Tres horas después de la experiencia vivida Elena Bustillo y Marcelo Puchetta tienen el susto marcado en las caras. Ayer a las 15.30, mientras acomodaban unos cajones en el maxiquiosco donde trabajan, en Buenos Aires e Ituzaingó, fueron visitados fugazmente por dos ladrones jóvenes y armados que, nerviosos y violentos, les quitaron la poca plata que tenían en la caja y unos cuantos cartones de cigarrillos. Se la tomaron especialmente con Marcelo, a quien le dieron un golpe y le apuntaron a la cabeza durante los minutos que duró el atraco. Para Elena lo peor no fue el robo. Al fin y al cabo se llevaron unos 30 pesos y un poco de mercadería. Pero al hacer la denuncia en la comisaría 4ª me dijeron que no había forma de reforzar el patrullaje. Me contaron que no tenían móviles para andar por la calle. Es un mensaje interesante para los delincuentes, que saben que tienen vía libre para volver cuando quieran, expresó. Los dos ladrones llegaron en una moto de 125 centímetros cúbicos. Ingresó uno de ellos en el negocio, ubicado en una de las ochavas, y le pidió un atado de cigarrillos a Elena. Cuando se lo daba entró el otro y sacó un arma. Lo golpeó a Marcelo para que se tirara al piso. Sacaron los cigarrillos y se fueron, planteó la joven. Enseguida treparon a la moto y salieron en contramano por Buenos Aires hacia Cerrito. Elena y Marcelo tienen cuatro hijos. Por fortuna nuestros tres hijos mayores habían ido a la colonia y la beba de dos meses, que suele estar aquí, estaba durmiendo, cuenta Elena. Su inquietud de fondo no es, sin embargo, el episodio que acababa de sufrir. Asaltos hay en todos lados. Lo preocupante es que la policía dice no tener móviles para vigilar. No pasa ningún patrullero y acá hay robos continuamente. El viernes pasado robaron, en esta misma cuadra, en un taller mecánico. El sábado en un local en frente. Si saben que no hay control los robos van a seguir.
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