Año CXXXIV
 Nº 48989
Rosario,
sábado  06 de
enero de 2001
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cartas
Quejas por el traslado de un sacerdote

Con indignación me he enterado del traslado repentino del sacerdote Diego Maximino de la comunidad parroquial de San Casimiro, en Rosario. Me indigna la rapidez, falta de tacto, falta de consulta con que se hizo este movimiento. Resulta que iglesia somos todos en el momento de orar, de hacer grandes manifestaciones por el jubileo, de sostener monetariamente a la organización, pero para las grandes decisiones pasamos a ser nada. ¿En que se diferencia mi iglesia de los políticos? Debería suponerse que los que dirigen los destinos de la comunidad van a ejercer el poder con amor, con verdadero desprendimiento. ¿Nuestro obispo ignora que en todo Rosario no queda ningun sacerdote carismático? Primero fue el traslado del Padre Gabriel, después Zamboni, y ahora Maximino. ¿Pretenden que toda la gente necesitada en su desesperación se vuelque a sectas y curanderismo?. El daño no se lo hacen al padre Diego puesto que él donde vaya cosechará amor, el agujero queda en los laicos que necesitamos su presencia.
Nanci Vilalta Di Luch, miembro de la Renovación Carismática Católica


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