| | La elegida de la semana Cine: navidad de los solitarios Felicidades, de Lucho Bender, narra con ironía historias de Nochebuena
| Felicidades comienza con una escena emblemática del Monumento a la Bandera, en Rosario, y cuenta la historia de varios personajes en una noche de Navidad. Está protagonizada por el rosarino Luis Machín, Pablo Cedrón, Marcelo Mazzarello, Carlos Velloso y Mariana Arias, entre otros, bajo la dirección del también rosarino Lucho Bender. La película es la ópera prima de Bender y fue elegida para representar a la Argentina en la competencia por la mejor película en lengua no inglesa en la próxima edición del Oscar. El debut internacional fue en el Festival de Venecia, donde fue exhibida en la sección Semana de la crítica. El filme es un cruce de varios aciertos de este director proveniente del cine publicitario, como las escenas de raigambre teatral y la estructura episódica. Bender puso esas ideas al servicio de una serie de historias independientes, al estilo de Noche en la tierra, de Jim Jarmusch, o Ciudad de angeles, de Robert Altman. Los personajes de Bender, quien escribió el guión en colaboración con Pablo Cedrón y Pablo Loeb, se mueven en el filo de una calurosa Nochebuena. Son solitarios y desesperados que intentan con esfuerzo hallar el mecanismo que les permita comunicarse, al tiempo que funcionan como un espejo de las relaciones sociales en el país. Felicidades despliega una ironía oscura y un sarcasmo inquietante, muy cerca de una pesadilla de realismo mágico. Los personajes que animan esas situaciones pueden ser un actor cómico que anima una fiesta tradicional judía con una versión de Sobreviviré en hebreo, o un padre que recorre las deshabitadas calles de Buenos Aires buscando sin éxito y a último momento, cualquier regalo para su hijo. También están un médico de guardia que ve cómo se frustra una conquista sexual cuando un inválido se cruza en su camino, o un grupo de policías que con la excusa de un allanamiento vacían un departamento. Hasta la primera mitad el filme se desarrolla en un tono de ironía y momentos cómicos, para dar paso a una introspección de los personajes que por momentos resultan en forzados simbolismos. Sin embargo, los actores saben sacar provecho de las situaciones que les propone el guión y revierten lo que amenaza convertirse en graves reflexiones con remates imprevistos.
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