Oraciones a todos los santos, pedidos de ayuda y supersticiones varias abundan en la red, junto a mensajes personales y el último mejor chiste que se conoció: el escritor norteamericano Ray Bradbury dijo hace poco que la inmensa mayoría de los mensajes de la red son chusmeríos, pese a que el sistema fue creado para la comunidad científica y aceleró la comunicación en todos los sentidos. El año pasado hubo una campaña para donar un corazón para un niño, Brian, supuestamente internado en el hospital Garrahan. Brian no existía, pero su caso conmovió a los usuarios tanto como el de Jorgelina, que era real, pero que no se pudo llegar a tiempo. A diario se pueden encontrar en las casillas pedidos de donaciones de sangre, ayuda, oraciones que si no se multiplican devendrán en graves desgracias y brutales maldiciones. Todo eso pulula entre fotografías pornográficas y protestas contra el precio del peaje o el valor de la tarifa telefónica para los usuarios de la red. Además, el correo electrónico es una especie de vidriera donde se ofrecen productos de diversas especies junto a servicios que prometen descuentos y ventajas a quienes multipliquen sus mensajes. Y por supuesto, siempre está presente la denuncia, con o sin fundamento. Sin ir más lejos, hace poco se hizo una cadena que terminó desprestigiando a una bebida gaseosa, en vez de acabar en todo caso con el hábito de tomar de la botella, y que decía que la gente caía muerta en el acto luego de tomar un trago porque los envases estaban contaminados. La especie se apoyaba en el extraño nombre de una enfermedad, la lectospirosis, que en realidad es una bacteria común que uno puede ingerir de cualquier otra manera y que para ser mortal, requeriría que uno tragara por toneladas.
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