El francés Jacques-Henri Lartigue (1894-1984) tomó su primera fotografía en 1900, a los 6 años, y fue considerado un niño prodigio, capaz de producir imágenes fascinantes, desde los 7 años.
En general, esas fotografías tempranas retrataban a su familia, sus amigos y los eventos que rodeaban su universo social hasta los años de la Primera Guerra Mundial. Pero al pequeño Lartigue aquello que lo fascinaba era el movimiento y su meta era registrar el momento con la misma rapidez con que pasaba. Fue un amateur dotado con un especial sentido de la creación y un particular genio para las formas, que rápidamente se insertó en la historia de la fotografía.
Sin embargo, recién fue redescubierto en los años 70, a partir de la publicación Diario del Siglo, editada por Avedon. Ese fue el primer libro aparecido que registró la profundidad de sus comprometidas y atrapantes perspectivas históricas, que ahora se pueden ver en una excepcional exposición que se presenta en el Museo Castagnino (Pellegrini y Oroño) con el auspicio de la embajada de Francia y la Alianza Francesa de Rosario. La muestra está curada por la Asociación Amigos de Jacques-Henri Lartigue.
Captar el instante
La serie de fotografías presenta su manera singular de registrar carreras en bicicleta o auto, donde se pone evidencia la captación del instante. Justamente, el registro de un vehículo en movimiento fue una de las preocupaciones que tuvo desde niño. Por eso no se interesó por las composiciones complejas en estudio, donde la luz ocupaba un lugar central, sino en hacer hincapié en la problemática del tiempo.
Por ese tiempo, la fotografía vivía una renovación continua: las cámaras ya no necesitaron de los trípodes y tanto los lentes como los nuevos químicos permitieron obtener tomas mejores. Estos cambios le abrieron a Lartigue la posibilidad de mostrar la visión instantánea, es decir, plasmar en una foto el instante preciso e irrepetible.
El fotógrafo francés fue uno de los primeros en obtener imágenes con la cámara portátil, lo que se convirtió también en un desafío para establecer pautas en este nuevo lenguaje de captación del movimiento. La resolución fue realmente exitosa y sus fotos muy pronto se volvieron famosas por su capacidad de componer en forma instantánea todos aquellos vehículos que sorprendían a la gente por su velocidad, como los autos y los aviones.
Paralelamente y de una forma igualmente sorprendente, Lartigue dejó un excelente testimonio sobre la vida cotidiana de la burguesía francesa, a quien solía retratar durante sus momentos de esparcimientos en las reuniones sociales, paseos o playas.