A Anthony Hopkins le sobran los honores. Ganó un Oscar de la Academia, recibió un título honorario como Doctor en Letras en la Universidad de Gales y fue nombrado caballero y comandante de la Orden del Imperio Británico. A pesar de que el año pasado se convirtió en un ciudadano norteamericano, la Corona le concedió el permiso de retener sus títulos de sir y caballero. Pero le estaba faltando el reconocimiento para pasar a la eternidad en Hollywood: estampar la palma de sus manos en el cemento fresco del Teatro Chino de Los Angeles. Tarde pero seguro, a los 63 años, el actor que saltó a la fama en 1991 con El silencio de los inocentes se prestó a esa simbólica ceremonia con toda su simpatía galesa. Detrás lo vigilaba el afiche de Hannibal, su última película, que llegará a la Argentina el 15 de febrero.
| El célebre actor británico, exultante de alegría. | | Ampliar Foto | | |
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