Especial para La Capital
Porto Alegre. - Anselmo Ferreyra es un indio misionero de las ruinas jesuíticas de San Miguel que migró al estado brasileño de Río Grande Do Sul hace cuatro meses. Se encuentra con su extensa familia (o "pequeña comunidad", como él la llama en guaraní) en Porto Alegre, a fin de participar en el Foro Social Mundial (FSM), la multitudinaria reunión antiglobalización que se celebra aquí simultáneamente con la cumbre de Davos, de la que pretende ser contrafigura.
Ferreyra adelanta que él y su gente piensan quedarse aquí, ya que el gobierno local les ha concedido tierras fiscales. Los gobiernos del estado y de la ciudad, ambos en manos del Partido de los Trabajadores (PT) esperaban que afluyesen a Porto Alegre para participar en el FSM unos cuatro mil delegados, pero la cantidad de visitantes resultó tres veces mayor, haciendo casi imposible conseguir alguna habitación de hotel.
La Plaza de la Harmonía -sitio donde acampan buena parte de los delegados- hace honor a su nombre. Un joven negro golpea con un palito la cuerda del berimbau y lo repica contra el zapallo que forma parte del instrumento. Canta canciones picarescas en medio de una larga docena de niños indios y adolescentes rubios que lo acompañan tañendo otros instrumentos semejantes y haciéndole coros. Cada tanto, el joven negro deja el instrumento y se pone a bailar capoeira en medio del círculo. Niños que a todas luces viven en la calle y bonitas muchachas de clase media forman pareja con él. A cincuenta metros, sentados en semicírculo, unos cuarenta militantes del PT realizan una asamblea. Un joven rubio, fogoso orador, enfatiza que es necesario crear un movimiento masivo de jóvenes anticapitalistas. Un hombre mayor propone organizar una gran marcha que vaya desde el parque a la sede de la Pontificia Universidad Católica (donde se celebran las principales actividades del FSM) cuando se clausure el encuentro.
Un clima de integración
Se respira un clima de integración que es imposible imaginar en las ciudades argentinas -incluso en las gobernadas por la izquierda, como Rosario. La presencia de Ferreyra y su gente en el centro de la ciudad, resulta obvio, se produce en el seno de una sociedad cuyo gobierno democrático fomenta la integración de los ciudadanos de origen autóctono, africano y europeo, entre los que predominan los nórdicos y rubios. La situación inversa a la narrada por Ferreyra es difícil de imaginar: que a indígenas guaraníes de nacionalidad paraguaya o brasileña gobernantes argentinos les concediesen tierras fiscales para vivir y se preocupasen por conseguir su integración social.
\"La biodiversidad de la especie humana es nuestra mayor riqueza. Cada vez que se pierde una lengua, se pierde una memoria histórica, las prácticas sociales de un pueblo, sus sueños, se empobrece la especie", tronó Manuel Monereo, miembro del secretariado de la Izquierda Unida de España y responsable de su programa político. Monereo, de 50 años, un rubicundo y grueso andaluz de porte vikingo y tez rosada que proviene del viejo Partido Comunista Español, sorprendió a todos al proclamar que "el socialismo es mundial o no será, y en esto (León) Trotsky llevaba la razón" y proponer el inicio de la construcción de un nuevo partido internacionalista que enfrente a la globalización capitalista y que comience por coordinar las protestas contra ella. Para el español, lejos de los moldes rígidos, sectarios y excluyentes de la Segunda y Tercera Internacional (socialista y comunista, respectivamente), el nuevo partido debe ser, tal como la Primera Internacional fundada por Marx (que contenía en su seno a los anarquistas) más que tal, "un movimiento" que pueda contener las luchas hoy dispersas. Monereo fue recompensado con una cerrada ovación al participar de un panel acerca de "¿Cómo democratizar el poder mundial?", junto a la directora de la organización norteamericana Global Exchange, Kirsten Maller, el sociólogo Aníbal Quijano (Perú), el argentino Atilio Borón y el brasileño Fábio Konder Comparato.
\Comparato propuso como objetivos a mediano plazo de aquél movimiento mundial en ciernes la subordinación del FMI y el Banco Mundial a las Naciones Unidas y la democratización de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Todos los exponentes coincidieron en que, al menos por el momento, es necesario democratizar y robustecer a los estados nacionales.
\Los gaúchos brasileños son al mismo tiempo muy parecidos y muy distintos a los rioplatenses. Aunque toman mate en grandes porongos y bailan malambo, sus ropas son multicolores y al danzar no sólo los gauchos lucen sus bombachas: también las chinas muestran sus níveos calzones. Otra diferencia es que aquí nadie le recuerda a Anselmo Ferreyra que es extranjero. Es más: a nadie parece importarle.