esta altura parece evidente que este va ser un verano caliente, y no sólo referido a lo climático. Ya desde los primeros días del año no hubo respiro. Las fuerzas de la naturaleza se empeñaron en mostrar su total poderío y desplegaron la casi totalidad de sus alternativas (tormentas, sequía, granizo, temperaturas extremas, etcétera) que, aunque beneficiaron a algunos, perjudicaron a muchos. Es que en varias zonas, la situación se complicó con los típicos incendios estivales; en otros planos las novedades se sucedieron en forma continua no dando margen ni para recuperar el aliento.
Así, a pesar de que los rumores sobre el futuro de la Secretaría de Agricultura y sus actuales autoridades, lejos de calmarse, siguieron multiplicándose, la gente del sector casi ni prestó atención a estos hechos.
Por un lado, porque la realidad muestra que el área, lamentablemente, cada día tiene mucho menos rol en casi cualquiera de los temas que hasta no hace mucho constituían la esencia de la actividad, y paulatinamente van siendo absorbidos silenciosamente por otras reparticiones del gobierno. Pero además, porque los no muchos dirigentes que siguieron en funciones en los primeros días del año debieron evaluar rápidamente una serie de hechos, negativos y positivos, de incidencia directa sobre el sector.
Entre estos últimos, naturalmente la frágil reapertura del mercado norteamericano para las carnes vacunas argentinas y la baja relativa del impuesto sobre los intereses bancarios, constituyeron los dos hechos más favorables.
También, aunque con oscilaciones, la firmeza que sigue mostrando la plaza de granos, y justo en plena cosecha fina, no deja de ser un factor alentador.
Por otra parte, la decisión estadounidense de rebajar los impuestos, que aceleró marcadamente su economía, constituye para muchos un buen ejemplo para la Argentina y la comisión creada recientemente para evaluar el nuevo sistema impositivo que deberá incluir, según reconocieron las propias autoridades nacionales, la baja de gravámenes y también la eliminación de una serie de ellos.
Los elementos negativos
Por supuesto, como todo lo que cae en manos de una comisión y, especialmente, cuando aparece bastante claro lo que hay que hacer y no se necesita un grupo de trabajo para definirlo, no son pocos los que piensan que esta es una estrategia para demorar las decisiones y que pasarán muchos meses antes de que se vea algo concreto en la materia. Aún así, como señal, es positiva.
Pero, y siempre hay un pero, también surgieron o se mantuvieron una serie de elementos negativos. La inestabilidad sanitaria en la región que no termina de aclararse, junto a las situaciones de comercio con Brasil que, también, parecen no tener nunca fin (cerdos, pollos, leche, arroz, etcétera), formaron los principales nubarrones que oscurecen el panorama.
Pero no fue lo único. Internacionalmente el petróleo sigue bajando y esta es una muy buena noticia. Lógicamente, lo sería mucho más si también bajara para los consumidores internos, al menos, con parte de la celeridad que mostró para los aumentos durante todo el año pasado.
Un reciente comunicado de la bonaerense Carbap da cuenta de una caída del crudo superior al 22%, mientras que el precio interno de los combustibles prácticamente sigue clavado en los niveles alcanzados en el pico de suba.
Como si fuera poco, se retomó alguna actividad respecto al tema de la evasión fiscal, lo cual es muy bueno, en tanto y en cuanto no se presente al sector agropecuario como el gran evasor en la materia. Los nuevos y sofisticados métodos de contralor que se plantean deben ir acompañados de acciones mucho más elementales y simples como, por ejemplo, el control del accionar de los valijeros que casi todo el mundo conoce y en cualquier pequeña localidad actúan directamente desde las estaciones de servicio o las mesas de un bar.
Y si todo esto no alcanza, las perspectivas indican que va a haber más en los próximos días.