Año CXXXIV
 Nº 49.004
Rosario,
domingo  21 de
enero de 2001
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Filipinas: un final precipitado para la presidencia de Estrada
Gloria Arroyo prestó juramento como nueva jefa de Estado. Algarabía popular en las calles de Manila

Manila. - La vicepresidenta Gloria Macapagal Arroyo prestó juramento ayer como nueva presidenta de Filipinas después que el acosado titular Joseph Estrada aceptó una decisión de la Corte Suprema que lo destituyó. Arroyo juró emocionada frente a decenas de miles de partidarios que gritaban de júbilo en el exterior del santuario de Edsa en Manila, centro de la revolución popular de 1986 que derrocó al dictador Ferdinand Marcos. "Los filipinos lo han logrado de nuevo sobre el suelo sagrado de Edsa", dijo entonces a la multitud después de la ceremonia. "Acepto el privilegio y la responsabilidad de actuar como la presidenta de la república".
La posición de Estrada se debilitó gravemente el viernes cuando los militares y la policía le retiraron su apoyo y se alinearon con Arroyo. La mayoría de su gabinete renunció y tomó la misma posición. El ex actor prometió que como presidente de Filipinas haría "el mejor papel" de su vida, pero su intento acabó de manera bastante menos brillante, al verse forzado a renunciar al cargo y quedar aislado por sus aliados políticos más cercanos. Famoso por su estilo de vida hedonista, Estrada, de 63 años, se mostró abatido por la deserción de sus partidarios políticos, las fuerzas armadas, la policía y casi todos los miembros de su gabinete, tras la suspensión del proceso de corrupción que podría haber hecho posible su destitución.

El poder popular
Los observadores dijeron que fue el poder del pueblo en reversa. En 1986, soldados descontentos se rebelaron primero contra Marcos, después los civiles actuaron. Esta vez, los civiles protestaron y luego los soldados se les unieron. Un millón de personas salieron a las calles a festejar la renuncia de Estrada.
Estrada y su familia abandonaron el palacio presidencial en una barcaza por el río unas dos horas después de la juramentación de Arroyo. Vestido con una chaqueta beige y una camisa gris y luciendo agotado, Estrada y la ex primera dama, Luisa, tuvieron un último encuentro con los periodistas. Los reporteros lucharon para alcanzar el último comentario de los Estrada cuando abordaban la barcaza rumbo a una provincia del sur de Filipinas. El hijo de Estrada, Jinggoy, parecía que reprimía las lágrimas. Forzando una son risa, Estrada dijo "Salamat!", (gracias en tagalo), y dio un saludo final a sus guardias. Anteriormente dijo en un comunicado que guardaba "fuertes y serias dudas" sobre la legalidad y constitucionalidad del nombramiento de Arroyo, pero agregó que salía por el bien del país.
Estrada fue elegido presidente en 1998 con el margen más amplio que jamás se registró en la historia de Filipinas. Su mandato de seis años debería haber terminado en 2004. El ex presidente, adorado por las masas por sus papeles del tipo de Robin Hood en películas de acción locales, juró mejorar la existencia de los 20 millones de pobres del país. Sin embargo, su presidencia se vio truncada por un escándalo detrás de otro.
El peor de ellos se destapó el pasado mes de octubre, cuando un antiguo amigo suyo lo acusó de apropiarse de millones de dólares procedentes del juego ilegal y de impuestos sobre el tabaco.



Estrada abandona el palacio presidencial de Manila.
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