Año CXXXIV
 Nº 48.973
Rosario,
martes  19 de
diciembre de 2000
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Una visión de la noticia
Recordando a Julio De Caro

Luis Gerovitch

El Día Nacional del Tango fue establecido para conmemorar la fecha, coincidente, del nacimiento de Carlos Gardel y de Julio De Caro, dos grandes representantes de esta expresión popular que refleja fielmente una etapa de enorme creatividad de los argentinos.
El tango sigue reafirmando su vigencia, a pesar de los enormes cambios que se van produciendo con las nuevas tecnologías globalizadas que unifican los gustos de consumo; sin embargo el tango mantiene su singularidad como producto de una rica historia construida a través de un largo siglo. No cabe duda de que el tango sigue vivo porque tuvo la enorme virtud de cambiar y renovarse en los momentos oportunos, y en estos cambios la figura de Julio De Caro jugó un papel sobresaliente.
De Caro nació el 11 de diciembre de 1899, y en las décadas del 20 y 30, una época de oro, revolucionó el espacio tanguero, convirtiéndose en el innovador de un movimiento musical que mereció el calificativo de vanguardia, en una época de modernización, acorde con una Argentina que transitaba por años de prosperidad y crecimiento.
Un gran mérito de De Caro fue haber sintetizado y recreado todo lo anterior de la guardia vieja del tango, introduciendo novedades que chocaban con los viejos esquemas utilizados por los conjuntos musicales de aquel entonces. Su primer sexteto fue la base y el modelo seguido por las posteriores formaciones orquestales típicas: dos violines, dos bandoneones, un contrabajo y un piano. Julio De Caro tocaba un original violín corneta que le daba mayor amplitud al sonido; lo acompañaban, en aquellos orígenes, sus hermanos Francisco en el piano y Emilio en violín, Ruperto Thompson en bajo y los bandoneones a cargo de Pedro Maffia y Luis Petrucelli; posteriormente éste fue reemplazado por Pedro Laurenz, constituyendo con Maffia un dúo de excelencia en la evolución del tango.
Pedro Maffia decía que De Caro deseaba para el tango la mejor categoría musical; quería darle colorido e interpretación adecuada, fraseos y octavados en el bandoneón, solos de violín y de piano para cada pieza. En fin, algo muy especial, que ennobleciese al tango, respetando la autenticidad y la creación de cada autor.
Efectivamente De Caro le dio jerarquía al tango. Sus músicos abandonaron el disfraz de gaucho con el que actuaban y se pusieron el frac aristocrático. Con su orquesta el tango entró a los salones y a las confiterías de moda que se abrían en las grandes ciudades: Buenos Aires, en primer lugar, luego Mar del Plata, Montevideo y las playas de Brasil bailaron con su música. En aquellos años locos, Montecarlo, París y otros lugares de Europa fueron testigos de las ceremonias tangueras oficiadas por De Caro; también fue el primero en llevar al tango a la Casa de Gobierno durante la presidencia de Alvear.
Lito Bayardo, el rosarino que nos legó la canción Rosario de Santa Fe, recordaba en un libro de memorias la gira que hizo con la orquesta de De Caro; actuaron en Rosario en octubre de l928 en el Teatro Nacional -donde después se construyó el cine Gran Rex-; con ellos estaba un joven recitador criollo, Fernando Ochoa, y Lito Bayardo cantaba con un trío.
También actuó De Caro aquí en el viejo teatro San Martín (ubicado en Santa Fe y San Martín) y en otros espacios populares de nuestra ciudad en memorables actuaciones. Muchos grandes intérpretes de esta música popular se sintieron herederos de lo que se llamó la escuela decareana, cuyos referentes principales fueron Julio y Francisco De Caro, Pedro Laurenz y Pedro Maffia. Ellos dejaron una obra que forma parte de la historia grande del tango: Todo corazón, El monito, Guardia vieja, La rayuela, Tierra querida, Copacabana, Boedo, de Julio De Caro; Flores negras, Loca bohemia, de Francisco De Caro, o Mala junta, Orgullo criollo, de Laurenz y J. De Caro, son algunos ejemplos de lo que pudo lograr la inspiración de estos artistas notables.
Recientemente se editaron en CD sus grabaciones de los años 1926/28; volver a escucharlos es un placer reservado para quienes saben gozar de la buena música del tango que nos transporta hasta alturas más acordes con una calidez humana que no debe abandonarse.


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