Tres comunidades barriales rosarinas caracterizadas por padecer pobreza estructural serán el escenario de una prueba piloto de seguridad pública, denominado Comunidades justas y seguras, con una función similar a las conocidas en el ámbito internacional como Comités de Paz. El plan tiene como objetivos promover el establecimiento de asociaciones entre diversas agencias del estado y la sociedad civil, el ejercicio de los derechos humanos y el afianzamiento de prácticas democráticas.
El programa se implementará en los barrios Ludueña, Villa Banana y la zona que rodea el predio universitario de Riobamba y Beruti. La elección de los barrios se realizó acorde a un diagnóstico sobre el contexto socio político argentino a partir de la reinstauración de la democracia, en 1983. De ese análisis se desprende que especialmente en los sectores más empobrecidos los resabios de estructuras y prácticas estatales antidemocráticas persisten. Y que a pesar de que las autoridades políticas, en algunos casos se han hecho eco de las demandas contra las prácticas represivas y violentas, esas iniciativas carecen de un monitoreo y de asesoría permanente por parte de especialistas y organizaciones capaces de brindar un sólido saber teórico y conocimiento de desarrollos locales y globales sobre seguridad urbana.
Este proyecto surgió a partir de la Universidad Nacional de Rosario, donde funciona el Centro de Estudios Canadienses, que propició el convenio entre las instituciones entre ese país y Argentina. También forman parte como asociados la Municipalidad de Rosario y el gobierno provincial a partir de diferentes reparticiones. El desarrollo estará a cargo del Centro de Criminología de Toronto (CC), Canadá, de donde surgen el director, Clifford Shearing y la coordinadora general, Jennifer Wood, y la Sección Criminología y Política Criminal del Centro de Estudios e Investigaciones en Derechos Humanos de la Facultad de Derecho de la UNR (CEIDH), que tendrá bajo su órbita la dirección y coordinación local a través de Enrique Font.
La consulta a los vecinos
El director del proyecto, Clifford Shearing -profesor del centro canadiense- explicó que las comunidades tienen capacidades y recursos enormes, saberes que surgen de sus experiencias y que no son utilizados porque faltan formas que las coordinen y permitan que funcionen en forma conjunta. Por eso, los objetivos son la coordinación y movilización de los saberes y las capacidades locales. Se trata de inventar, diseñar instituciones que permitan que estas soluciones ocurran y se mantengan en el tiempo, indicó. Para sostenerlo es necesario que las comunidades participen directamente en la dirección de la forma en que se articulan esos recursos. Es en este sentido que el proyecto apunta a reforzar prácticas democráticas al lograr que las comunidades tengan más capacidad para autodirigirse.
Shearing comenzó esta forma de trabajo en 1988 junto a las autoridades de los planes de viviendas públicas de Canadá, complejos que se convertían en peligrosos y atravesados por problemas delictivos. Era muy dificultoso intervenir en esos lugares y nos pareció que un enfoque radicalmente distinto era el apropiado. Una tarea que apuntara a que la propia gente identificara sus problemas y los recursos que querían utilizar para resolverlos, explicó. Y aseguró que en pocos meses se notó una importante diferencia. Areas que eran consideradas peligrosas, donde la gente grande se encerraba en sus casas, se convirtieron en lugares donde las personas se animaban a caminar en libertad, señaló. A su vez, la experiencia sumó a instituciones oficiales como la Policía Provincial de Ontario, el sistema de viviendas públicas de Toronto y la real policía montada de Canadá. Y permitió que la experiencia sea transferida a otros lugares del mundo.
Los mismos principios fueron aplicados en políticas de seguridad gubernamentales de Sudáfrica, tanto en el proceso de transición democrática como en las zonas donde viven los sectores más pobres de ese país y en foros de discusión sobre la reformulación de la política de seguridad en Irlanda del Norte. A cada lugar no se lleva un modelo, sino ideas, principios, valores, para que se produzca un modelo particular de trabajo, indicó Shearing.
La idea de desarrollar el trabajo en Rosario lleva más de cinco años de consulta y estudio. En los últimos 18 meses los especialistas comenzaron a trabajar en las comunidades elegidas, pero recién en abril próximo comenzará la implementación cabal del proyecto, que tendrá una duración de tres años.
Lo ideal es que los foros de discusión, o Comités de Paz, se desarrollen en forma simultánea a la construcción de los perfiles de cada comunidad, para que se puedan comenzar a resolver problemas puntuales y tangibles, indicó Wood.
Por su parte, Font indicó que cada una de las comunidades rosarinas se acercó al proyecto de maneras diferentes y que a partir de los trabajos realizados, rápidamente surgieron a partir de tema central, la seguridad, otras temáticas más generales, como los problemas de género, o de edad. Ahora se trata de fomentar la creación de redes con las agencias del estado, para que puedan responder de manera innovadora a las demandas que las comunidades realicen, explicó.