Año CXXXIV
 Nº 48.984
Rosario,
domingo  31 de
diciembre de 2000
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Análisis político
Entre la ilusión y la incertidumbre

Isidoro Gilbert

Recuperar la iniciativa política, y sobre todo el tiempo perdido, pero también asegurar que ninguna de las condiciones del blindaje quede desnuda para cuando el FMI formalice este paraguas que aleja por un tiempo el peligro de la cesación de pagos, pintaron la impronta con que el presidente Fernando de la Rúa piloteó al morir el 2000 el mayor número de decretos ley de su y cualquier otro gobierno constitucional con costo político del que aguarda gratificaciones, particularmente en el despegue económico.
No es bueno para la calidad institucional gobernar sin el Parlamento, aunque un sector de la oposición mire para otro lado: es un mal precedente.
Todo costará. La reforma por decreto del sistema de jubilaciones a futuro provoca otro daño a la Alianza porque pese a las reformas introducidas al proyecto original, el Frepaso lo cruzará. Graciela Fernández Meijide no lo firmó; se fue a Chile para ser solidaria con su jefe, no con el presidente. Es una señal interna crujiente y bandera electoral opositora. El ex no aguarda cambios en economía hasta el segundo semestre con lo cual, estima, habrá un fuerte castigo electoral, aunque el peronismo no amplíe su universo de votos: hay variantes en camino como para temer fugas de sufragios por allí o para Domingo Cavallo.
La decisión del juez Carlos Liporaci, cerrando virtualmente la causa del escándalo en el Senado nacional, profundiza la herida del ex vicepresidente. Primero, porque convirtió en insulso su gesto de renunciamiento: creyó que provocaría una conmoción y duró lo que un perfume. Y dos, va a pensar que el alejamiento de Ricardo Gil Lavedra para colocar en el Ministerio de Justicia al hermano del presidente, fue un intento para bajarle la presión a un juez del que nadie sensatamente podría pensar en un juicio ecuánime. Es grave además porque lo sucedido incrementa la sospecha pública que aquí nunca pasa nada o que los que pidieron investigar el ilícito terminen siendo los procesados.
La reforma jubilatoria se convirtió en clave para el blindaje. José Luis Machinea la incluyó en los compromisos a cumplir ante el FMI, más que por reclamo perentorio del organismo financiero. A mediados de enero el Fondo estampa su rúbrica para dar luz verde al primer desembolso, 5.000 millones de dólares, el santo y seña para lograr que de a poco las tasas desciendan, con la ilusión de que retornen a las que se abonaban antes de que llegaran los huracanes, un 10%. Se conformarían con que oscilaran entre el 11 y el 11,5%.
La otra señal para los banqueros, la desregulación de las obras sociales, pretende explicársela como beneficiosa para las prestaciones, lo que es difícil de sostener; más claro hubiera sido decir que desbroza el camino a un mercado cautivo a capitales que se buscan con afán e intentar poner freno al déficit de la mayoría de ellas, que siempre termina enjugándose con aportes del Estado. Los dos decretos aseguran fondos para los intereses de la deuda a futuro, el único modo posible dentro del modelo de acumulación y distribución vigente.

Las predicciones
Los potenciales 20.000 millones de pesos que serán destinados a la obra pública son tan apetecidos por el gobierno central como los provinciales y por ello los gobernadores le dieron luz verde para que el presidente apelara al decretazo: es la única iniciativa real para intentar el despegue. Las predicciones de crecimiento son magras. En el presupuesto se ha fijado en 2,5% la suba del PBI, pero la norteamericana Merrill Lynch supone que no llegará al 1,3%, Econométrica piensa que podría ser del 1,5% y Miguel Angel Broda, un gurú, da un 0,8%. Si llegaran a cumplirse las profecías, los tiempos de cambios en el equipo económico se anticiparían al otoño en algo parecido a la emergencia nacional; es que la economía no generaría recursos para los compromisos externos y el blindaje, como otras cosas, sólo se vive una vez.
¿De dónde parten estas proyecciones? Primero, de la caída del PBI del 3,3% en el último cuatrimestre, que haría negativo el crecimiento en el primero del 2001 porque solo después de mayo-junio estarán listas las licitaciones para motorizar obras y viviendas para ir modificando el deprimido mercado laboral: son potencialmente 400.000 puestos probables, muchos de ellos en provincias angustiadas, lo que explica la buena onda de los gobernadores con la idea del ex ministro de Infraestructura Nicolás Gallo. Este ha retornado, en silencio, al entorno de su amigo el presidente, compensando las ideas de otros regresos a su oreja: la del banquero, Fernando de Santibañes. Otro origen del pesimismo nace de la creencia de que el flujo de capitales será insuficiente a todas luces.
No todos piensan en negro: la consultora Moody's augura una Argentina sorpresa, creciendo como Brasil, ahora por un excelente momento económico. Tiene en cuenta algunas de las variables positivas: la esperada caída de la tasa de interés en los EEUU, la depreciación del dólar y la mejoría del euro, acercándose a la paridad que conoció cuando dio a luz, combinación que convierte sin flotación ni modificaciones en la convertibilidad un peso exportador mejorando casi un 10%, a lo que se suman los mejores precios de gran parte de los productos exportables. Hay provincias como Entre Ríos, Mendoza, Chubut y Santa Cruz donde la reanimación comercial es fuerte, comenta eufórico un influyente diputado nacional radical.
De esa voz, como de otras del oficialismo, se oye una palabra mágica: expectativas, que habría que cambiarlas, acaso haciendo fuerza colectivamente con el paraguas del blindaje para hacer que los ahorros salgan de los colchones, se gasten o se inviertan, porque además de las obras de infraestructura están las pymes, esas dinamizadoras de empleos postergadas por las tasas usureras en gran parte porque el propio Estado secó la plaza tomándola de los bancos privados y de las AFJP, que han hecho su agosto.

Los temores
Pero son esperanzas de una minoría. En el radicalismo más intimo y en el Frepaso interno, no descartan un escenario de crisis para cuando la canícula sea derrotada por el calendario. En la UCR temen que si la tasa sigue siendo alta y en marzo, mirando bajo el agua, no se ven tendencias de crecimiento después de un verano inevitablemente estacional, se haga imperioso el cambio en la conducción económica. Machinea se puso el casco, y él que casi nunca ha viajado al interior a compenetrarse de sus problemas, piensa que después de que termine su periplo explicando al FMI y a inversores americanos y europeos sobre las bondades del programa para sus capitales, se hará una agenda para revertir esa falencia. Es la que originó la propuesta de Chacho de dividir Economía, en finanzas y producción, y que el ministro tomó como agresiva.
Los que olfatean un futuro difícil tratan de amortiguarlo tejiendo un blindaje político que le dé al presidente una base más amplia de sustentación. Es una idea de la que conversan Carlos Corach y Eduardo Bauzá, serenos operadores de Carlos Menem, con el presidente pero también con gobernadores peronistas. En un año electoral es difícil su implementación, pero si se analiza en frío, no en la calentura de un momento de excepción. En todo caso, ninguno de los presidenciables, Ruckauf, Reutemann o De la Sota, podría quedar afuera del convenio, pero tampoco el salteño Romero, que tiene sus seguidores entre los mandatarios menos fuertes. Kirchner nunca acordará: tiene su propio proyecto.
Que dos menemistas notorios estén en la primera línea de fuego de esa gestión (en enero se diluirá porque Corach se va de vacaciones a Vietnam, nueva meca turística de no pocos argentinos) no es una sorpresa: a los dos y a Menem les importa no estar ausentes ante la posibilidad de una irrupción de Domingo Cavallo, como el demiurgo para la crisis, con tantos poderes que puedan hacer del presidente un remedo de lo que fue José María Guido, sometido a los operadores económicos y modificando el mapa político. Algo se huele: un cambio de Machinea acaso no tenga una estación intermedia llamada Ricardo López Murphy como generalmente se piensa.
Un flamante tanque de ideas para la comunicación de Cavallo le ha recomendado silencio absoluto hasta fines de enero. Gran parte del mes lo encontrará en Alemania, Basilea y Davos, ese foro mundial de los que hacen los mercados, donde De la Rúa también aguarda convencerlos de que la Argentina está preparada para recibir capitales a granel. Raúl Alfonsín le dijo a un periodista británico, con su inglés irregular, que antes (Cavallo) tendrá que pasar sobre mi cuerpo, pero entre sus íntimos se evalúa qué pasaría en una emergencia probable. ¿Puede integrar el gobierno un adversario electoral?, es una pregunta. ¿Que hará Chacho ante esa posibilidad?, es otro interrogante. No hay respuestas a tantas preocupaciones.

El precio de La Tablada
Alfonsín es un viejo partidario de un amplio acuerdo político-social, pero disimula sus ansiedades. Lo de La Tablada lo quiso solucionar hace dos meses; De la Rúa dejó pasar mucho tiempo, dicen al lado del ex presidente. El actual vivió la conmutación como un trago amargo. Me lo tiró el menemismo, resume las trabas en el Parlamento, la decisión de la Corte Suprema donde un viejo radical como Augusto César Belluscio avaló la negativa a abrir para los ex milicianos la segunda instancia judicial. Nunca el presidente firmó un decreto con menos ganas que el que conmutó penas a los ayunantes, temiendo que un resfrío convierta el caso en una tragedia. Además, López Murphy amenazó con su renuncia, que amortiguó cuando alguien le demostró que ningún operador económico iba a creerle, que pensarían que era un pretexto para huirle a la crisis.
El jefe del Ejército dio seguridades de que no ocurrirán cimbronazos, pero sí una ola de protestas por parte de militares retirados. El general Ricardo Brinzoni hablará el 23 de enero, aniversario del sangriento asalto al regimiento de infantería en La Tablada, para hacer un llamado a la reconciliación. El quiere que termine el desfile de uniformados por los juicios de la verdad y espera apoyo del poder. La conmutación es un costo político interno. Según la Side, un 80% de los argentinos, con matices, estaba a favor del cumplimiento de la condena. Pero quién sabe: si alguien moría podía cambiar el viento. De la Rúa consigue un rédito frente a gobiernos europeos donde la agenda de derechos humanos es prioritaria. La Cidh también se lo reconoció. Las presiones no sólo llegan desde los mercados.


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