Omar Bravo
El problema de la Argentina no pasa por la variable macroeconómica sino por una política absolutamente errática, sin rumbo definido, medidas desacertadas que profundizan la recesión y, además, dentro de un marco de profunda crisis política que cada día es más grave, dispara sin anestesia el senador justicialista Jorge Yoma a manera de definición de los primeros doce meses de gobierno de la Alianza, aunque el tiro no da de lleno en el presidente Fernando de la Rúa, sino en Carlos Alvarez y Raúl Alfonsín, a quienes responsabilizó de restarle credibilidad y erosionar su mando. El riojano hace gala de su filoso discurso y mete el estiletazo final cuando, hablando de las posibilidades del PJ en el 2003 acicatea: Después de esta siesta radical, vamos a tener que retomar la conducción del Estado. -El presidente Fernando de la Rúa ha dicho que con el blindaje financiero, más los cambios en la coyuntura internacional, el 2001 será un año espectacular para Argentina. ¿Qué opina? -Si el gobierno sigue con ese rumbo errático que está llevando desde hace un año y no es capaz de superar la crisis política que padece la coalición gobernante, que más que coalición parece una colisión, en tres o cuatro meses el blindaje va estar absolutamente perforado, no va a quedar nada. El problema de la Argentina no pasa por la variable macroeconómica sino por una política absolutamente errática, sin rumbo definido, medidas desacertadas que profundizan la recesión y además, dentro de un marco de profunda crisis política que cada día es más grave. Ahora la aparición de Chacho Alvarez mandando cartitas al presidente, programas alternativos, obviamente no lo dejan muy bien parado ni al presidente ni a su gobierno. Hay un problema serio de conducción política del Estado. Esto es lo que tiene que superar De la Rúa para mejorar las perspectivas. Si no hay crecimiento en la economía, en cuatro o cinco meses vamos a estar pidiendo otra vez el salvavidas al Fondo Monetario. -Usted fue colega del presidente en su época de senador nacional. ¿Qué valoración hace respecto de lo que se entiende como falta de liderazgo de De la Rúa? -Creo que es un hombre de una gran honestidad personal y de muy buenas intenciones. Fue un gran parlamentario. Lo que no sé es si el estilo de él se adapta a un país en crisis o requiere de una conducción más férrea, más firme. O en estado deliberativo permanente como es hoy el conglomerado de dirigentes que es la Alianza. A favor de De la Rúa, y tratando de ser comprensivo con el presidente, yo le anoto que tiene a su lado dos hombres que trabajan día a día para restarle credibilidad y erosionar su mando: Alfonsín, Chacho Alvarez, quienes día a día están impulsando debates, deliberaciones, polémicas, conflictos, le ponen y le sacan funcionarios, alimentan rumores sobre crisis. Esto hace que el presidente tenga que estar luchando contra su propio estilo que es más bien de tipo parlamentario, pero particularmente debe luchar contra los que, en sus cercanías, erosionan su propio mando. -Enrique Zuleta sostiene que a la Alianza la une la elección y la separa la gestión. Precisamente el 2001 es un año electoral, una especialidad de Alvarez. -No, no. Después de un año desastroso de experiencia de gobierno de De la Rúa-Alvarez, yo creo que al presidente precisamente lo que no le hace falta es el protagonismo de Alvarez. O el de Alfonsín. Al contrario, sólo le traen problemas. Para mantenerlos con la boca cerrada tiene que darles ministerios, secretarías de estado, espacios de poder. Le cuesta muy caro mantenerlos a los dos con la boca cerrada. Esto es lo que le lleva el 80 o el 90 por ciento del tiempo a De la Rúa: responder a los debates que le plantean Alvarez y Alfonsín. Además, en el tema concreto de las elecciones, a este paso no hay ninguna duda que la Alianza va a tener un revés electoral muy duro. -En el Senado, la causa de sobornos parece que va a vía muerta. Queda una Cámara sin Melgarejo pero con Cantarero y Massat. ¿No teme un castigo para el PJ? -Primero, el PJ no tiene por qué ser responsable como partido de la conducta individual de cada uno de sus miembros, eso incluye a Massat, a Cantarero y cualquier dirigente de actuación pública. De ninguna manera esto compromete al conjunto del peronismo ni al Senado como poder independiente del Estado. Segundo, sí creo que una renuncia, una licencia, son temas voluntarios, de ninguna manera facultativos del cuerpo para aceptar o rechazar. Con ese criterio nosotros tendríamos que haberle rechazado la renuncia a Alvarez, que no tenía por qué abandonar su puesto. El Congreso se la aceptó porque fue un acto voluntario. Las causas penales están en manos de la Justicia. En el caso de Massat, él deberá explicar a su partido por qué primero renunció y después nos pidió que no se la aceptáramos. Cuando él renunció yo era partidario de aceptarla. Actué igual cuando cambió de opinión. Lo otro es la causa judicial. -La última del PJ nacional. La prensa dice que usted intervino en la distensión acordada entre Carlos Menem y Ruckauf. -No, para nada. Sigo teniendo por Carlos Menem el mismo respeto y afecto personal de siempre. También tengo una gran relación política y personal de muchos años con Carlos Ruckauf, de ninguna manera podría mediar entre estos dos grandes hombres del peronismo. -¿Cree que Menem y Ruckauf ya se van perfilando como los dos grandes polos internos dentro del PJ que disputarán la candidatura para el 2003 o las otras figuras tienen las mismas posibilidades? -Yo no menospreciaría las posibilidades de Reutemann y De la Sota. Faltan todavía tres años, que es un tiempo que alcanza y sobra para construir un proyecto político nacional, más si hablamos de hombres de prestigio como De la Sota, Reutemann, Ruckauf. No está nada definido, si bien es cierto las encuestas le están dando preponderancia a Ruckauf. Pero por otra parte, el peronismo está encontrando el punto de equilibrio y de convivencia imprescindible para volver a ser la alternativa de poder en la Argentina. Si el peronismo no encuentra ese equilibrio y esa convivencia entre sus principales dirigentes le haría una gravísimo daño al país, porque no hay ninguna duda de que el próximo turno, a partir del 2003, va a ver nuevamente al peronismo en el poder. Entonces, los grandes dirigentes como Ruckauf, Menem, Reutemann, De la Sota, tienen la obligación con el país de encontrar un espíritu de convivencia. Porque reitero, después de esta siesta radical, vamos a tener que retomar la conducción del Estado.
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