En los túneles del Centro Cultural Parque de España, Mele Bruniard despliega todo un alfabeto de signos, símbolos y palabras con la que construyó su obra gráfica durante más de cuarenta años.
La artista, nacida en Reconquista, pero que desde los doce años vive en Rosario, decidió mostrar en su Antología gráfica (1954-2000) una importante selección de obras (la mayoría son xilografías -grabados en madera-) donde se mezclan el sentido estético con los mensajes. Se trata, de un universo fantástico, que desde hace años atrapó al público por su contundencia.
Animar a los soles, lunas y vegetales, y humanizar a los animales es parte de esta estrategia discursiva, que la artista suele conjugar con palabras, que sin embargo no remiten a significados precisos. Es que, Mele prioriza lo visual y por eso las mismas letras se deforman y se combinan de manera singular en las imágenes. Aun así, existe la certeza de una narración, que está escondida en las palabras, muchas de las cuales pertenecen a otras lenguas o son simples neologismos inventados por la artista.
Penetrar en el mundo de Mele resulta difícil, pero contradictoriamente la artista parece poner todo a la vista a través de este hacer imágenes que rozan lo ingenuo, como si simplemente jugara con las gubias y la madera.
Una artista premiada
Este año Mele Bruniard recibió el importante premio Trabuco de la Academia Nacional de Bellas Artes en la especialidad grabado, que representó el broche de oro a su extensa trayectoria.
A lo largo de su actividad artística iniciada en los 50, la artista obtuvo numerosos e importantes reconocimientos. Algunos de ellos son los correspondientes a los salones IX y XII del Museo Provincial Rosa Galisteo de Rodríguez, el del XLII Salón Anual de Rosario y el premio único para boceto mural, que finalmente fue emplazado en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia, donde actualmente se puede visitar.
Entre otras distinciones, también se destacan la otorgada por la Fundación Astengo en 1993 por su labor en la ciudad, la del teatro El Círculo en 1997 por ser una rosarina sobresaliente y la de la Fundación Reconocimiento a una actitud de vida que le fue entregada el año pasado.