"Todavía falta más de un mes para empezar las clases y mis hijos están todo el día sin hacer nada", comenta uno de los tantos padres que desesperan en esta época del año. Pero inmediatamente reacciona: "Un verano divertido no significa no usar la mente..., y no siempre es necesario el dinero”. El truco: convertir el aprendizaje en juego. Aquí va un menú de diez juegos para aquellos que buscan entretener a sus hijos y no saben cómo: * Desafíe a su hijo a que encuentre letras del abecedario en objetos cotidianos como las señales de las calles, los diarios o las etiquetas de distintos productos. "¿Cuántas A podés encontrar?", pregúntele a su hijo para que ejercite su capacidad de contar. * Pídale a un hijo mayor que practique matemática usando los tickets del supermercado para calcular el precio final que aparece en la lista de compras. Desafíe al niño a que adivine el peso de las frutas y verduras antes de leerlo en la balanza y a que compute el cambio correcto en la caja. * Cualquier cosa que su hijo lea cada día —incluso las historietas, los comics o chistes— sirve para entrenarse con vistas al año escolar. Un bibliotecario puede ayudar a su niño a buscar libros de cualquier tema, desde fútbol hasta las mariposas, huracanes o sobre su ídolo. Lo importante es que el chico elija el tema del libro y de esta manera no le parecerá la tarea de la escuela. * Escribir una carta por semana a un amigo por correspondencia o por Internet no le parecerá a su hijo una tarea, sobre todo si el contenido queda estrictamente privado. * Una opción para los más grandes es probar con los crucigramas o las palabras cruzadas para desafiar la ortografía y enriquecer el vocabulario. * Pídales a los niños que pinten su nombre con agua sobre la vereda caliente y luego, mirar a las letras desaparecer. Para introducir disimuladamente un poco de ciencias, haga que sus hijos adivinen cuánto tiempo tardan las pisadas húmedas en evaporarse, y luego mida el tiempo. Otra posibilidad es desafiarlos a que arriesguen el tiempo que tardan los cubitos en derretirse. * Dejar caer ciertos objetos en un balde de agua para ver si se hunden o permanecen a flote es otra de las alternativas. Pídales a sus hijos que documenten sus cálculos y los resultados, y premie a los "participantes" con un helado. * Para seguir con los ejercicios de ciencias, busque dos plantas similares. Pídale a su hijo que riegue sólo una de ellas, durante dos semanas y que las observe cada día. Hable de los resultados y pídale a su hijo que lo explique en un “informe” y que presente el experimento al resto de la familia. * Ayude a su hijo a elaborar su propio libro de cuentos. Hagan dibujos graciosos o peguen fotos de familiares o ilustraciones ridículas de revistas. Los más chicos pueden dictar la historia, mientras que los más grandes pueden escribirla por su cuenta. * Pídale a su hijo que busque en el diccionario palabras que desconoce. Haga que escriban el significado que les parezca a ellos, y que luego controlen el verdadero. Se requiere tiempo libre, pero poco dinero. Estas son algunas ideas que pueden ponerse en práctica en el verano, pero hay muchas que los padres pueden descubrir con un poco de imaginación. La consigna es jugar aprendiendo y anticiparse al año lectivo que va a comenzar.
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