabeza porque no había podido respirar en todo el día. Vi lo que había hecho y dije: «¡Estoy loca, me lo pasé mirando por la
cámara, y no hice nada de lo que hicieron los otros!». Ahí aflojé.
Hoy, cuando voy de vacaciones, no llevo ni cámara de fotos. De eso me curé".


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