| | cartas El arte de la fealdad
| El mes pasado, leí la carta titulada Crítica al encuentro de escultores de Rosa Sáenz, quien manifiesta que todo lo realizado en dicha muestra son mamarrachos llamados arte. Efectivamente, no sería el primer caso que la posteridad premie a ese tipo de esculturas como trabajos de alta calidad artística. El arte que diariamente se está exponiendo hoy tiene la denominación de Arte de la fealdad. Jean Dubuffet, pintor francés, a los 66 años después de más de un cuarto de siglo pintando lo que él llamaba el art brut, asqueado de los fracasos abandonó los pinceles y emigró a Buenos Aires para trabajar como operario calefaccionista. Previo a ello donó sus 163 cuadros. Pero Carmen Giménez, conservadora del Museo Guggenheim de Nueva York, seleccionó 66 obras de este artista las que por medio de la Fundación Bbva, se presentaron en Madrid como los Dubuffet de Dubuffet, premio que para Jean le cambió su vida por completo. Hoy el artista, busca poner ante los ojos del público cualquier objeto, combinación de colores o trazos pueriles que resulten sorprendentes, ejemplo: Jugadores de balón en la playa y El sombrero de tres picos, en París o Las meninas en Barcelona, todos de Picasso, en ambos museos homónimos del pintor. Lo fundamental es que el espectador no haya visto antes tales engendros y al admirarlos ponga cara de sorpresa, que es lo que se valora y se paga. Es el camino que le queda al artista contemporáneo para poder subsistir, provocar emoción y críticas favorables o no. Roberto Linares
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