Año CXXXIV
 Nº 48.984
Rosario,
domingo  31 de
diciembre de 2000
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Un año de cambios dramáticos en el ámbito político mundial
EEUU, la Intifada y la violencia de la ETA dominaron el conflictivo 2000
Pinochet, la destitución de Fujimori y el derrocamiento histórico del PRI en México marcaron a Latinoamérica

Londres.- La saga legal y política para definir el próximo presidente de los EEUU, los enfrentamientos entre israelíes y palestinos que cobraron la vida de más de 350 personas, y la nueva ola de violencia desatada por la ETA en España, fueron los temas que concentraron la mayor atención internacional en el año que se va. El 2000 fue también un año de cambios dramáticos, incluyendo los impuestos en Venezuela por Hugo Chávez, en México por Vicente Fox, en Perú por Alberto Fujimori y la disputa por el niño balsero Elián. Fue un año de juicios presidenciales, insurrección y desastres.
Desde los Andes hasta el Asia, desde Moscú hasta el Medio Oriente, numerosos mandatarios mundiales incurrieron durante el año en desaciertos o fueron víctimas del infortunio. De todos modos, la veleidosa fortuna favoreció a unos pocos, ya fuese en forma de victorias en las urnas, prodigios políticos o logros nacionales bien merecidos.
Al filo de la expiración del año, México inició una etapa histórica de su vida política con Fox, quien desafió al Partido Revolucionario Institucional que había gobernado durante 71 años, y ganó. Su asunción el 1º de diciembre, con su ambicioso programa de reformas, significó la primera transferencia democrática de poder entre partidos políticos mexicanos.
Otra figura latinoamericana populista que acaparó titulares fue el venezolano Hugo Chávez. En su primer año en el cargo promovió una nueva Constitución y ganó un plebiscito nacional para quebrar el poderío de los dirigentes sindicales. Las vicisitudes legales del ex dictador chileno Augusto Pinochet, fueron también temas que concentraron la atención internacional en el año que pasa. Ecuador también vivió su año de crisis político-económica-social, que culminó con la caída del gobierno del presidente Jamil Mahuad y la asunción de Gustavo Noboa. En Paraguay hubo momentos de tensión con levantamientos militares de los seguidores del general Lino César Oviedo.
Algunos mandatarios desplazados medraron entre bambalinas. El yugoslavo Slobodan Milosevic, cuyo régimen fue barrido por un levantamiento popular en octubre, estaba ya tanteando la posibilidad de un retorno político, siempre y cuando no corriera el riesgo de que lo juzgaran por crímenes de guerra, incluyendo las atrocidades cometidas por los serbios en Bosnia-Herzegovina, Croacia y Kosovo.
El presidente peruano Alberto Fujimori, depuesto en ausencia por un escándalo de sobornos que involucró al todavía prófugo asesor Vladimiro Montesinos, se refugió en la patria de sus antepasados, Japón, mientras proclamaba su inocencia. Colombia también se vio sacudida este año por la violencia guerrillera y paramilitar y el polémico plan de ayuda contra el narcotráfico, respaldado por EEUU.
Para algunos líderes, el 2000 fue un año de dulces promesas que se tornaron en amarguras. Pocos pasaron las vicisitudes del renunciante primer ministro israelí Ehud Barak, que empezó el año elogiado por sus iniciativas de paz con el viejo enemigo Siria, pero que terminó tratando de contener una sangrienta lucha contra los palestinos y de neutralizar el desafío de sus adversarios políticos de la derecha.
EEUU se convirtió en el hazmerreír de la prensa local y extranjera, que comparó a la potencia mundial con un país predemocrático por su incapacidad de definir el resultado de las elecciones presidenciales celebradas el 7 de noviembre, que finalmente le dieron el triunfo al republicano George W. Bush. En Gran Bretaña, Tony Blair vio cómo se desdibujaba su imagen por el fiasco del deficitario Pabellón del Milenio, el dudoso orgullo de las celebraciones del 2000, como también las protestas por los precios de los combustibles que semiparalizaron el país, sin mencionar los desastres del sistema ferroviario nacional.

El hundimiento del Kursk
El presidente ruso Vladimir Putin, ya con un año en el cargo, recibió una ola de críticas por su manejo del desastre del submarino nuclear Kursk. Muchos rusos pensaron que el frío ex agente de la KGB brindó poco consuelo a los familiares de los marinos muertos. Los contínuos desperfectos de la veterana estación orbital Mir, que puso en vilo al mundo por la amenaza de una caída descontrolada a tierra, también marcaron el año dificultoso para los rusos.
La desgracia se abatió sobre algunos líderes. La reunificación de Alemania hace una década fue el mayor logro del canciller federal Helmut Kohl. Pero su imagen se vio empañada por un escándalo de aceptación ilegal de fondos para su partido que data de su primer término en el poder. Y el pintoresco presidente filipino Joseph Estrada, que fue astro de películas de acción, terminó el año sometido a un juicio político por corrupción.
Pocos políticos recibieron laureles, entre ellos notoriamente el presidente Kim Dae-jung de Corea del Sur. El ex prisionero político ganó el premio Nobel de la paz por promover los derechos humanos y reconciliar las dos Coreas después de más de medio siglo de intensa enemistad.
Por otra parte fueron prematuras las versiones que daban por acabados a algunos de los gobernantes eternizados en sus cargos, que arrastraron un año más en el poder, demostrando a la vez que siguen dando dolores de cabeza a occidente. El presidente cubano Fidel Castro, con 41 años en el poder, aprovechó la propaganda que significó la saga del pequeño balserito Elián González, el niño de 6 años a quien su madre llevó a EEUU sacrificando su vida en el camino, y que finalmente fue devuelto a su padre y a Cuba.
Saddam Hussein, el presidente de Irak, continuó su largo enfrentamiento con la ONU negándose a las inspecciones de armas, interrumpiendo las exportaciones petroleras y explotando las grietas en las sanciones de una década.
La muerte puso fin a la presidencia de Hafez Assad en Siria. Le sucedió su hijo Bashar, educado en Gran Bretaña, lo que suscitó esperanzas de reformas económicas y políticas en un país que ganó fama de retrógrado y beligerante durante las tres décadas del régimen autocrático de Assad padre.
Durante el año 2000, el horror se apoderó también de España. Allí la organización separatista vasca ETA asesinó a 21 personas desde que rompió la tregua en diciembre de 1999. Este año, la ETA también sufrió importantes golpes, con la detención en setiembre de su cúpula y del número uno de la organización: Ignacio Gracia Arregui, alias Iñaqui de Rentería.


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