Omar Bravo
Viernes a la tarde. Mientras la ciudad hierve, el jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Aníbal Ibarra, recibe a La Capital a puro casual wear: jeans negro, camisa blanca, zapatos oscuros sin cordón. Tostado, su barba lleva al menos dos días sin afeitar. En el amplio despacho que hasta hace poco más de un año ocupaba Fernando de la Rúa, así como en las cercanías, el cambio es como entre el día y la noche. Ibarra habla por teléfono celular, camina y se mimetiza entre sus colaboradores, casi todos jóvenes, y con una notable -en todo sentido- presencia femenina. Pero, la preferencia del jefe de Gobierno porteño por la informalidad no se traslada a la política. El Frepaso debe participar más en ámbitos de decisiones del gobierno, sostiene. Tampoco se muestra preocupado por las diferencias entre los legisladores frepasistas y el gobierno nacional en el tema previsional. Siempre que se ventilen bajo el paraguas de la Alianza está todo bien, argumenta. Al ex fiscal le obsesiona hablar de sus cinco meses de gestión. Consultado sobre si sintió el paso de la Legislatura al Ejecutivo, como De la Rúa, chancea: Yo no me peleé con Cecilia Felgueras. Pero dice que su orgullo es haber puesto en marcha muchos de los compromisos asumidos en la campaña electoral. El desarrollo de la zona sur de Buenos Aires, el tema de la seguridad y prevención del delito, subterráneos, escuelas bilingües y otros temas pasan por su verba rasante. Y deja dos definiciones: la relación entre Carlos Chacho Alvarez y De la Rúa no está definitivamente maltrecha, como afirmó la prensa de Buenos Aires en estos días; y el 2001 será el de la consolidación de la convivencia entre los socios aliancistas. Sí quiere participar personalmente del proceso de condiciones necesarias primero, y de nombres después, cuando llegue la hora de elegir candidatos a senadores nacionales que defenderán los colores de la Alianza en octubre próximo. -¿El 2001 será el año de la convivencia o del divorcio entre los socios de la Alianza? -Bueno, la convivencia viene desde hace bastante tiempo, así que será de consolidación de la convivencia o del divorcio. Yo estoy convencido de que será de la consolidación de la convivencia porque estamos aprendiendo, tal vez a los golpes, pero aprendiendo a sostener una cultura de coalición, que en la Argentina no existía. El radicalismo no la tenía, siempre se había negado a esa condición, y el Frepaso es una fuerza política muy dinámica, que tampoco tuvo tiempo en su corta de vida de consolidar una cultura de coalición. Entonces, desde perfiles no siempre idénticos, creo que va a ser un año donde se va a consolidar la Alianza luego del período de crisis que culminó con la renuncia de Chacho. -Pero los cortocircuitos son cada día mayores. -La agenda inmediata no ayuda mucho. A nadie se le ocurre que las diferencias vayan a poner en riesgo la continuidad de la Alianza. Si estamos hablando en estos términos, no me preocupa. El problema era cuando se planteaba que una diferencia sobre un punto significaba la ruptura de la coalición. Entonces sí, quiere decir que no hay una Alianza sólida, no está saldado políticamente, no hay un paraguas que contenga, sino que al primer cortocircuito salta todo por los aires. Estaríamos en una situación muy frágil. Por eso, cuando yo hablo de cultura de coalición quiero decir seguir consolidando la Alianza para que las diferencias -como en el tema previsional-, que existen, no signifiquen un proceso de ruptura o de crisis profunda. También, incorporar esto de que el Frepaso debe participar en ámbitos decisorios del gobierno, de los cuales ahora no participa. -Algunos sugieren desde hace tiempo la creación de una comisión de notables, una especie de consejo que resuelva esas diferencias, que incorpore a Alfonsín, Alvarez y otros dirigentes nacionales. ¿Está de acuerdo? -Yo no estoy tan convencido. Creo que eso no tendrá resultados efectivos. Yo participo sí de las responsabilidades institucionales, involucrarse en la gestión de un gobierno, para mí eso es importante. En su momento fue pensado para que, a partir de la renuncia a la vicepresidencia, Chacho tuviera algún rol parainstitucional, por lo menos. Me parece que no pasa por ahí, sino que es importante el rol político e institucional que juegue Chacho. Pero no me despierta entusiasmo, no le veo necesidad política. -Respecto del año electoral, algunos medios sostienen que la Alianza marcha hacia una catástrofe en las urnas. ¿Cuál es su percepción? -Yo le diría: los muertos que vosotros matáis, gozan de buena salud. Desde hace mucho tiempo, diría desde sus orígenes, muchos predijeron que el fin de la Alianza era inmediato. ¡Llega la debacle, repetían con gestos de drama. Pero eso no ha sucedido. Obviamente, no atravesamos por el mejor año de gobierno, ha habido una caída en materia de encuestas, a nivel de imagen también hubo varios dirigentes que descendieron. Pero en todo caso las encuestas son fotografías de un momento. Estamos en un año importante, electoral, recién comienza. El gobierno nacional terminó el año mejor que hace unos meses. La reunión Chacho-De la Rúa, el blindaje financiero, el plan de infraestructura hizo que cambiaran algunas cosas. No será fácil, sin dudas, hay mucha demanda social contenida, es necesario obtener resultados y un mayor compromiso con las necesidades sociales, y es necesario arrancar con el crecimiento de la Argentina que permita una redistribución mayor de la riqueza. Y en este contexto, no todas las cartas están dispuestas sobre la mesa como para decir quién va a ganar, ni para determinar finales antes de tiempo. Yo, como deportista que soy, siempre recomiendo: nunca festejes antes de tiempo.
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