Año CXXXIV
 Nº 49.004
Rosario,
domingo  21 de
enero de 2001
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Análisis: UCR, una interna no apta para daltónicos

Mauricio Maronna

Los radicales volvieron a hacer estallar la interna. "¿Para qué vamos a convocar a la unidad si estos se matan entre ellos". La frase, pronunciada por un encumbrado dirigente del usandizaguismo, está dirigida a la constelación de opositores al líder de Convergencia. Las declaraciones de Angel D'Ambrosio a La Capital, publicadas el miércoles pasado, hicieron que las aguas volviesen a bajar turbias desde los sectores celeste, blanco y verde (daltónicos, abstenerse), que horas antes de los dichos del diputado provincial estaban a punto de sellar la unidad.
Aunque el nuevo capítulo de la eterna interna pase inadvertido para el gran público (apremiado al fin por cuestiones mucho más trascendentes), la historia tiene todos los ingredientes de un culebrón imperdible en el tórrido y blindado enero del 2001: intrigas, personajes en pugna, tentación por el poder y operaciones maquiavélicas.
D'Ambrosio dijo que su sector está más cerca de concurrir con candidatos propios que en una lista de unidad para enfrentar a Usandizaga, acusó a Juan Carlos Millet de tener ambiciones desmedidas y le pidió elípticamente a Luis Cáceres que se corra al costado del camino a la hora de negociar mayor preeminencia.
El Changui, fiel a su estilo, redobló la apuesta y sugirió que D'Ambrosio había roto códigos y le estaba abonando el terreno a Horacio Usandizaga para alzarse con el triunfo el 22 de abril. Carlos Iparraguirre, alineado con D'Ambrosio, negó estar enterado de un acuerdo en ciernes con las otras agrupaciones y le quitó materialidad a la Lista Naranja. Millet entendió bien el juego y nadie logró sacarle una palabra. "Los trapos sucios se lavan en casa y no en los medios", murmuró.
Tras un chequeo de fuentes, La Capital puede trazar hoy un relevamiento de lo que pasó y hacer un esbozo (la interna radical es tan impredecible como el ánimo de un ciclotímico) de lo que vendrá:
En las negociaciones de los antiusandizaguistas se habían alcanzado puntos de consenso que auguraban un inminente anuncio sobre una nómina en común. Millet (Cepa): precandidato a senador nacional. Carlos Fascendini (celeste): primer diputado nacional. Cáceres (blanco): presidente del partido. D'Ambrosio (celeste): delegado al comité nacional. Iparraguirre (celeste): presidente de la convención provincial.
Se acordó respaldar a D'Ambrosio para que se constituya en vicepresidente de la mesa nacional del partido.
Lo único que faltaba consensuar era el nombre del segundo diputado nacional. Cáceres lo reclamaba para su sector y D'Ambrosio para el suyo. El Cepa de Millet planteó reservarlo para un tercer grupo interno o para un intendente exitoso que permitiese vestir la lista.
Los celestes plantearon que, por representatividad y extensión territorial, el segundo lugar les correspondía. Es lo que dijo D'Ambrosio, entre líneas, en la entrevista publicada el miércoles.
En el Cepa hay voluntad de darle el gusto a D'Ambrosio para salir del pantano, aunque los caceristas no terminan de digerir lo que consideran "una apretada mediática".
u Iparraguirre, según las fuentes, desconocía el curso de las negociaciones y decidió castigar públicamente a Millet y a Cáceres, pero también "pegarle en los tobillos a su aliado D'Ambrosio por ocultarles información a los referentes del norte, para después cosechar los resultados de la negociación": los dos primeros lugares de la lista a diputado, el delegado al comité nacional y la presidencia de la convención provincial.

Más allá de las interpretaciones de los protagonistas, una conclusión salta a la vista en cualquier análisis desinteresado: la enigmática Lista Naranja tiene demasiadas figuritas para el álbum. Además, sólo parece unirlos el espanto hacia Convergencia: blancos, celestes y milletistas tienen varias cuentas sin saldar.
En el Cepa y en el cacerismo creen que D'Ambrosio no descarta un regreso junto a su ex jefe político, Usandizaga. Los celestes, a su vez, no se olvidan de que fue el ex usandizaguista Millet el que "armó la trapisonda" para dejarlos afuera de la última interna.
Pero, pese a las diferencias, los principales referentes decidieron reunirse mañana para tratar de lamer las heridas y apurar una definición. Saben que cualquier escisión les hará perder las internas frente a un adversario poderosísimo como es Usandizaga, quien le insufló mística a su tropa tras el anuncio de que será postulante a la Intendencia en el 2003.
Repasar el virulento cruce de acusaciones de los últimos días es una de las claves para entender por qué los radicales no logran quitarle el invicto al PJ desde el 83 y no le provocan ni siquiera cosquillas a Carlos Reutemann.
"Les estamos dando la razón a los que nos chicanean diciendo que para los radicales, gobernar es un episodio molesto entre dos internas", se florean los usandizaguistas, haciendo alarde de la calma que reina en el hegemónico movimiento conducido por el Vasco y aprontándose para el 22 de abril, fecha de la madre de todas las batallas.



El Changui Cáceres.
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Angel D'Ambrosio
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Juan Carlos Millet.
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