| | Cumbre aliancista El detrás de la escena del reencuentro
| Mauricio Maronna
Cinco minutos después de que el jefe del Estado Fernando de la Rúa finalizara una entrevista con La Capital, Carlos Chacho Alvarez, más bronceado que lo habitual, con visibles kilos de más y su eterna predisposición a la sonrisa, ingresó al despacho presidencial para comenzar el promocionado encuentro, que se extendió por dos horas. La llegada del ex vicepresidente a la Casa Rosada actuó como disparador de comentarios irónicos de parte del grupo de asesores más allegados a De la Rúa. Chacho tuvo que venir a casa, festejó uno de los funcionarios, mientras que alguien -no menos filoso- empezó a cantar el jingle de la campaña aliancista en uno de los pasillos de la sede gubernamental. Durante la entrevista que este diario publicará el domingo próximo, el presidente trató de bajarle los decibeles al encuentro con el líder del Frepaso y sostuvo que es la demostración de que la Alianza está viva. Además, De la Rúa realizó una autocrítica y admitió haber cometido algunos errores que posibilitaron que Alvarez se alejara de su cargo. Mientras una nube de periodistas de todos los medios esperaba a los protagonistas de la reunión, un grupo coral entonó el villancico Noche de Paz ante un reducido auditorio integrado por sólo cinco personas. El silencio que reinaba en la Rosada permitió que esas voces se filtraran en el despacho donde De la Rúa y Alvarez parecían estar fumando la pipa de la paz. Cuando La Capital se retiraba de la Casa de Gobierno, un funcionario comentó: Ahora somos la Alianza Lima, en referencia al equipo peruano de fútbol. Una muestra de que, más allá de la puesta en escena, las diferencias que subyacen en el seno de la coalición no se arreglan con el presidente y su ex vice mostrándose juntos por televisión, en horario central.
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