Año CXXXIV
 Nº 48989
Rosario,
sábado  06 de
enero de 2001
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Dramático final de una reunión de amigos en la zona sur
Apareció ahogado el chico que cayó al Saladillo y el padre rescató el cuerpo
Santiago Lencina sacó del agua el cadáver de su hijo Fabricio, de 20 años, ayer poco antes del amanecer

Habían pasado 24 horas desde el momento en que Fabricio Lencina desapareciera en el cauce del arroyo Saladillo. Su padre, Santiago, había permanecido en la orilla frente al sitio donde el chico había sido visto por última vez. Cerca de las cinco de la mañana Santiago, que no retiraba la vista del agua, contempló un bulto que emergió súbitamente a unos metros de la cascada. Iluminó con una linterna la superficie y se arrimó hacia allí con una canoa. Comprobó lo que hubiera deseado no hacer nunca y con sus propias manos sujetó y sacó del agua el cuerpo de su hijo de 20 años.
Fue un momento antes del amanecer de ayer cuando terminó la incertidumbre. Fabricio, el Turco, había llegado al lugar del que no volvería el jueves a la madrugada junto a seis amigos, luego de la fiesta del cumpleaños de Soledad, una chica del grupo. Se sacó las zapatillas y la remera y empezó a caminar por el arroyo haciendo equilibrio sobre unas piedras. Pero resbaló y cayó al agua profunda. Se hundió enseguida y sus amigos no lo vieron salir. No sabía nadar.
Durante todo el jueves, desde la mañana aunque a intervalos, una brigada de Bomberos se ocupó de rastrear la zona. También colaboraba personal de la comisaría 11ª y del destacamento de Gendarmería en Parque Sur. Predominaba la idea de que sólo había que esperar que el cadáver surgiera del agua.
Santiago pasó la noche junto a sus hermanos y un vecino. Fabricio era su hijo mayor y su compañero de trabajo. El muchacho había abandonado el Colegio NacionalNº1 para trabajar con su papá en refacciones y pintura de viviendas. No sé como aún me mantengo aquí. Creo que el Señor me está dando la fortaleza anímica y física para quedarme esperando que encuentren el cuerpo de Fabricio, musitaba el jueves a la tarde.
Casi doce horas después de ese momento le tocaría a él esa tarea. Eduardo Farías, padre de Damián, un íntimo amigo de Fabricio, llegó a las 7 de la mañana hasta la zona de la cascada del Saladillo. Santiago se abrazó a él llorando y le contó lo que acababa de ocurrir.
Me contó que se habían metido en el agua y lo habían sacado con un hermano al Turquito, comentó Farías. Hasta las 4 de la mañana en la zona habían estado Soledad Mansilla, la chica que cumplía años, y Damián, esperando noticias.
Los baqueanos de la zona, cuando se enfrentan a la tarea de buscar un cuerpo en la profundidad del agua, tienen un hábito. Tiran un pan que se hincha al mojarse y se desliza hacia el lugar por donde está el cadáver. En este caso ocurrió exactamente así. El pan se fue para el costado por donde el cuerpo de Fabricio salió a flote, relató Farías.
El cuerpo de Fabricio fue llevado al Instituto Médico Legal para la realización de la autopsia. Hoy a partir de las 8 de la mañana se realizará el velatorio en un templo de Oroño y Saavedra. Allí Santiago, que es muy religioso, tiene un grupo de oración.
El inicio del drama se dio el jueves a la noche, después del final de la fiesta del cumpleaños de Soledad. El grupo de amigos, seis chicos, fue al Parque del Mercado. Estaban, junto a Soledad y Fabricio, Damián Farías, Emanuel Ríos, Luis Ramírez, Diego Alvarez y Walter Peñaloza. El paseo siguió después hacia el Parque Regional Sur. Allí, frente a la cascada, se produjo el accidente de Fabricio. Todos vieron como desaparecía en la zona, donde se produce una hondonada bajo el agua de unos siete metros de profundidad, a raíz de la fuerza con la que cae el agua. Damián se tiró al agua para rescatar a su íntimo amigo. Pero su intento no prosperó.



El padre del joven ayer mientras observaba el arroyo.
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