Año CXXXIV
 Nº 48.996
Rosario,
domingo  14 de
enero de 2001
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Un hombre de familia

El papel protagónico de Lo que ellas quieren no cambió la vida cotidiana de Mel Gibson. Interpretar a un hombre que posee la capacidad de escuchar los pensamientos del sexo opuesto no modificó la relación con su propia familia, atiborrada de mujeres. He pasado la mayor parte de mi vida rodeado de mujeres. Además de mi esposa y mi hija, tengo cinco hermanas y crecí rodeado por ellas, explicó el actor.
Mis hermanas me enseñaron cómo tratar a las mujeres, abundó. Mis hermanas mayores tenían once, diez y nueve años más que yo. Por lo tanto, las tres actuaban conmigo como madres sustitutas. Siempre me estaban alzando y cambiándome los pañales. Crecí con ellas, escuchándolas hablar. Yo siempre sabía lo que estaban pensando porque lo decían en voz alta. Ellas hablaban entre ellas y yo era como una pequeña esponja que lo absorbía todo mientras las escuchaba.
Ellas no son las únicas que han acaparado la vida de Gibson. Hace 20 años que está casado con la misma mujer y hace 20 años que intenta comprenderla, aunque todavía no lo he logrado completamente, bromeó. Además, hace 20 años que convive con su única hija, por lo que ya puedo decir que he sobrevivido a su adolescencia. Por lo demás, estoy muy orgulloso de mi hija y de su forma de ser. Es una chica excelente.
La posibilidad de escuchar a las mujeres le hace, en el filme, descubrir las virtudes y las miserias del otro género. Puntos a favor y en contra que juegan en la relación que su personaje entrelaza con sus acompañantes de escena. Pero entre tanta sabiduría femenina, ¿cuál es en la realidad el peor de los defectos de Mel Gibson?: Dejar la toalla húmeda sobre la cama después de bañarme. Lo hago todo el tiempo y ella lo detesta. Pero es más fuerte que yo. No puedo evitarlo, ¿qué le voy a hacer?.
Pero más allá de la familia, Mel Gibson tiene una impresión muy personal de las mujeres y su verdadera relación con los hombres: Me dan risa todos esos libros del tipo «Los hombres son del Bronx y las mujeres del centro», pero reconozco que hay un poco de verdad en todo eso, comentó para agregar: Hay miles de diferencias. Aunque somos de la misma especie, estamos en puestos enfrentados en el campo de juego.


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