Año CXXXIV
 Nº 48.996
Rosario,
domingo  14 de
enero de 2001
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Recopilación de clases de Michel Foucault
"Defender la sociedad": Anatomía del funcionamiento del poder

Andrea Delfino

Defender la sociedad no es sólo un conjunto de hojas de papel impresas, cosidas y encuadernadas que unidas forman un volumen ordenado, un libro. Se trata, más bien, de un viaje imaginario a uno de los salones del Collège de France donde imparte sus clases un profesor lúcidamente irreverente: Michel Foucault.
De esta manera, el libro es la versión impresa del curso ofrecido por Foucault en 1976 en el marco de la cátedra Historia de los sistemas de pensamientos. El escenario institucional en el que se desarrolló el curso no es un simple dato anecdótico, sino, por el contrario, la condición de posibilidad de una auténtica política de producción de saberes. El Collège de France funciona esencialmente como un organismo de investigación, por lo cual el sistema de enseñanza obedece a reglas muy particulares. En los cursos que los profesores están obligados a dictar deben exponer una investigación original cada año, lo que les exige una renovación constante del contenido de sus cursos. Por su parte, la asistencia a los cursos y seminarios es completamente libre, no requiere inscripción ni título habilitante.
Dentro del mundo de las ideas, la década del 70 marca un desplazamiento en el universo conceptual foucaultiano centrado hasta ese momento en el análisis de la capacidad de los discursos de producir sujetos. En adelante las reflexiones estarán centradas en una red de relaciones de poder que estructuran la totalidad de las acciones de unos sobre otros. El estudio del poder como relación rompe con la visión clásica de las sustancias y amplía la brecha para estudiar cómo las relaciones de fuerza se entrecruzan, remiten unas a otras, convergen o, al contrario, se oponen y tienden a anularse.
El curso Defender la sociedad fue dictado en el primer trimestre de 1976 y se ubica cronológicamente entre la publicación de Vigilar y Castigar (1975) y el primer volumen de Historia de la Sexualidad, La voluntad de Saber (fines de 1976). En él Foucault presenta en forma de balance los lineamientos generales del poder disciplinario e inaugura el análisis de uno de los temas centrales de su obra, la forma en la que opera el biopoder.
La construcción y el análisis de ambos conceptos se produce a partir de la revisión crítica de las grandes matrices de pensamientos centradas en el poder. Así, después de englobar a las concepciones jurídico-liberal y a la marxista dentro de lo que denomina el economicismo en la teoría del poder, Foucault va a centrar su análisis en los dos grandes sistemas de análisis del poder construidos durante la época clásica en torno a los esquemas binarios contrato/opresión y guerra/represión.
Es de esta manera que la problemática de la guerra está en el centro de construcción del curso Defender la sociedad. Pero la guerra en Foucault no es el enfrentamiento binario que toma la forma de la revolución, sino más bien un conjunto de luchas puntuales y diseminadas, una multiplicidad de resistencias locales. Por esta razón, el objetivo último del planteo recae nuevamente en lo que se considera uno de los puntos neurálgicos del pensamiento foucaultiano: las lógicas de construcción, producción y funcionamiento de las disciplinas y del biopoder.
Los siglos XVII y XVIII constataron la aparición de técnicas de poder centradas esencialmente en el cuerpo, en el cuerpo individual. Técnicas por las cuales esos cuerpos quedan bajo supervisión, intentando incrementar su fuerza útil mediante el ejercicio y el adiestramiento. Este tipo de poder, denominado por Foucault poder disciplinario, fue el instrumento fundamental para la introducción del capitalismo industrial y de la sociedad burguesa.
La coexistencia de esta forma de poder con una legislación, un discurso y una organización del derecho público articulados en torno al principio de soberanía definió los límites entre los que se jugó el ejercicio del poder.
El filósofo francés cree ver aparecer, durante la segunda mitad del siglo XVIII, una nueva tecnología del poder, esta vez no disciplinaria, definida como la consideración de la vida por parte del poder. Esto es, un verdadero ejercicio del poder sobre el hombre en cuanto ser viviente, una especie de estatización de lo biológico. Dentro de las técnicas de normalización del biopoder el sujeto no es pensado como un individuo aislado, sino como parte de una población a la que se debería controlar como tal. Foucault encuentra, nuevamente, en la teoría de la soberanía la génesis de esta intrincada relación que se entabla entre, por un lado, el poder y, por el otro la vida y la muerte.
Poder disciplinario y biopoder son tecnologías que no se excluyen. Por el contrario, en su conjunción, ambos potencian mutuamente sus influencias y efectos. No obstante la fuerza de esta demoledora conjunción, es necesario recordar que el concepto de poder en Foucault no conlleva sólo represión. Posibilita, así, pensar un escenario donde la dominación no agote la experiencia social.



Foucault en su ambiente predilecto: la clase universitaria.
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