Junto con los accesos a la ciudad, la avenida de Circunvalación constituye uno de los testimonios más elocuentes de las calamitosas consecuencias que siempre acarrea el olvido de la sana práctica del mantenimiento y la reparación de las vías de tránsito. Basta recorrerla -aún sin prestarle demasiada atención- para apreciar el altísimo grado de deterioro que padece, con su consecuente cuota de serios peligros para vehículos y conductores que la transitan.
En infinidad de oportunidades este diario y las fuerzas vivas elevaron sus voces en reclamo para cesara este duro baldón que pesa sobre la ciudad. Como respuestas, hubo también infinidad de promesas en el sentido de que, de una manera u otra, se encararían los trabajos que, por distintas razones, había eludido Vialidad Nacional, la repartición que tiene a su cargo esa responsabilidad. Al margen de algunas intervenciones esporádicas, jamás se logró la reparación integral de esa arteria.
Ahora, y quizá como consecuencia de que las obras del enlace vial Rosario-Victoria avanzan a un muy buen ritmo, la situación podría resultar distinta. Por lo menos eso es lo que se desprende del anunciado inminente llamado a licitación para su reparación. Con la adjudicación prevista por la Subsecretaría de Obras Públicas de la Nación para marzo próximo, los trabajos podrían estar concluidos a fin de año. Todavía se desconoce su costo total, pero se adelantó que la obra se llevará a cabo mediante los Contratos de Reparación y Mantenimiento (Crema) de caminos, que financia el Banco Mundial con contraprestación estatal.
La situación actual de la avenida de Circunvalación es lamentable. Presenta deterioros graves en la calzada, que a su vez posee escasa señalización, banquinas en mal estado y puentes con peligro de derrumbes, de acuerdo con un informe técnico elaborado por la misma Vialidad Nacional. Estas condiciones que hay que revertir de una buena vez convierten a esa vía circulatoria, de vital importancia para el desenvolvimiento urbano, en un camino por demás inseguro para transitar por él. Un camino que en más de una oportunidad lamentablemente se ha transformado en una verdadera trampa mortal.
Es de esperar que en esta oportunidad los trabajos comprometidos puedan concretarse dentro de los plazos adelantados, que se encuentran dentro de los parámetros normales. Resultaría lamentable -y, en consecuencia, condenable- que todo acabara en una nueva frustración, como tantas otras que se han reiterado en los últimos años.