Año CXXXIV
 Nº 48.984
Rosario,
domingo  31 de
diciembre de 2000
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Sint Maarten: Antillas con un toque naranja

Leonardo Freidenberg

En las patentes de los autos de Sint Maarten está escrito La isla amigable, frase que a poco de llegar a esta isla del Caribe bien puede ser confundida con uno de los innumerables mensajes destinados a promocionar las bondades de este territorio de las Antillas Holandesas. Sin embargo, a medida que pasan los días, la amabilidad de la gente del lugar y la belleza de las 37 playas que forma la costa transforman esas palabras en una verdad irrefutable: es muy fácil dejarse fascinar por Sint Maarten.
Ubicada a 448 kilómetros de Puerto Rico, a una hora de vuelo de Punta Cana y a escasos minutos de navegación de las islas Anguilla, Saint Barth y Saba -entre otras que integran las Antillas Francesas y Holandesas-, Sint Maarten expresa una particular síntesis entre las culturas caribeña y europea.
Descubierta por Cristóbal Colón en 1493, en el día de San Martín de Tours, españoles, franceses, holandeses e ingleses se la disputaron hasta que en 1648 pasó a ser gobernada por Holanda y Francia, luego de la firma de un tratado de convivencia que ha sido respetado desde entonces.
Pero no es sólo este pasado histórico el que determina la mezcla cultural que caracteriza a Sint Maarten. Allí conviven inmigrantes de 80 nacionalidades diferentes, muchos de los cuales llegaron a la isla de vacaciones y decidieron quedarse para siempre.
Receptora de turistas norteamericanos, europeos y sudamericanos -en mayor número venezolanos y argentinos-, a la isla llegan anualmente 600 mil pasajeros por barco, mientras que 800 mil lo hacen por intermedio de líneas aéreas. Desde Argentina, se puede acceder a Sint Maarten por Air Plus, aerolínea que se destaca por la amabilidad y excelente presencia de sus azafatas.
Todos ellos se sorprenden cuando son atendidos en su mismo idioma, ya que la gran mayoría de los pobladores habla inglés, holandés, francés y español, condición que refuerza el ambiente cosmopolita de esta isla sin fronteras.
En el aeropuerto, mientras esperaba su turno para presentar el pasaporte, el viajero pudo escuchar lo que le decía un padre a sus hijos: Ahora viene la parte en la que muere el muchachito de la película, a partir de ahora no vamos a entender nada, comentó al referirse a su desconocimiento del holandés y del inglés. Sin embargo, este hombre ataviado con una camiseta de Newell's y su hijo -que también vestía un modelo similar- presentaron la documentación de la familia ante un empleado que, para su sorpresa, hablaba en perfecto español.
Para conocer Sint Maarten es recomendable alquilar un auto, ya que si bien ésta puede recorrerse en poco más de dos horas, la distancia se incrementa por los caminos de montaña que comunican las distintas playas y centros de la isla.
Así, se puede iniciar el recorrido en Oyster Bay, muy cerca de la frontera holandesa, donde se encuentra Dawn Beach, una pequeña playa vecina al exclusivo Oyster Bay Beach Resort.
Luego de un baño en ese mar turquesa en el que pueden encontrarse arrecifes de corales, se puede continuar el viaje rumbo a Great Bay Beach, cerca de Philipsburg, centro comercial del lado holandés de la isla. Los amantes de los deportes acuáticos no deben perderse la excursión en kayak que se realiza en Simpson Bay Lagoon, donde durante un promedio de dos horas los visitantes navegan en esta laguna de aguas calmas.
El responsable de esta propuesta en la que se combinan deporte y turismo es Juan Pablo Piscione, un argentino que hace 11 años llegó a la isla a bordo de un barco con el que recorrió el mundo. Deportista y fanático de la náutica, Piscione comenzó organizando triatlones y se fue quedando, fascinado por el paisaje del lugar. Hoy continúa organizando eventos deportivos y ofrece excursiones en bicicleta por la montaña, además de los paseos en kayak, altamente recomendables aun para aquellos que no están en excelente estado físico.
Por otra parte, saliendo desde Bobby's Marina, en Philipsburg, se puede navegar en un velero de competición en pleno mar Caribe. En esta excursión, los pasajeros son repartidos en cuatro embarcaciones diferentes que compiten entre sí para llegar primero a la meta.
Por la tarde, cuando la arena todavía está caliente por el sol, se puede pasar por Orient Beach, centro nudista de la isla ubicado muy cerca de la frontera holandesa. En esta playa está habilitado el ingreso al público general pero, para evitar la presencia de turistas curiosos, no está permitido sacar fotos.
Un chapuzón y, luego, un peach daikiri en esa costa dorada completarán un día fenomenal, el primero de una estada en la que se puede navegar o volar a cualquier isla vecina, disfrutar del sol en playas solitarias y románticas o jugar unos dólares en cualquiera de los 12 casinos de lujo que tiene Sint Maarten.
Sólo para gourmets
Pocas capitales del mundo cuentan con la calidad gastronómica de Sint Maarten, donde en los escasos 60 kilómetros cuadrados que tiene, cerca de 400 restaurantes especializados en cocina italiana, argentina, francesa, mexicana, caribeña, india, vietnamita y china -entre otras múltiples procedencias- ofrecen exquisiteces a los visitantes.
Por las mesas, desfilan desde copas de langostinos, guacamole con tortillas y tacos, hasta platos de alta cocina internacional, resultando ser la gastronomía uno de los atributos más destacables de esta isla de las Antillas Holandesas.
En Front Street, arteria donde se concentra la actividad comercial, están instalados algunos de los mejores restaurantes, como L'Escargot -por caso- donde las especialidades francesas se sirven al compás de la música de Edith Piaf, invitada permanente.
El restaurante Antoine -atendido por su dueño, Jean Pierre- ofrece un ámbito elegante y relajado, con ventanales orientados hacia el mar y excelentes pastas, sopas de pescado locales y platos de alta cocina francesa.

El viejo capitán
Enamorados del clima y de las playas de la isla, muchos de los inmigrantes que residen en la isla decidieron radicarse luego de pasar allí unas vacaciones. Mario, dueño del restaurante especializado en comida china y japonesa, The Old Captain, fue uno de los que llegó de visita y se quedó para siempre: Vine por diez días y decidí instalarme. La llamé a mi mujer a Holanda, donde vivíamos, y le dije que vendiera todo y se viniera, que esto era el paraíso, recuerda mientras observa el mar que se pierde en el horizonte. Poco después, muestra con orgullo las fotos que documentan el paso de la reina Beatriz por su restaurante.
Cualquiera de los locales gastronómicos de Simpson Bay -otro de los centros comerciales de la parte holandesa de la isla- es un buen lugar para hacer un alto en el camino. En Turtle Pier, edificación de madera próxima al aeropuerto construida sobre el mar, se puede saborear una ensalada Caesar con salsa de ajo, o un riquísimo pescado a la parrilla mientras se ven cardúmenes de peces de colores desde la mesa.
Muy cerca de allí, en Almond Grove, se encuentra Espartaco, restaurante italiano instalado en las ruinas de una plantación de caña de azúcar, donde se sirven platos de finísima factura elaborados con productos característicos de la cocina mediterránea.
The Boat House es otro de los sitios para recomendar. Con una acogedora ambientación marina y grandes ventanales con vista al mar, el menú incluye especialidades jamaiquinas -como las alitas de pollo extrapicantes-, ostras y ensaladas variadas, entre otros platos. En verdad, la oferta gastronómica de la isla se vio enriquecida por el aporte de las cerca de 80 nacionalidades que allí conviven. Tanto, que la comida se suma a la lista de atractivos que ofrece esta porción de tierra rodeada por el mar.
La venta de oro, diamantes, artículos de electrónica, perfumes y cosmética -entre otros productos de primera calidad- es una de las principales actividades económicas de Sint Maarten. No es para menos, los cerca de 1.400.000 visitantes que anualmente llegan a la isla recorren sus calles en la búsqueda de novedades de todo tipo a precios libres de impuestos.
En Philipsburg, principal centro comercial del lado holandés de la isla, los negocios ofrecen relojes joyas, perfumes y bebidas alcohólicas a precios irrisorios, menores incluso que los de Miami, ciudad reconocida por su oferta comercial económica.
Por eso, varios días a la semana y, en ocasiones, más de una vez al día, los pasajeros de los cruceros que hacen escala en el puerto de Sint Maarten, entre otros turistas, se acercan a las calles céntricas para comprarlo todo: artesanías caribeñas, licores de guavaberry (bebida local que se consume fundamentalmente en Navidad y Año Nuevo), cámaras de fotos y alguna novedad en materia de electrónica, entre otros productos.
A lo largo de Front Street -calle principal que se extiende por alrededor de 20 cuadras- se alternan los locales de reconocidas marcas francesas, suizas, italianas y norteamericanas con restaurantes y comercios menores, dedicados a la venta de recuerdos turísticos, remeras y productos típicos.
Entretanto, en Back Street -arteria paralela a Front Street- los negocios están dirigidos al público local y se caracterizan por tener precios muy económicos en las prendas de procedencia india, una de las principales colectividades dedicadas al comercio textil en la isla.



El fascinante territorio de las Antillas Holandesas.
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