Rodolfo Montes
Fabián Gianola es un actor múltiple que triunfa en la conducción de Televisión Registrada por América, junto a Claudio Morgado y en Mar de fondo, un divertimento deportivo de medianoche, que va por TyC Sport. Allí comparte la conducción con Alejandro Fantino. Ese programa para mí es como un libre albedrío, dice, sincero, Gianola. Además este verano repite la temporada en Mar del Plata de la mano de Nito Artaza y Miguel Angel Cherutti, con El último de los amantes ardientes, que contará con la novedosa presencia de Emilia Mazer, una actriz debutante en la comedia comercial veraniega. En una extensa charla con Escenario, cuenta los distintos momentos de una vida agitada y el reposo actual en una estupenda casa en un country del gran Buenos Aires, junto a su mujer, sus hijos y sus amigos, que suelen ser homenajeados con celebrados asados hechos con la mano maestra del gran comediante. -¿Por qué crees que los espectáculos de Cherutti y Artaza son tan taquilleros? -El género que hacen Artaza y Cherutti tiene varias atracciones y no sólo el humor. Además son dos personas muy brillantes. Ellos tuvieron la oportunidad de partir del talento e ir creciendo. Cuando vos tenés en tu haber ese recurso tan preciado y le agregás producción, la cosa va para adelante. -Con la llegada de Emilia Mazer al espectáculo del verano, ¿se puede decir que hoy más que nunca muchos actores con tradición de teatro culto se vuelcan hacia propuestas de entretenimiento, más comerciales? -Es verdad, muchos provenimos de lugares como el Teatro San Martín, el Cervantes, pero de golpe cuando uno tiene la oportunidad de ser un poco más popular salen las comedias, sale Mar del Plata. -¿Cómo surgió la integración de Emilia al elenco? -Fue un encuentro en un canal de televisión, yo tenía muchas ganas que hiciera El último de los amantes ardientes conmigo porque la admiro, me parece una estupenda actriz, y nos llevamos muy bien trabajando juntos. Realmente la quiero como compañera y como actriz. Además ella estaba haciendo unos pasos de comedia muy interesantes en Por ese palpitar, con personajes realmente desopilantes como un travesti que compuso en uno de los últimos capítulos. Creo que el género no la va a sorprender porque de algún modo está preparada para esto. -En los hechos la incorporaste vos. -Yo me acerqué con toda humildad, tal vez pensando que me iba a decir que no, y se entusiasmó mucho porque tenía interés en hacer comedia y entonces la llamó Nito y por suerte arregló. Para mí es un honor tenerla como compañera. -¿En qué se parece, desde la perspectiva del actor, trabajar en una obra en el Teatro San Martín y hacer una comedia en Mar del Plata? -Creo que tienen todo en común y nada de distinto. El ritual del escenario es igual, el trabajo y las ganas que la puesta vaya bien es la misma, la dignidad, el amor y el respeto son los mismos. Es siempre la posibilidad para el actor de hacer algo distinto. -¿Cómo te sentís haciendo géneros populares en relación al actor que se inició en el San Martín o haciendo La muerte de un viajante, de Arthur Miller? -Yo no cambié y soy el mismo actor haciendo Miller, Los Benvenuto o Rompeportones. Creo que un buen actor puede hacer comedia o drama aunque es cierto que no volví a hacer papeles dramáticos desde que me hice popular en televisión. -¿Cuál es la expectativa y la exigencia del público, en particular en el verano? -Lo normal es que la persona que paga una entrada, se sienta, está dispuesta y tiene ganas de ver lo que se le ofrece con una actitud positiva. El público nos va ver como un chico que le están abriendo un regalo y comparte los códigos con alegría. Cuando en el teatro el actor propone vamos a escalar esa montaña la gente entra en el juego y también inventa la montaña junto al actor. Esto es lo maravilloso. En cambio en el cine, tenés que poner una montaña de verdad porque de lo contrario no funciona. -¿Cómo imaginás la temporada de verano que ya comienza? -Siempre trato de centrarme en hacer un buen trabajo, en manejar bien el escenario. Después se piensa en la sala, en la respuesta de la gente. En este oficio si pensás primero en sala antes que en el escenario estás perdido. -¿Tu trabajo en Mar de fondo, como conductor-humorista, es un gran aporte a tu popularidad? -No diría que tanto, lo tomo como una posibilidad. A mí me pasa que no tengo prejuicios en esta profesión, me gusta hacer televisión, conducción, teatro, lo que vaya surgiendo. Nunca me di una estrategia de decir hago este trabajo y este no porque no me va a convenir para mí carrera. Voy sumando experiencias y aprendizajes. En cuanto a Mar de fondo, lo que más valoro es el hecho de ejercer como un libre albedrío, de decir en cada momento lo que me surge, como un juego a la espontaneidad total, sin ningún libreto. Con la única precaución que sea gracioso y no ofenda a nadie. -En Televisión Registrada, actuás otro tipo de conductor, aunque también con el humor como base. -Con Morgado la verdad es que nos va muy bien porque recibimos los mejores comentarios, las mejores críticas. El programa ganó un cierto prestigio y se distingue por eso. -¿Por qué crees que la televisión se parodia a sí misma? -Porque a la gente le gusta, funciona como una sinopsis de todos los programas, la parte más destacada, más rica de lo que se puso al aire durante la semana. El protagonismo principal en Televisión Registrada es el tape. - ¿Cómo está tu vida cotidiana, con trabajos variados y viviendo en un country, lejos de la ciudad? -Es tranquila, sobre todo el tiempo que estoy en casa. Con mi mujer estábamos acostumbrados a los departamentos, pero hace un par de años hice una temporada en Mar del Plata, vivimos en una casa y nos gustó la experiencia, así que al tiempo nos hicimos una para vivir de manera permanente. -¿Un barrio cerrado es un buen lugar para un famoso? -Sí, más que nada por la seguridad. Además los vecinos son buena gente y se da una integración que es bien distinta a la de los edificios del centro. -El primer trabajo televisivo que te hizo muy popular, con el que ganaste un Martín Fierro, fue un personaje gay en La familia Benvenuto, ¿te costó irte desprendiendo de cierto encasillamiento ? -Ningún papel por más importante que sea, debería etiquetar a un actor. En mi opinión es el medio teatral, las producciones, las que suelen encasillar a los actores, provocándoles serias dificultades en sus carreras. En mi caso es verdad que hubo un tiempo que me ofrecían sólo papeles de gay y me costó salir de ese lugar. -Tu papá (Beto Gianola) fue actor, ¿cómo viviste de chico el clima de una casa de artistas? -Esta profesión está unida al éxito, a la gloria y a las angustias por no tener trabajo. Cuando tenía siete años, lo recuerdo perfectamente, mi viejo se compró su primer departamento pero a los pocos días se quedó sin trabajo porque la tira donde estaba no tenía rating suficiente. Eso duró seis meses y tuvo que vender el auto para que podamos sobrevivir. Después lo llamaron del nueve para una novela que se llamó El circo de la luna y salió corriendo a firmar; casi simultáneamente lo llamaron del trece para un gran éxito que se llamó Nino, que estuvo tres años en el aire. Pero ya era tarde, le había dicho que sí al nueve, con tal mala suerte que El circo de la luna duró solo tres meses. Esta historia real me gusta contarla, porque creo que expresa claramente como son las cosas con esta profesión. -Vos eras muy chico cuando tu papá murió, ¿fueron muy duros los comienzos? -A los 18 años prácticamente me tuve que hacer cargo de la familia. Salí a trabajar en un taxi con una licencia de conducir profesional trucha. No conocía las calles. Te imaginás meterte de golpe en ese ambiente, fue muy duro. Igual no me quejo porque la vida me dio todo, una familia hermosa, trabajo. Lo único que hubiera querido es tener a mis padres más tiempo y cumplir el sueño de subirme a un escenario con mi viejo.
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