Silvia Carafa
Miguel Torres. - Un grupo de artesanas de esta localidad logró que su trabajo sea reconocido a nivel internacional, ya que las lanas que procesan en forma natural fueron la materia prima utilizada para confeccionar corbatas que se obsequiaron en la inauguración de un moderno centro de compras a 30 kilómetros de París. Una diseñadora rosarina, Graciela Vrech, fue el nexo entre un grupo de arquitectos parisinos y el trabajo del Centro Artesanal Lanas Hiladas a Mano de esta pequeña población del sur santafesino ubicada a diez kilómetros de Firmat. "Me encargaron diseñar el obsequio para quienes trabajaron en la construcción de uno de los shopping más grandes del mundo, explicó Vrech, mientras las tejedoras disfrutan aún la noticia de que sus lanas hayan sido valoradas en Europa. El proyecto encargado a Vrech era preciso: diseñar un obsequio personal para la plana mayor de los arquitectos que había participado en la obra. "Eran todos hombres y se me ocurrió hacer corbatas, pero era improbable que pudiera competir con las sedas francesas y los grandes modistos internacionales, y pensé en una materia prima que identificara a la Argentina. Una vez decidida por el tejido artesanal para confeccionar las corbatas, la diseñadora recorrió sus contactos y optó por la lana que cardan a mano las mujeres del centro artesanal de Miguel Torres. Las muestras comenzaron a llegar a Rosario mientras Vrech fatigaba talleres de telares para dar con quien pudiera elaborar la trama apropiada y confeccionar las corbatas. A partir de ubicar a una tejedora de Buenos Aires, comenzó la delicada tarea de lograr la textura deseada, el diseño del logo del centro comercial y la posterior confección de las cajas para la presentación de las corbatas. "Quedaron hermosas", relatan al unísono las tejedoras. Vrech viajó a París con la carga y recibió los primeros elogios a la capacidad y calidad del trabajo de las artesanas santafesinas. "Quedaron encantados, todos estrenaron las corbatas en la inauguración del shopping", relató la diseñadora. Además, dijo que la experiencia fue tan buena que dejó la expectativa de abrir un mercado para accesorios confeccionados con lanas hiladas a mano como chalinas y echarpes. "El proyecto les interesó, por lo que nos pondremos a trabajar para tratar de darle forma", aseguraron. En 1995, La Capital visitó el centro artesanal de Miguel Torres; un lugar pequeño y cálido, poblado de madejas, ruecas y prendas tejidas a mano. Aquella vez las mujeres manifestaron una aspiración de máxima: "¿Por qué no llegar a otros países con nuestras lanas vírgenes?". A veces los sueños se cumplen.
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