El sacramento del matrimonio es gratuito. Pero las necesidades económicas llevaron a muchas parroquias a tarifar los distintos servicios que acompañan la celebración de una boda. Así, organistas, alfombras, flores y libretas tienen para los contrayentes un costo adicional que oscila entre 60 y 150 pesos. La explicación es sencilla: Muchas iglesias no tienen ni para pagar la luz, afirmó a La Capital el director de Culto de la Nación, Luis Saguier.
De acuerdo con esta situación, las parroquias rosarinas desde hace tiempo solicitan una colaboración a los contrayentes para afrontar los gastos que ocasiona la celebración de una boda. En algunos casos, esta contribución es voluntaria. Pero en la mayoría se trata de sumas fijas que pueden llegar a los 150 pesos.
Si los novios tienen dinero suficiente para gastar en vestido, cámaras de foto y grabaciones en video, ¿por qué no pueden solventar también el mantenimiento de las parroquias?, se preguntan los sacerdotes, y aclaran: Contraer matrimonio es gratis, pero el boato y la pompa tienen su costo.
La iglesia catedral no está fuera de esta norma. Es lógico que se cobre algo porque un casamiento ocasiona muchos gastos como el encendido de todas las luces, la colocación de alfombras y flores, argumentaron desde la secretaría de esta iglesia. No obstante no quisieron precisar el monto de dinero que se solicita a los contrayentes.
Yo les cobraría mucho más
Ochenta pesos es la contribución pedida por la parroquia Nuestra Señora del Luján para la celebración de un matrimonio. A las parejas que hacen los cursos prematrimoniales yo les aclaro que si por mí fuera les cobraría mucho más. Porque si consideramos la plata que se gasta en fotógrafos, vestidos y camarógrafos, el dinero que dejan en la parroquia es ínfimo, consideró el padre Carlos Gelas, quien desde hace cinco años está a cargo de la iglesia de avenida Perón e Iriondo.
En la iglesia de Pompeya (Mendoza al 5100) el costo de los casamientos es de 60 pesos. Con este dinero se paga el arreglo de la iglesia, el organista y el cantor, aclaró José Luis Santacruz. Me parece que si lo dejáramos a consideración de los novios recibiríamos menos dinero, pero hasta ahora lo manejamos así, continuó.
Quienes deseen contraer enlace en la parroquia San Antonio de Padua (San Martín al 3300) deberán colaborar con 100 pesos. Con este dinero se solventa la ornamentación de la capilla para la celebración del oficio. Pero no es que a los que no pagan se les retiran la alfombra o las flores, aclaró el padre Walter Moschetti después de reconocer que los fieles de su parroquia no son muy pudientes y, generalmente, no llegan a abonar esta suma.
A todos por igual
Aquí se casa a todos por igual, sea el hijo del presidente o el hijo de un obrero de villa La Lata, manifestó el padre Jose María, de la parroquia Corazón de María, ubicada en Viamonte y Presidente Roca. No obstante, la colaboración a la parroquia se estableció en 100 pesos. Si les decimos a los contribuyentes que es a voluntad nos dan 20 ó 30 pesos. Hay plata para todo, para fotógrafos, vestido, fiesta. Pero para la Iglesia no, se lamentó el sacerdote.
En cambio, el párroco de la iglesia San Ramón (Alberdi) indicó que la contribución por casamientos se hace a voluntad de los contrayentes. Aquí se cumple con los mandamientos de la iglesia argentina sobre los sacramentos, dijo, pero al instante aclaró: Si alguien pide un servicio especial lo tendrá que pagar.
Un razonamiento similar usó el párroco Aldo D'Angelo de la iglesia San José (Cochabamba y San Martín). Ningún sacramento se cobra pero si origina gastos hay que pagarlos, afirmó, y recordó que hay mucha gente que vive de esto: el organista, los cantantes, las personas que arreglan la iglesia, quienes colocan las alfombras. Yo no puedo pedirles que vengan a trabajar y después decirles: «Bueno, muchas gracias». Por esta razón se fijó una colaboración de 150 pesos para los contrayentes.
La misma suma cuesta casarse en la parroquia María Auxiliadora (Presidente Roca y Salta). En realidad es sólo una limosna que se pide, pero si se trata de gente humilde que no puede afrontar este gasto se considera y no hay problema, aclaró el vicario José Antonio Lorber.
Es que los sacerdotes tenemos derecho a comer de nuestro trabajo, se justificó el padre Francisco López Fernández, párroco de Nuestra Señora del Carmen (Pellegrini y Paraguay). En esta iglesia la colaboración al servicio matrimonial cuesta 80 pesos. Es que a veces las novias tienen sus caprichos y aunque haya flores rojas en la iglesia las prefieren celestes o amarillas, comentó el eclesiástico.
No recibimos sueldos
Hay que sacarle a la gente de la cabeza que el Estado mantiene a los sacerdotes y a los templos. Los sacerdotes no recibimos sueldos del Estado, ni tampoco tenemos subsidios para mantener las parroquias, se quejó el párroco de la iglesia San José.
Y, efectivamente, si bien esta creencia está generalizada no se ajusta a la realidad. Durante el 2000, el Estado nacional destinó como subsidio a la iglesia católica 8.600.000 pesos. Esta suma se distribuyó entre las 65 diócesis que existen en el país. Así, cada una habría recibido mensualmente unos 11.000 pesos.
Pero, estos fondos se destinan a cubrir la remuneración que reciben los obispos (2.000 pesos mensuales), obispos eméritos (1.800), seminaristas (200) y párrocos de frontera (300). Así, su distribución es proporcional al número de obispos, obispos eméritos, seminaristas y curas párrocos de frontera que existan en cada diócesis. Por lo cual, el grueso de este presupuesto lo reciben los arzobispados de Buenos Aires y Córdoba.
El sostenimiento que brinda el Estado a la Iglesia es prácticamente figurativo, sostuvo el director de Culto de la Nación y para ejemplificar la situación que atraviesan algunas diócesis arriesgó: Muchas iglesias no tienen ni para pagar la luz.
Así, los extipendios de los fieles son los únicos aportes que reciben las iglesias tanto para el sostenimiento del edificio y el mantenimiento del culto como para solventar las distintas acciones sociales en que se involucran.
Ahora mismo, mientras hablo con ustedes, hay 80 personas haciendo cola para entrar al comedor de la parroquia -comentó el padre Gelas, de la iglesia Nuestra Señora del Luján-. Pero estas cosas, la mayoría de la gente no las ve, concluyó el sacerdote.