Año CXXXIV
 Nº 48989
Rosario,
sábado  06 de
enero de 2001
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La iniciativa lanzada por el balneario Costa Esperanza causó revuelo
Los concejales están a favor de habilitar el topless en las playas
Rubeo, Taller, Augsburger, Liberati, Cribioli y Monti levantan el pulgar. ¿Un debate propio del medioevo?

Sí, aprobaría que se haga topless en Rosario. La respuesta fue unánime por parte de un grupo de concejales a quienes La Capital les preguntó qué actitud adoptarían en caso de que se intentara instalar una playa con esa onda en la ciudad. Pablo Cribioli (presidente del Concejo), Marta Rubeo (justicialista), Silvia Augsburger (Frepaso), Sergio Liberati (Frepaso), Mónica Peralta (radical), Adriana Taller (radical) y Evaristo Monti (PJ) fueron los consultados, y ninguno encontró el más mínimo motivo para oponerse a la iniciativa. No obstante, algunos de ellos consideraron que se deberían tomar medidas para proteger a los bañistas que puedan sentirse molestos al ver a las mujeres liberadas de su corpiño. Otros, como Monti, expresaron directamente que el tema no merece discusión. Para él, sólo una sociedad del medioevo discute estas pavadas.
La consulta a los ediles y a las cuatro mujeres públicas se realizó a la zaga del anuncio que anteayer hizo un grupo de empresarios. Están dispuestos a abrir una playa especial para quienes se animen a hacer topless en Costa Esperanza, el balneario ubicado en el Banquito (jurisdicción de la provincia de Entre Ríos), justo frente a la Estación Fluvial.
La iniciativa causó revuelo apenas se hizo pública. Es que de concretarse, Rosario sería la primera ciudad del interior a la vanguardia del topless. Una moda ya expandida tanto en la costa argentina como en distintos balnearios del mundo desde hace varias décadas.

No me asusta
Cribioli dijo que no tendría problemas en dar su aprobación si se debatiera el tema en el Concejo. Los tiempos cambiaron -remarcó-, y el topless no me asusta.
Además, el edil se refirió a los que se alborotan por las mujeres que se sacan el corpiño para tomar sol. ¿De qué se sorprenden? Con sólo prender la televisión o caminar por la calle se ven cosas peores, subrayó.
Para Rubeo, antes que el Concejo, deben aprobar el topless los propios ciudadanos. No me molesta, pero creo que hay que pensar ante todo qué ciudad queremos: una, sólo para la farra y la diversión; o una en la que lo preponderante sea el trabajo y el desarrollo, planteó.
En lo personal, Rubeo negó ser una puritana, pero dijo que nunca hizo ni haría topless. Estuve en Chiguagua (playa de Punta del Este) donde muchas mujeres toman sol sin corpiño, pero no me tentó la idea. Soy una mujer mayor..., deslizó.
Pensando en la protección de la mirada infantil, tanto Peralta como Augsburger y Liberati dijeron que habría que organizar bien la propuesta de la playa free, cosa de evitar que alguien se ofenda.

Concejala en topless
Y curiosamente, al momento de pensar que la moda va a pegar sin lugar a dudas en la juventud, Peralta -la más nóvel de las concejalas- fue una excepción. Si bien remarcó que la moda de tomar sol sin corpiño no le parece mal, declaró que a ella la onda no le va. No es que no haga topless por una cuestión moral, sólo no me gusta. No me sacaría el corpiño en el exterior y mucho menos acá. ¿Te imaginás los diarios al otro día?: «Concejala en topless», se ríe, para luego agregar por lo bajo: Además, no tendría qué mostrar.
Taller habló del topless como algo cultural que, sin embargo, considera intrascendente para la vida de la ciudad. De todos modos la concejala no se privó de hablar también de temas más femeninos y decir que a ella, en particular, el topless le resulta tan incómodo como los pantalones ajustados.

Los ojos de Evaristo
Quien no se expresó con medias tintas fue Monti. No sólo no dudó al decir que aprobaría favorablemente la iniciativa de hacer topless en las playas rosarinas, sino que añadió: No podemos vivir en el medioevo, lo único que falta es que una mujer no pueda mostrar las tetas al tomar sol.
La sola idea de pensar que alguien pudiera prohibir la medida le pareció una imbecilidad y a modo de tranquilizar a quienes pudieran escandalizarse contó una anécdota personal. La primera vez que fui a Río de Janeiro y vi una mujer en topless los ojos se me escapaban, se me paraban los pelos de punta. Pero la segunda y la tercera vez hice lo que hace todo el mundo: me tranquilicé y sólo me dediqué a mirar a la más linda.
Para Monti el tema es una pavada. Es más, dice que quienes se escandalizan son coherentes con las tontas concepciones de esta ciudad, donde hace 41 grados de calor, pero los hombres andan en pantalones largos porque vestirse con bermudas les da vergüenza.


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