Tardecita. 30 grados. ¿Quién se resistiría a tomar una cerveza bien helada? Parece que muchos rosarinos no se niegan: el año pasado se consumieron en la ciudad 35 millones de litros de cerveza, o sea, que se ingirieron 35 litros de esta bebida por persona. Claro que este dato resulta insignificante si se compara con los 131 litros que toman los alemanes. Sin embargo, los empresarios del rubro estiman que en el país, en los próximos seis años, el consumo puede alcanzar los 45 litros per cápita. A la hora de elegir, el porrón (un litro) mantiene su indiscutible liderazgo; aunque la lata va ganando adeptos cada vez más fieles. Los más entendidos revelan que "el chopp no es más livianos que la cerveza clásica, es más un mito que otra cosa".
Cuando la garganta empieza a secarse, los cuerpos a acalorarse y las publicidades invitan a los rosarinos a tomar una "deliciosa y refrescante" birra, la cita se hace inevitable. "La venta de cerveza presenta una curva estacionaria en el transcurso del año. El período de menos distribución es junio-julio y el mes de mayor consumo es diciembre, con una venta del 14 por ciento del total", aseguró el gerente de la distribuidora de Brahma en Santa Fe, Francisco Lourido.
Para el gerente de la Cámara de la Industria Cervecera Argentina, Antonio Fovakis, "el consumo no aumentó ni disminuyó el año pasado en relación con el 99", sino que se registró "una baja importante en el 98". Con respecto a la proyección de consumo que hacen los empresarios cerveceros, Fovakis aseguró que "se espera un incremento porque en el resto del mundo se toma mucho más que en la Argentina, entonces los comerciantes extranjeros que invierten en este país dicen que hay mucho por hacer".
Clásica, negra, prémium (contiene ciento por ciento de malta de cebada) y light: las variedades fueron aumentando con el correr de los años y de acuerdo a la demanda de los consumidores. Las marcas nacionales ofrecen estas variedades; sin embargo, aquellos expertos en el rubro y en la degustación cervecera pueden deleitarse con estas bebidas importadas, que ya comienzan a insertarse en el mercado local.
"Las cervezas rubias están fabricadas con la malta de cebada tipo pilsen, mientras que las negras (Bock) tienen entre sus componentes malta tostada, por eso es oscura", explicó el dueño del pub irlandés O'Connell's, Rodrigo Pastor. El especialista detalló que "el sabor de las nacionales es bastante similar, y que sea más o menos liviana depende de muchos factores de fabricación de cada empresa".
El mito del chopp
Los entendidos en el tema se encargaron de defenestrar el mito que dice que el liso o el balón son más livianos que las cervezas clásicas. "¿Por qué tienen que ser más suaves, porque salgan de un barril?", se preguntó Fovakis. Pastor, en tanto, subrayó: "Mucha gente cree que son menos fuertes, pero eso es más un mito que otra cosa".
Aunque el rey sigue siendo el envase de litro, la lata -tanto de 350 centímetros cúbicos como la de medio litro- está "tomando protagonismo", según manifestó Lourido. "El porrón es el ideal de los jóvenes porque es barato y tiene más cantidad que los demás envases", sostuvo el comerciante, quien agregó que "la lata se enfría más rápido y tiene una capacidad de líquido que deja satisfecho al bebedor".
De a poco, la cerveza se fue introduciendo en las mesas familiares de los argentinos y en algunos casos reemplazó al vino. Lo cierto es que en 1979 se bebían más de 76 litros de vinos anuales por persona y ahora apenas pasa los 40. Sin embargo, Fovakis opinó: "Son mercados independientes. El que consume cerveza también ingiere vino y champagne, pero opta por una u otra bebida en determinadas ocasiones".
Los expertos estiman que dentro de seis años el consumo per cápita será de 45 litros anuales. Y parece que los rosarinos están siguiendo los pronósticos al pie de la letra: muy pocos se resisten a la tentación de beber una cerveza bien helada.