| | Editorial ¿Por qué no llegar al fondo?
| Cuando hace dos años el Concejo Municipal decidió por unanimidad prohibir el expendio de alcohol en los minimarkets de las estaciones de servicio -obviamente, la ordenanza contó con la promulgación correspondiente por parte del Departamento Ejecutivo-, la comunidad rosarina tuvo la certeza de que se había dado un importante paso en favor de la preservación de la seguridad de tránsito en las calles. Y que ello ocurriría de manera singular en horas de la noche y los fines de semana, con especial incidencia en las zonas de los locales de esparcimiento de la juventud. Al respecto, distintas organizaciones no gubernamentales vinculadas con la preservación de la seguridad amenazada por los accidentes de tránsito saludaron la medida como un aporte sustancial y oportuno. Un aporte en favor de su razón de ser: el resguardo de la vida. Incluso, este mismo diario se hizo eco de la promisoria novedad, a la que no vaciló en apoyar por cuanto para él constituía, como esos efectivos y disuasorios controles de la velocidad de circulación que son los radares, un progreso sustancial en procura de revertir una tendencia que se tornaba cada vez más preocupante. Realidad que no sólo tiene que ver con el facilitamiento de la posibilidad de conducir ebrio, sino por el atractivo que representan para los jóvenes -no importa si eventualmente son todos mayores de edad- esos luminosos y acogedores lugares de venta, entre otros productos, de bebidas alcohólicas que funcionan las 24 horas, todos los días. Ahora todo será distinto. Lo será por una decisión de la Corte Suprema de Justicia adoptada, en medio de la sorpresa generalizada de esta ciudad, con el voto en contra de su presidente, Roberto Falistocco, quien no en balde vive en Rosario y sabe de qué se trata. En efecto, el más alto tribunal de la provincia accedió a una medida cautelar de no innovar presentada por más de 20 negocios del rubro, que a partir de la prohibición y a tenor de su abogado patrocinante sufrieron una competencia desleal, monstruosa porque (otros) vendían alcohol enfrente y a los costados. Tal medida cautelar de no innovar significó que volviera a expenderse vino, cerveza, whisky, coñac, ginebra, champán, etcétera, en los minimarkets de las estaciones de servicio. Eso ocurrirá hasta que se decida la cuestión de fondo, que promete un debate encendido con la participación de autoridades, partidos políticos y organizaciones no gubernamentales vinculadas con cuestiones de seguridad en el tránsito. Es lamentable que antes de decidir sobre los efectos la Corte no haya agotado la consideración del tema de fondo.
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