Salvador Di Stefano
El año 2000 no fue un buen año para los activos financieros. Las acciones en el mundo mostraron bajas por igual en todos los continentes, desde Asia que cayó un 40% pasando por las caídas de Wall Street, superiores al 20% y Europa con un 11,0% de baja. Esta situación no hace más que mostrar que a pesar de que el año 2000 fue el de más alto crecimiento en materia de actividad económica a nivel mundial, los activos financieros descontaron una desaceleración de la economía para el año 2001, mostrando una vez más que el mercado siempre se adelanta a lo que acontece en materia económica. En marzo del año 2000 el mercado norteamericano toca sus niveles máximos, y a partir de allí comienza un duro derrape que arrastra al resto de los mercados del mundo. Las empresas ligadas a la alta tecnología iniciaron un recorrido bajista, producto de que en sus precios se habían descontado ganancias hasta el 2050, cuando la dura realidad del mercado comenzó a mostrar cómo las utilidades que se esperaban no aparecieron. La tasa de interés internacional comenzó un retroceso importante, ubicándose en torno del 5,4% anual, un nivel muy bajo que beneficiará en el 2001 a los países emergentes altamente endeudados. Estados Unidos, otrora una locomotora que no paraba de crecer, ahora comienza a desacelerar su crecimiento y algunos economistas internacionales como Jeffrey Sachs creen que podría entrar en una brusca recesión económica que lleve al presidente de la Reserva Federal a bajar los tipos de interés. En los últimos 40 días el euro mostró una fuerte revaluación contra el dólar llevando la paridad de esta moneda de 0,83 a 0,93 por dólar. Esto también beneficia fuertemente a los países emergentes, ya que en su mayoría, ya sea por paridad fija o flotante con fuerte intervención del Estado, tienen su moneda atada al dólar estadounidense. En este escenario internacional el mundo nos sonríe, las tasas internacionales caen, lo que implica una baja en el costo del dinero e hiperliquidez en los mercados. Por otra parte, la devaluación del dólar implica una fuerte mejora en la competitividad de Argentina, que sumada a una suba en el precio de los commodities agrícolas internacionales nos muestra un mejor escenario para el 2001. Para el mercado doméstico el año 2000 fue un gran fracaso, ya que no fue el año de las iniciativas privadas. El Estado expulso del mercado de capitales, a todo emprendimiento nuevo que quisiera financiarse. Vivimos un año con altas tasas de interés que fueron las que atentaron con cuanto proyecto de inversión quisiera desarrollarse; fue el año en donde fue mejor especular que producir, en donde el producto bruto interno volvió a caer, y el gobierno no acertó en él diagnostico de la crisis. A poco de que el año termine parece encenderse una luz de esperanza: se consiguió el blindaje financiero -que por un año nos hará pensar en producir y no en especular- si llegamos a cubrir los vencimientos de amortización y renta de nuestros bonos. El presidente parece estar más decidido a tomar el toro por las astas, el Congreso se ha transformado en un pantano y ahora sacará las leyes esenciales para el crecimiento a través de decretos de necesidad y urgencia. En el 2000 la mejor inversión fueron los plazos fijos, pero en el 2001, no nos caben dudas que será el año de los bonos en primer lugar, y las acciones en segundo. Los bonos domésticos muestran rendimientos del 13% al 14% anual, según el plazo de los mismos, con lo cual, en un contexto internacional tan favorable como tiene Argentina y haciendo mejor las cosas que en el año 2000, estos títulos deberían mostrar un rendimiento del 10% al 11% anual, con lo cual la ganancia de capital y renta debería ser muy importante en el primer semestre del año. En cuanto al mercado bursátil es dable destacar que cuando asumió el presidente Fernando De la Rúa la Bolsa cotizaba en torno de los 660 puntos, y ahora esta desarrollando un mercado lateral entre los 400 y 420 puntos, no sería extraño que en el mediano plazo el mercado inicie un recorrido alcista que posicione a este indicador en torno de los 500 puntos para el primer trimestre del año, y en 600 puntos para fines del 2001. Es tiempo de tomar decisiones más osadas, los segundos años de Alfonsín (asumió en 1983 y en 1985 con el plan Austral el mercado mostró una fuerte suba) y de Menem (asumió en 1989 y en 1991 con el plan de convertibilidad se dio una mejora sustancial en las acciones) fueron muy buenos para el mercado. No todo es lineal, pero daría la impresión que en el 2001 estaríamos en condiciones de decir la famosa frase, esta es otra Bolsa, la que incorpora empresas a cotizar y da alegrías a los accionistas minoritarios, no la que sufrimos en el 2000 que fue la de fuertes bajas y retiro de empresas cotizantes. Con la esperanza de siempre, feliz 2001, que sin lugar a dudas será mucho mejor que el 2000 en materia de bonos y acciones.
| Las acciones tecnológicas empezaron su derrape en el 2000. | | Ampliar Foto | | |
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