Año CXXXIV
 Nº 48.976
Rosario,
viernes  22 de
diciembre de 2000
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Intentaban debatir la implementación de un examen para los ingresantes
Insultos y puñetazos en el consejo directivo de la Facultad de Derecho
La reunión terminó en hechos de violencia entre estudiantes y docentes. Denuncias cruzadas. Todo un bochorno

Laura Vilche

Lamentable. Lo que se vivió ayer por la tarde en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) bien merece ese calificativo. Corte de calle, forcejeos, puñetes e insultos entre alumnos y docentes, reemplazaron al debate académico. Todo hacía suponer que el consejo directivo de la facultad discutiría un proyecto, impulsado por el decano Ernesto Granados, que pretende que los aspirantes a la carrera aprueben un examen como condición para cursar las materias de primer año en calidad de regulares a partir del 2001. Pero la historia fue otra y bastante grotesca. Granados junto a sólo catorce de los veinte consejeros definieron -puertas adentro de su despacho- que la cuestión se seguirá discutiendo el próximo 3 de enero. Mientras tanto, los seis estudiantes que quedaron afuera, denunciaron que la reunión merecía ser declarada nula argumentando que se había sesionado a sus espaldas y el decano se defendió: No estaban dadas las condiciones de seguridad para continuar normalmente.
El clima era ensordecedor antes de que diera comienzo el plenario del consejo directivo. El sector opositor de los estudiantes reunió a 80 alumnos que, en un hall inundado de gritos y redoblantes de bombos, repudiaron una vez más el proyecto que impulsa la evaluación a los ingresantes. Elaboraron un comunicado y otorgaron poder a sus consejeros, que dentro del sector estudiantil son mayoría en el cuerpo, para votar en contra de la iniciativa.
Minutos más tarde comenzó el esperado cónclave de los consejeros en la sala de profesores. Apenas se ubicaron los representantes alrededor de la mesa central, encabezada por el decano, comenzaron a ingresar los alumnos y representantes de la Federación Universitaria de Rosario (FUR) que minutos antes habían estado en el hall. Entraron con sus carteles de Maldito examen a cuestas y con banderas, y en pocos minutos coparon el salón. Afuera, mientras tanto, seguían retumbando los sonidos de bombos y petardos.
El decano pidió a los alumnos que se expresen abierta y democráticamente pero que no impidan el libre debate de los miembros del consejo directivo. Y en un clima donde la gente estaba por demás de apretujada, se leyeron los once puntos del orden del día. Había tensión.
Los temas eran diversos: concursos docentes, un proyecto sobre derechos humanos, una casilla de correos gratuita para los alumnos. Pero nadie parecía realmente interesado en alguno de ellos. El tema esperado sin dudas era el examen de los ingresantes.
Cuando todo hacía suponer que comenzaría el debate, la presidenta del centro de estudiantes, Julieta Calógero, pidió permiso para leer el flamante comunicado de repudio de los estudiantes.
Fue otorgado, y a reglón seguido, los alumnos comenzaron a cantar el Himno Nacional a viva voz. Salvo dos docentes oficialistas, el resto de los consejeros se puso de pie y también comenzó a cantar.
Cuando el consejero docente Miguel Ciuro Caldani intentó expresar una moción de orden se repitió el canto, al que comenzaron a sumarse las más diversas y tradicionales consignas: Universidad de los trabajadores, y al que no le gusta, se jode, se jode, se oyó junto a ...si pasa el examen qué quilombo se va a armar.
La cosa no daba para más. Se levantó el decano y lo siguieron el resto de los consejeros. El destino no era otro que el Decanato.
El problema es que allí intentaron entrar todos otra vez. Y se armó. Vos con el bombo no entrás, gritó Martín Cárcamo, un directivo de la facultad. Yo entro, tengo derecho, le contestó un alumno. Y allí nomás empezaron los forcejeos.
Voló un puñete y luego otro, y otro más. Varios cayeron sobre el consejero docente Benito Aphalo. Gritos. Insultos. Algunos consejeros lograron entrar a salvo al despacho del decano. Se cerró la puerta con llave y los seis estudiantes que quedaron afuera comenzaron a reclamar: Que nos dejen entrar, están sesionando sin nosotros.
Lo que siguió no fue más pacífico. El decano acusó a los alumnos de que no se dejó sesionar y elaboró un comunicado donde pidió disculpas a la ciudadanía por el vergonzoso espectáculo que brindara una minoría de jóvenes entre los que hay estudiantes de nuestra facultad. Los alumnos le gritaron mentiroso.



Batalla campal. Hubo docentes golpeados.
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