Marcelo Menichetti
Bajo el cielo limpio de una cálida noche de verano, la Orquesta Sinfónica Provincial de Rosario, dirigida por el maestro español Carlos Cuesta López, brindó el jueves último su habitual concierto de cierre de temporada en el Patio Cívico del Monumento Nacional a la Bandera. Esta vez contó con la participación, en calidad de invitada especial, de la juvenil soprano santafesina Virginia Tola. Con un marco de público que colmó las escalinatas del Monumento y que fue creciendo a medida que avanzó la función, pasadas las 21, la orquesta ofreció la cobertura de El barbero de Sevilla transportando a los espíritus sensibles. Sin embargo, el mágico viaje musical fue interrumpido por un sorpresivo corte de energía eléctrica dejó a los músicos sin sonido y al escenario sin luces. Inmediatamente el público regaló un aplauso que disimuló el bache y, tras un minuto de nerviosas y afanosas gestiones de los sonidistas, los artistas reiniciaron su interpretación, que terminó coronada por cerrados aplausos salpicados por algunos entusiastas bravos. La gran cantidad de paseantes que circulaban por la zona se agregó al público que desde temprano esperaba la función, mientras hacía su ingreso a escena Virginia Tola, la joven soprano de la ciudad de Santo Tomé, recibida por cálidos aplausos. La cantante que obtuvo el Premio Reina Sonja en Oslo, Noruega, en 1999 y que es ahijada artística de Plácido Domingo, se presentó ante el público de Rosario cantando Una voce poco fa, de Mascagni y a poco de hacer oir su caudalosa y modulada voz se ganó la incondicional adhesión del público rosarino. La vocalista ofreció interpretaciones ricas en modulaciones y exactas en la afinación subrayando cada palabra con un gesto apropiado. Así resaltó su gran expresividad y su consustanciación con el espíritu de las obras presentadas. Un grato descubrimiento para muchos assitentes al concierto que fue premiado con prolongados aplausos. La orquesta, que brindó la siguiente obra instrumental, se mostró atenta a la enérgica dirección del maestro español. El director es un joven músico que consigue transmitir su pasión con enfáticos movimientos desde la batuta. Un acertado juego de cámaras reflejó en las pantallas gigantes que flanqueaban el escenario los gestos y las expresiones de Cuesta López en diferentes pasajes de las obras que dirigió con profunda convicción. El recurso visual permitió apreciar el espectáculo desde ángulos desconocidos, ya que el director de la orquesta siempre se encuentra de espaldas al público y de no ser por la filmación, es imposible apreciar sus expresiones durante las ejecuciones. Una buena planta de luces completó la ambientación del lugar, otorgando un llamativo marco al tradicional concierto de fin de año. Sin embargo, los juegos de luces sobre la torre del Monumento produjeron distracciones y rompieron el encanto en algunos pasajes musicales cargados de dramatismo. El programa desarrollado por los artistas fue alternando intervenciones instrumentales con los esperados ingresos de la soprano, que interpretó La forza del destino y Liberamente oh piangi en el furgente un volo Atila, Tacean la note plácida mostrando una fuerte personalidad a la hora de cantar. Nuevamente los acercamientos de las cámaras evidenciaron cierto brillo en sus ojos denunciando las emociones profundas de la artista. Los pasajes instrumentales ofrecieron la posibilidad de escuchar el Intermezzo de Cavalleria Rusticana, la obertura de La traviata y 1812 en una performance que rubricó la alta calificación técnica de la orquesta rosarina. La epopeya de la obra de Tchaikovsky sonando con toda su carga dramática tuvo un espectacular correlato en el cielo, iluminado por salvas de bombas y fuegos artificiales que sumaron su colorida magia a la sugerencia de la música. La Orquesta Sinfónica Provincial de Rosario cerró con este brillante concierto la temporada 2000. La presentación de Carlos Cuesta López y la gratísima sorpresa en que se transformó la actuación de la soprano Virginia Tola, constituyeron un mix que redondeó un excelente concierto. La cantante dejó al público con ganas de seguir escuchando su hermosa voz matizada por guiños y mohínes cómplices que, lejos de sobrecargar sus interpretaciones, las dotaron de un encanto que rompió todos los protocolos. El público le relagó el premio de sus sinceros aplausos y le prodigó sentidos bravos en su debut en Rosario. En suma, un concierto ideal para cerrar una temporada artística plena como la desarrollada durante la temporada 2000 por la Orquesta Sinfónica Provincial de Rosario.
| La joven soprano tuvo un debut brillante en Rosario. | | Ampliar Foto | | |
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