Santa Fe. - Un trabajo de investigación científica que llevó más de cuatro años, avalado por la Universidad Nacional del Litoral, comprueba la existencia de un elevado índice de malformaciones congénitas y abortos espontáneos en Esperanza, producto de un conjunto de hechos adversos entre los que se encuentra la contaminación ambiental. En una primera etapa del estudio, se llegó a la conclusión de que el problema existe, se comprobó que tiene asidero. A partir de ahora, habrá que estudiar el por qué.
El trabajo se realizó con el aporte de profesionales, padres e instituciones bajo la conducción de Elisa Katzam, jefa del departamento de Toxicología del Hospital Cullen de Santa Fe. Se trata de un estudio de vigilancia sobre epidemiología de malformaciones congénitas y abarca tres niveles o etapas, inspirado en parámetros de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Instituto de Enfermedades Congénitas Internacional. Su objetivo: dar respuesta a un rumor que parte de la comunidad misma.
Durante el proceso se realizó un relevamiento para verificar si el rumor justifica el paso a un estudio más profundo, que sería una segunda fase. Hasta ahora se ha constatado la existencia de una base real de determinadas enfermedades en número preocupante. A partir de ello se comenzará con la segunda etapa, en la cual se avanzará sobre las causas.
El informe fue dado a conocer días atrás en la Sociedad Médica de Esperanza, en una jornada que contó con la participación de la doctora Katzan y de otra gente que participó del trabajo como padres, médicos, chicos discapacitados y docentes.
Durante la presentación se remarcó el trabajo realizado en lo que hace a la verificación continua de datos, la búsqueda de voluntarios y otros pormenores que dan una pauta del informe avalado por la UNL.
Cifras alarmantes
Al hablar de cifras sobre las malformaciones detectadas, se puede advertir que su número es francamente alarmante ya que, si se comparan las tasas que la OMS admite como tolerables o normales, éstas se encuentran muy por debajo de las halladas en Esperanza.
Se pueden mencionar en ese sentido algunos ejemplos como en el caso del mielomeningoceli (malformación medular que determina que un chico nazca con dificultades motrices como no poder pararse o caminar), para la cual la OMS establece una tasa de 2,2 por cada 10.000 nacimientos. Pero en Esperanza se detectaron 74 cada 10.000 nacimientos.
Las anomalías y defectos congénitos que más llamaron la atención de los médicos y educadores son las siguientes: afasia, agenesia total de radio y pulgar de mano y brazo izquierdo, atraso mental, atrofia cerebral, autismo, hemiparesia, hidrocefalia, hipotiroidismo, lesiones cerebrales, retraso mental profundo, síndrome de Down y tetralogía de Faillot.
Sobre este trabajo se realizaron 102 encuestas y se efectuó el tamizaje de las mismas atendiendo a las condiciones impuestas. Como casos se aceptaron 76 y 8 encuestas fueron halladas incompletas o con datos confusos. Se detectaron 11 nuevos grupos familiares comprendidos entre el período 1980-1997 con presuntos hijos con malformaciones.
Durante la exposición realizada por la doctora Katzam, hubo un juicio crítico por la falta de control sanitario y los médicos de la localidad que no alertaron a las autoridades relacionadas con la salud. También se objetó la falta de estudios estadísticos sobre abortos o pérdidas fetales tempranas.