Cifras oficiales de Onusida señalan que, a pesar de los avances terapéuticos y los programas de prevención, en 1999 se registraron 2.6 millones de decesos por HIV, un total mundial superior al de cualquier otro año.
Según el mismo informe, el virus afecta cada vez más a mujeres y a jóvenes: casi la mitad de quienes contraen el virus se infectan antes de los 25 años y por lo general mueren antes de los 35 años. A finales de siglo, el sida habrá dejado en la orfandad a más de 11 millones de niños. En el marco de los números del mundo, Argentina ostenta el triste privilegio de ser el segundo país de América latina con mayor cantidad de chicos infectados por transmisión vertical (de madres a hijos).
La batalla del sida pediátrico se libra en la mujer embarazada, afirmó a La Capital el doctor Eduardo López, jefe de Infectología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, de la ciudad de Buenos Aires.
En el hospital vemos tres nuevos casos por mes de sida pediátrico, que paradójicamente en el mundo es el único que se puede prevenir y controlar durante el embarazo con AZT, agregó.
López atribuyó las causas del aumento de niños infectados a la falta de controles en el sector público. Un 30% de embarazadas llega al momento del parto sin controles porque los obstetras no piden el examen de sida, y por otro lado, a la madre adolescente no se le enseña que tiene derecho a pedirlo, explicó López.
Según el profesional, hacen falta diseñar programas destinados a educar a la mujer joven acerca de la importancia del examen.
Madres adolescentes
Los datos ofrecidos por el especialista son contundentes: el 17% de los niños infectados de sida que concurren al hospital nació de madres entre 15 y 19 años, mientras que otro gran porcentaje es producto de mujeres mayores de 20 y menores de 25. En muchos casos nos enteramos que tienen sida luego que nacen, señaló López.
Una embarazada infectada tiene entre 30 y 35% de chances de dar a luz un niño con HIV. En cambio, si esa mujer hubiese recibido tratamiento, la posibilidad cae por debajo del 8%, agregó.
El aumento del sida pediátrico en el país va de la mano del aumento de la transmisión heterosexual por el uso de drogas endovenosas. Al respecto opina que limitar la prevención únicamente al preservativo es un error.
En situaciones de contacto heterosexual la más perjudicada es la mujer -afirma- porque el semen posee mayor carga viral que las secreciones vaginales, dijo. Y en esos casos el preservativo sí evita el contagio, pero mientras no encaremos el control de la drogadicción, estaremos perdiendo la batalla, subrayó.
Mientras las estadísticas confirman el aumento de personas contagiadas por contacto heterosexual, cuando se profundiza la investigación aparece que el 75% de los infectados contrajo el virus de un drogadependiente.
Esquemas de tratamiento
El tratamiento del niño que nace infectado con el virus contempla dos modalidades: una, el uso de dos, y otra, tres drogas juntas (AZT, DDI o 3TC) para disminuir lo más rápidamente posible la cantidad de virus circulante. Los niños nacen con poca carga viral, pero al mes o mes y medio comienza a subir hasta alcanzar niveles más altos que los adultos.
El pronóstico del bebé infectado depende de varias circunstancias, pero independientemente de cualquiera de ellas, necesitará de un tratamiento de por vida, similar al de un paciente adulto.
El niño que adquiere el virus por transmisión vertical tiene una cantidad de virus mayor que el adulto, con la particularidad que hace infecciones bacterianas que en ocasiones se parecen a enfermedades comunes (otitis media, diarreas) que confunden al pediatra, advirtió López. El facultativo añadió que, a diferencia de los adultos, hacen con menor frecuencia algunas infecciones oportunistas; se agudizan las infecciones bacterianas junto con la desnutrición crónica.
Los costos que insume un tratamiento por transmisión vertical representan miles de exámenes que se podrían hacer a la mujer embarazada para evitarlo, subrayó finalmente.
Repercusiones en la familia
Un reciente estudio del departamento de Psiquiatría y Ciencias de la Conducta de la Escuela de Medicina de la Universidad de Tennesse, en Estados Unidos, ha demostrado el grave impacto psicosocial que el sida tiene en menores, sus familias y la sociedad en general, incluyendo efectos intelectuales, cognitivos y emocionales.
De acuerdo con los psiquiatras Francisco Rodríguez y Andrés J. Pumariega, el tema del sida tiene efectos importantes y duraderos que requieren de servicios médicos y psicosociales especiales. Si bien los niños se benefician con un rápido diagnóstico -afirman-, existen condiciones culturales y sociales que complican su futura adaptación. El estigma público, la asociación del HIV con las drogas y la homosexualidad y la ansiedad ante el miedo a contagiarse resultan en el aislamiento y rechazo de los niños infectados.
El estudio agrega que los niños sufren un amplio espectro de manifestaciones psiquiátricas que van desde la depresión a la ansiedad. Los niños deprimidos están aislados y temen una muerte temprana que ven como inevitable. Además, sufren de ansiedad, tienen miedo de transmitir el virus y se sienten culpables de ser una carga familiar.
Rodríguez y Pumariega agregan que las familias con menores infectados por el HIV generalmente sufren crisis y enfermedades y se enfrentan al aislamiento social. Es importante ayudar a estas familias, que en su mayoría tienen pocos recursos, mediante una intervención interdisciplinaria para darle al niño una calidad de vida óptima. La terapia de apoyo psicológico para la familia y para aquellos individuos que atienden a los niños infectados es una necesidad de los servicios de salud mental. Estos servicios ayudan a reducir el aislamiento, promueven la función familiar, el respeto y enseñan habilidades, destacan.
Los derechos del niño
Según la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, todos los menores de dieciocho años que viven en el mundo -estén infectados por el virus de inmunodeficiencia humana o en riesgo de contraerlo- tienen derechos reconocidos. En este contexto, dicha convención ha definido unos principios para reducir la vulnerabilidad de los niños a la infección y para protegerlos de la discriminación por causa de su condición de seropositividad real o presunta.
Los gobiernos, señala el documento, pueden emplear este marco para asegurar que se fomenten y se defiendan los intereses superiores de los niños con respecto a la enfermedad:
* Debe garantizarse el derecho del niño a la vida, a la supervivencia y al desarrollo.
* Los derechos y las libertades civiles deben respetarse, insistiendo en el abandono de políticas que pueden provocar la separación de sus padres o familias.
* Deben tener acceso a la educación e información sobre la prevención del HIV/sida y a los medios de prevención. Hay que tomar medidas para eliminar los obstáculos sociales, culturales, políticos o religiosos que impiden este acceso.
* Debe reconocerse el derecho de los niños a la confidencialidad e intimidad con respecto a su condición de seropositividad. Esto incluye el reconocimiento de que las pruebas para la detección del virus deben ser voluntarias y realizarse con el consentimiento informado de la persona afectada, consentimiento que hay que obtener en el contexto de consejería previa a las pruebas. Si intervienen los tutores legales del niño, deberán prestar la debida atención a la opinión de éste, si es suficientemente mayor o maduro para opinar al respecto.
* Todos los niños deben recibir el tratamiento y la atención adecuados para el HIV/sida, inclusive cuando esto implique costos adicionales, como es el caso de los huérfanos.
* Los estados deben considerar el HIV/sida como una discapacidad, si existe una legislación sobre discapacidades, para reforzar la protección de las personas afectadas contra todo posible acto de discriminación.
* Los niños deben tener acceso a los servicios y programas de atención de salud y hay que eliminar los obstáculos que encuentran para ese acceso los grupos especialmente vulnerables.
* Los niños deben tener acceso a las prestaciones sociales, incluida la seguridad social; gozar de un nivel de vida adecuado; acceso a la educación e información sobre la prevención en la escuela y fuera de ella; no deben sufrir ningún tipo de discriminación por causa de su condición en las actividades del tiempo libre, recreativas, deportivas y culturales.
u Los gobiernos deben tomar medidas especiales para prevenir y reducir al mínimo el impacto del HIV/sida causado por el tráfico de drogas, la prostitución forzada, la explotación sexual, la incapacidad para negociar una relación sexual protegida, el abuso sexual y el consumo de drogas por inyección.