Año CXXXIV
 Nº 48.984
Rosario,
domingo  31 de
diciembre de 2000
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Confirman prisión perpetua para el acusado por un crimen
La Cámara de Apelaciones ratificó la sentencia por el homicidio de Antonio Saksida, ocurrido en Villa Diego

La Cámara de Apelaciones en lo Penal confirmó la pena de prisión perpetua impuesta en primera instancia contra un hombre acusado por el brutal crimen de un vecino de Villa Diego.
Se trata de Jorge Alfredo Martínez, quien resultó condenado por el crimen de Antonio Saksida, de 68 años, asesinado el 15 de mayo de 1999 en su casa como desenlace de un robo. El cuerpo de la víctima fue hallado poco después por un familiar.
A Antonio Saksida sus amigos lo vieron por última vez un día antes de su muerte, en el boliche donde se juntaban a jugar al truco desde hacía 40 años. Veinticuatro horas después fue asesinado en el galpón de su humilde casa de campo de San Martín al 3000.
El crimen fue alevoso. Lo mataron a golpes y puñaladas para robarle unos pocos pesos y un par de electrodomésticos que aparecieron tirados en un campo lindero. Es que uno de los asesinos estaba tan borracho que tuvo que desprenderse de lo robado para poder llegar a su casa. Y siguiendo ese rastro lo encontró la policía.
Yo estuve cuando golpearon al viejo, dijo Jorge Alfredo Martínez cuando lo apresaron, y confesó con detalles las torturas a las que fue sometido el anciano. Y a pesar de que luego pretendió retractarse, Martínez fue condenado a prisión perpetua por el juez de Sentencia Antonio Ramos en un fallo que fue confirmado por la Sala I de la Cámara de Apelaciones en lo Penal. Juan Ramón Ledesma, otro hombre acusado de cometer el crimen, fue absuelto porque su participación en el hecho no quedó demostrada.
Antonio Saksida era soltero y vivía solo en una precaria y casi derruída casa de Villa Diego, donde tenía una pequeña parcela de campo. El 15 de mayo del año pasado su hermana fue a visitarlo, como todos los sábados, y lo encontró tendido en el galpón de herramientas ubicado al fondo de la vivienda.
El cuadro era aterrador. El hombre tenía los pies atados a un yunque con una bufanda y las manos cruzadas en la espalda con un cinto de cuero. Lo habían golpeado brutalmente y le habían asestado varias puñaladas para que dijera dónde estaba el dinero. Murió a causa de un fuerte golpe en el cráneo.
En la casa estaba todo revuelto. Faltaba un televisor, un radiograbador, una escopeta calibre 16 y un revólver calibre 22. Los artefactos aparecieron en un terreno lindero, escondidos en un tanque de lata en desuso, y eso marcó el camino hacia uno de los autores. Siguiendo ese itinerario, los policías llegaron a un lugar de quintas que termina en las barrancas del río, y en un rancho de bajada Espinillo y Bajo Paraná apresaron a Martínez.
Había vuelto a su casa en bicicleta, pero estaba borracho y tuvo que desprenderse de los electrodomésticos robados en el camino. El hombre reconoció que el día anterior había ido a la casa de la víctima a pedirle unas verduras, con la finalidad de comprobar si el hombre vivía solo.
El sábado fue con otros dos hombres. Entraron por la puerta trasera y lo golpearon hasta dejarlo inconsciente. Encontraron 40 pesos, pero querían más. Alguien les había dicho que el hombre había vendido el campo y buscaban el dinero de esa venta. Después lo llevaron al galpón y lo siguieron agrediendo, hasta que un golpe con una varilla de hierro lo mató.



El lugar donde fue asesinado Saksida.
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