Año CXXXIV
 Nº 48.985
Rosario,
martes  02 de
enero de 2001
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Admite que la Alianza carece de ideas para plasmar su proyecto
Terragno: "Un gobierno tiene que saber cuáles son sus objetivos de largo plazo"
El ex jefe de Gabinete sugirió que el entorno de De la Rúa lo está empujando a un rumbo equivocado y peligroso

Rodolfo Terragno pasa sus horas lejos del gobierno escribiendo un libro sobre la historia de la Alianza UCR-Frepaso, cuyo origen instala mucho antes de la foto de agosto de 1997, y recuerda, por ejemplo, la militancia antialiancista del radicalismo bonaerense. Se otorga a sí mismo haber impulsado la coalición desde la presidencia del comité nacional. El libro en proceso tendrá filo, contrafilo y punta, si uno se asoma a algunas de sus respuestas en la entrevista que concedió a La Capital en la sede de su fundación. Un gobierno no puede renunciar al pensamiento estratégico, tiene que saber cuáles son sus objetivos de largo plazo y adecuar sus políticas de corto y mediano plazo a esos objetivos, dispara, dando una señal inequívoca de que el gobierno de la Alianza todavía no encuentra el norte.
Es notorio que la elaboración de esa obra consume buena parte de su reflexión intelectual. En ocasiones, cuando el periodista le hace una pregunta de actualidad, en su discurrir mezcla las épocas, responde al dictado de su corazón y reparte rigor aquí y allá. A la corte con llegada a las orejas presidenciales que convenció a Fernando de la Rúa de que Terragno tenía su propio proyecto; a los errores funcionales, como sacarlo de cancillería y designarlo en la jefatura de gabinete dos días antes de jurar; o el incomprensible deseo de algunos de incorporar a Cavallo a las filas del oficialismo como una forma de protección electoral para las legislativas del año próximo. Como Sarmiento, Terragno no desestima ninguna arma. La espada, la pluma o la palabra, según el caso.
-En una entrevista con La Capital, el presidente dijo que algunos de los que salieron de su gabinete, se ocupaban sólo de sus proyectos personales. Pareció una frase dedicada a usted...
-Mi relación con De la Rúa siempre ha sido buena. Nunca he tenido un altercado o momentos de tensión. Mis diferencias con su gobierno no estaban vinculadas a la persona del presidente. Un gobierno no puede renunciar al pensamiento estratégico, tiene que saber cuáles son sus objetivos de largo plazo y adecuar sus políticas de corto y mediano plazo a esos objetivos. Cuando asumimos yo le propuse al presiente que lanzáramos el Plan Bicentenario, es decir que pensáramos cómo debía ser la Argentina en el 2010, cuando cumpla doscientos años de vida. Mi propuesta era que en el orden económico, apuntáramos a un ingreso per cápita de 15 mil dólares. No es un objetivo ambicioso, es lo que tienen hoy España e Israel, que están en el puesto número 25. Para alcanzar ese objetivo, nosotros tendríamos que duplicar el producto bruto en diez años, crecer a una tasa interanual de 6 por ciento. Eso no se hace únicamente con el mercado interno y, por supuesto, no se hace con una política meramente fiscal. Hace falta una estrategia de desarrollo económico y una convocatoria al sector privado. Yo trabajé con ese propósito. Hubo alguna gente que debe haber soplado al oído del presidente que en realidad yo estaba planeando un proyecto político personal, de largo alcance. Yo tenía en claro desde el primer día que íbamos a tener ocho años de De la Rúa o cuatro de Alianza. O el gobierno de De la Rúa era un éxito y por lo tanto nadie le podía discutir la reelección, o el gobierno de De la Rúa era un fracaso y entonces venía el PJ o Chávez. Este fue mi diagnóstico, de modo que jamás trabajé para mí mismo.
-Usted dijo hace poco que De la Rúa le vació de poder la Jefatura de Gabinete. ¿Por qué cree que lo hizo?
-Hay mucha gente que se ha improvisado en este arte difícil de la política, y que fue a la Casa de Gobierno y como tiene la oreja del presidente le sopla cosas. Entonces les preocupaba que Alvarez, Storani, yo, estuviéramos en posiciones en las cuales pudiéramos compartir los éxitos y eximirnos de los costos. Hubo algunas decisiones, creo yo, poco funcionales: hacer que el vicepresidente que no es parte del Poder Ejecutivo, integrara el gabinete y asumiera el costo de subir impuestos o bajar salarios; y que Storani, en vez de ser presidente de la Cámara de Diputados y el cuarto en la línea de sucesión, debiera conducir la policía federal y a la gendarmería, o que yo en vez de ser canciller -como lo iba a ser hasta 48 horas antes de asumir De la Rúa-, lo cual me hubiera permitido crear una red internacional y mantenerme fuera del barro de la política interna, compartiéramos los costos con el presidente. Creo que quienes le aconsejaron esto al presidente le aconsejaron mal, porque lo pusieron en manos de los economistas, lo dejaron sin un gabinete políticamente fuerte.
-Ahora se ve que entre los funcionarios hay preocupación electoral.
-Hay muchos dirigentes políticos que se preocupan por las elecciones pero no saben como ganarlas. Creen que se ganan con aparatos o publicidad, la versión moderna de ese pensamiento es contratar a Dick Morris. Y no es que usted le encarga a Morris una campaña para que la gente deje de tener relaciones sexuales y consigue la abstinencia. No es así. La propaganda vende lo que es vendible. Uno no puede subir impuestos, bajar los salarios, aumentar la edad jubilatoria de las mujeres, y después querer ganar las elecciones. Creo que hay un gran error y en ese error está el origen de la pérdida de respaldo que ha tenido el gobierno de la Alianza en apenas un año.
-¿Piensa que De la Rúa podrá recuperar el espíritu original de la Alianza, el del 97?
-Es que esa no fue la Alianza original. Lo que se recuerda como la fundación de la Alianza es el momento en que claudicó (la UCR de) la provincia de Buenos Aires, que hasta ese momento se había negado, y se sumó a una alianza que ya se había hecho en la ciudad de Buenos Aires, en Entre Ríos, en el Chaco, que era impulsada desde el Comité Nacional. Lo que ocurre es que cuando finalmente se hace esa Alianza grande, digamos cuando el radicalismo bonaerense cede, porque hasta ese momento se había opuesto tenazmente, entonces se facilita la formación de una alianza fuerte. Ese es un momento importante, pero no lo es todavía para De la Rúa. En ese momento se forma el Grupo de los Cinco y los cinco éramos precandidatos presidenciales (De la Rúa, Alfonsín, Terragno, Chacho Alvarez y Graciela Fernández Meijide), los que podíamos aspirar a gobernar en nombre de la Alianza. Luego se produce una decantación. Primero Alfonsín renuncia a la batalla, y dentro del radicalismo quedamos De la Rúa y yo como precandidatos presidenciales, hasta el momento en que Alfonsín, Storani, Moreau, Casella y Posse, es decir todo el radicalismo de la provincia de Buenos Aires, unánimemente se pronuncia a favor de De la Rúa, lo cual me deja a mí sin chances. Como corresponde, retiro mi candidatura y apoyo al candidato de mi partido. Recién en ese momento Fernando emerge como la figura que sintetiza a la Alianza. Entre la foto de la fundación y ese momento, había pasado todo un proceso.
-Usted comparó las concesiones que De la Rúa hizo a los mercado con las del ex presidente Frondizi a las fuerzas armadas en la década del 60. ¿Esa etapa terminó o habrá nuevas presiones?
-Bueno, espero que el blindaje ayude a eso. Porque cuando usted tiene que emitir bonos para pagar la quincena, tiene que a pedir plata ir a los bancos locales, allí los bancos un día le piden que ofrezca una prensa y otro día le piden una libra de carne. Entonces, me parece que el blindaje da una oportunidad, hay que saber utilizarlo, espero que el gobierno sepa hacerlo.



El ex jefe de Gabinete Rodolfo Terragno.
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