En la última década se dejó de producir un importante tonelaje de granos -maíz, trigo o soja- en un amplio sector de la Pampa Húmeda debido a que no se contaba con estrategias de fertilización actualizadas que permitieran compensar las deficiencias de nutrientes de los suelos de esa región. Pero la incorporación del azufre (S) como un elemento más dentro de la estrategia productiva logró revertir la performance de bajos rendimientos en áreas sometidas a intensivos sistemas de laboreo.
Así lo demuestra un estudio elaborado por el especialista Elvio Cavallo sobre tres casos testigos en campos de Armstrong y Los Cardos donde se sembró trigo-soja de segunda en el primero, y soja de primera en los dos restantes, durante la campaña 1998/99.
El muestreo demostró que en el caso del trigo sin azufre se obtuvieron rindes de 33 quintales por hectárea contra 44 quintales/ha en aquellos donde se aplicó este fertilizante al voleo.
En el caso de la soja de segunda, los rindes subieron de 17 a 24 quintales por hectárea sin y con azufre respectivamente.
En tanto, en los campos donde se sembró soja de segunda, el aumento de rindes osciló entre los cuatro y siete quintales por hectárea (ver cuadro).
El laboreo de los suelos de la región pampeana, especialmente de tipo vertical fue provocando año tras año la degradación lógica de los suelos como también la migración de los nutrientes que naturalmente éstos disponían, los cuales son esenciales para el normal desarrollo de los cultivos.
En este sentido, cabe recordar que en los últimos años y hasta 1998/99 la fertilización de los suelos en la Pampa Húmeda se basaba casi exclusivamente en la aplicación de nitrógeno (N) más fósforo (P) para cultivos de maíz, y solamente N para cultivos de trigo.
En cuanto al cultivo de soja (de primera y segunda), hasta ese entonces no se preveía la aplicación de ningún tipo de fertilizantes, salvo N, que teóricamente aporta en forma simbiótica la inoculación de las semillas, siempre y cuando se realice convenientemente.
Evolución de estrategias
Las estrategias en fertilización relacionadas con cultivos en maíz, trigo y soja sufrieron una significativa evolución cuando finalmente a partir de 1998 se logró diagnosticar el déficit apreciable en azufre (S), acusado por la mayoría de los suelos ubicados en una vasta región de la Pampa Húmeda.
Asimismo y por añadidura, también quedó comprobada la buena respuesta de este nutriente sobre todo en suelos erosionados, con bajo porcentual de materia orgánica (promedio 2,2%) y más aún en lotes con acentuados signos de intensos laboreos a través de muchos años.
De todas formas y conforme a lo que revelan los análisis de azufre, según muestreos efectuados en lotes de las características apuntadas, éstos arrojan registros que en su mayoría se estiman como deficientes a muy deficientes para el buen desarrollo de los cultivos, en especial para soja y maíz, a los cuales se considera con más tendencia a la extracción de este elemento.
El déficit de azufre existente y la importancia que reviste como nutriente, ya sea incorporado en forma individual o asociado en distintas proporciones (según necesidad) con otros elementos tales como nitrógeno, fósforo, magnesio y de algunos micronutrientes como boro, zinc, manganeso, etcétera, adquiere real importancia a la hora de evaluar los planteos productivos.
Aunque si bien en la actualidad se cuenta con mucho y muy buen material bibliográfico relacionado con fertilizaciones azufradas, un buen consejo para el productor sería que tomada la decisión de incorporar este nutriente, previamente consulte a su asesor agronómico o las entidades oficiales que trabajan con el campo, que seguramente con los antecedentes analíticos de los suelos a sembrar, le indicarán correctamente la forma más conveniente en cuanto a la aplicación de este elemento.