Andando la noche

Rosario tiene alma de peña

Marcelo Menichetti

Existe poca gente capaz de confirmar lo que dice con hechos. Así andamos a los tropezones por la vida, saltando entre alegrías y desilusiones y nos sentimos a años luz de aquel desafiante dicho popular que ponía en la boca de un criollo la frase: Lo que digo con el pico lo defiendo con el cuero.
Sin embargo, hay personas que no sólo no borran con el codo lo que escribieron con la mano, sino que arriesgan mucho para demostrar que son capaces de hacer ellos mismos lo que reclaman en los demás.
En la noche fresca y serena del sábado último, el patio de la Escuela Pestalozzi fue, por unas horas, escenario del folclore argentino. El espacio habitualmente recorrido por los escolares se pobló con ecos de bombos, guitarras y violines. El aire embalsamado por el aroma de los siempreverdes en flor que sombrean el lugar, fue calentado por unos cuatrocientos peñeros rosarinos que se dieron cita allí para aplaudir, entre muchos otros, al formidable Dúo Coplanacu.
Los santiagueños llegaron a Rosario por gestión de Marcelo Nocetti y José Luis Torres, dos osados hombres de radio dedicados al folclore, que se empecinan en respaldar con realizaciones lo que reclaman desde el micrófono. Esto es, abrir las puertas para que la música argentina no sea un porcentaje obligatorio sino que llegue al público ofrecida directamente por sus hacedores.
La excusa fue el festejo del sexto cumpleaños de El canto del viento, que se emite por LT8. Pero la verdadera fuerza de la convocatoria se encuentra hundida más profundamente en el tiempo y en los corazones de la gente que siente al folclore. La sucesión de artistas como Martín Neri, Pablo y los del Tuyú, Juan Manuel Stenta, Patricia Duré y el Dúo Encuentro que actuaron en la peña, se coronó con Coplanacu, un dúo que tiene un corazón tan grande como el bombo de Julio Paz, tan humilde como el violín de Andrea Leguizamón y tan sentimental como las canciones de Roberto Cantos.
Como para seguir creyendo.