A partir de la saga de James Bond y de las novelas de Graham Greene, el mundo de los espías aparece rodeado de circunstancias fabulosas: intrigas que deciden la suerte de la humanidad, mujeres de belleza deslumbrante, aparatos de seguridad que remiten al género de la ficción científica. Nada más alejado de la realidad, y sobre todo de las versiones nacionales, según advierte el periodista Jorge Boimvaser, autor de "Los sospechosos de siempre" (Planeta), libro que se propone como "una historia del espionaje en la Argentina". Boimvaser (Buenos Aires, 1942) advierte de entrada que "en la Argentina no va a encontrar ninguna de esas grandes historias de espionaje. Pero ésta es una historia real. Si se toman otros servicios internacionales, como la CIA o el Mossad, cada uno tiene una hazaña o un operativo que lo marcó a gran escala". Ese déficit se explica "porque acá el espionaje es una cosa de cabotaje. Los militares los usaron para marcar gente y para matar y la democracia lo utiliza como caja chica de sus aspiraciones políticas. Entonces no se puede concretar una gran operación de espionaje, como la obsesión que tenía Menem de conseguir a Gorriarán Merlo. A Gorriarán lo traen por izquierda de México, lo levantan, le dan 100 mil dólares a la policía de México y lo traen". El año pasado Boimvaser publicó "A brillar mi amor", un libro sobre Los Redonditos de Ricota. Por eso, tal vez, no extraña tanto que para abordar el tema de oscuros personajes como los de la Secretaría de Inteligencia del Estado utilice fragmentos de canciones del grupo del Indio Solari o de Dire Straits. "Yo vengo del rock -asegura-. Dejé de hacer rock para hacer periodismo. El rock lo sigo llevando en el alma; el libro anterior mío es sobre los Redondos. La idea mía es ahora hacer literatura y hacer rock". En el periodismo, Boimvaser ha colaborado con medios vinculados con servicios de inteligencia, como El Informador Público, El Otro o Usted y la información. Al respecto, asegura "estar cansado" de que le pregunten si integró servicios de inteligencia y afirma que la refutación de esas versiones se encuentra en su propio libro, "porque si fuera parte de la Side tendría que ir preso, por la documentación que revelo". "En "La historia secreta de El Informador Público", que es mi primer libro -dice-, yo cuento que la guita para hacer ese periódico la puso la Ucedé. Lo que hago en este libro -el que se da cuenta que se dé cuenta y el que no, al carajo-, es lo siguiente: en el apéndice documental extracto una parte de la ley secreta Side, que tiene 112 páginas y donde está claramente especificado que la persona que haya tenido vinculación directa o indirecta con algún organismo de inteligencia, con o sin relación de dependencia, y que da a conocer un material de estos comete un delito federal. Quiere decir que si yo pertenecí alguna vez a una estructura de la Side tengo que ir preso". -¿Cuáles son las "cuestiones inéditas" que aborda el libro, según se dice en el prólogo? -No están algunas cosas que ya se conocen, como por ejemplo la historia de Aníbal Gordon. Hay que tener en cuenta una cosa: en todos las grandes dirigencias la información se documenta y se archiva; en Estados Unidos recién ahora, después de casi 30 años, se van a revelar los documentos del caso Kennedy. En Argentina no hay documento de nada. Si yo no alcanzo a hablar y a conectar que trabajaron en la Side en los años 50, 60 y a principios de los 70 y que ahora están jubilados, estas historias que cuento en el libro se pierden para siempre. Por ejemplo la de "La casa Rusia", que es un momento en el cual la Side (Secretaría de Inteligencia del Estado) descubre por casualidad a un espía ruso, lo atrapa y no sabe qué hacer con él, porque eran épocas en las cuales había menos intercambio entre los grupos de espionaje. Y la CIA lo único que enseñaba a la gente del Ejército, ni siquiera a la Side, era torturar, como bien muestra una película de Costa-Gavras. -¿Cuáles son sus fuentes? -No puedo decir con quién recreé la historia de los años 70. Lo actual me cuesta mucho menos porque se puede corroborar por un montón de lados. Que Anzorreguy le dejó 12 millones de dólares a Santibañes y que Santibañes los usó para el Senado es algo que si Liporace quiere lo puede probar. Pero antes me aseguré que cinco personas distintas me lo confirmaran. Lo que no pude hacer con historias de cuarenta años atrás. Yo lo que quiero rescatar es esto: si yo no hablaba con alguno de los personajes que las vivieron estas historias se perdían para siempre. -¿Entonces las fuentes son orales? -Sí, sí. Hay mucha documentación. Vos me podés decir cómo sé que esa historia de los años 70 sobre "La casa Rusia" es cierta. Yo no lo puedo corroborar con documentación. Pero te das cuenta que si yo conseguí tanta documentación inédita sobre la Side, yo al tema lo laburé a fondo. -¿El libro está centrado en la Side? -Es fundamentalmente la Side. -Pero el espionaje en la Argentina no se agota en la Side. -No, pero todo se maneja a partir de la Side. Hay cosas del espionaje naval y del Ejército. La diferencia que hay en las Fuerzas Armadas es que, salvo excepciones, no sirvió para nada. En la Side tampoco sirvió para nada. Porque cuando una vez gente de inteligencia le dijo a Galtieri que era una locura pensar que los ingleses no iban a poder desembarcar en Malvinas, Galtieri casi los mata. -También aborda cuestiones de la política santafesina. -Sí. Creo que si hay un personaje siniestro dentro de la historia de los servicios de inteligencia es (Luis) Sobrino Aranda. Estuvo con el proyecto político de Massera y cuando se dio cuenta que no caminaba, que la Side le hacía un boicot detrás, terminó traicionando a la gente que le pagaba. Después le dijo a Luis Rubeo que iba a ser gobernador de Santa Fe, a Marta Rubeo que iba a hacer no sé qué otra cosa... -¿A qué se dedica la Side ahora? -En primer lugar, a recomponer el desastre que dejó Santibañes, tratando de que ingrese alguna gente. Un problema básico es Ciudad del Este, no tanto por el terrorismo -los terroristas ahora están en la isla Margarita- sino por el contrabando y el lavado de dinero. Santibañes levantó la base en Ciudad del Este. Becerra está tratando de no tener una exposición mediática tan alta y de no robar: uno de los motivos por lo que lo pone De la Rúa a Santibañes es por la ingenuidad de pensar que si tenía una fortuna no iba a meter la mano en la caja. La primera maniobra que hace Santibañes es comprar una flota de 40 automóviles 0 km a una sola concesionaria y con precio sobrevaluado.
| De Santibanes dejó la Side en medio de un escándalo. | | Ampliar Foto | | |
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