Jerusalén.- El líder palestino, Yasser Arafat, sabe que si el derechista Benjamín Netanyahu se convierte nuevamente en primer ministro de Israel las posibilidades de lograr un acuerdo de paz son prácticamente inexistentes. Por eso Arafat mantuvo conversaciones durante la noche del jueves al viernes con el canciller israelí, Shlomo Ben Ami, cuyos resultados parecen inciertos, a raíz de que se mantiene la violencia iniciada el pasado 28 de septiembre, con más de 300 muertos. Durante el encuentro fue analizado el espinoso tema del estatuto de Jerusalén, principal causa del fracaso de la cumbre de Camp David, realizada a fines de julio pasado.
Según la prensa europea, Ben Ami ofreció al presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) la posibilidad de mostrarse más flexible en cuanto a este tema y al problema de los asentamientos judíos, a cambio de postergar la discusión sobre el retorno de los refugiados palestinos.
Pese a que no se aguardan grandes esperanzas de reactivar el proceso de paz de Oslo, de 1993, paralizado desde hace más de tres meses, el gobierno estadounidense espera tener a Arafat y al primer ministro israelí, Ehud Barak, sentados nuevamente a una mesa de negociaciones, la próxima semana en Washington. Sería un buen final para la administración del presidente demócrata Bill Clinton, quien el 12 de enero abandonará la Casa Blanca.
La ilusión de Barak y Arafat es lograr un acuerdo de paz antes del 6 de febrero, cuando los israelíes concurrirán a elecciones para elegir a primer ministro, aunque existe la posibilidad de que el Parlamento se disuelva y haya también comicios generales, lo que retrasaría la fecha un mes más. Esto último es vital para que el ex primer ministro Netanyahu se presente por el bloque de derecha Likud. Con la actual composición del Parlamento es imposible gobernar, declaró el jueves Netanyahu a la televisión estatal israelí. Según algunas encuestas, el ex primer ministro obtendría el 50 por ciento de los votos frente al 31 por ciento de Barak.
A la medida del Likud
El Parlamento israelí debe votar la semana próxima un proyecto de ley hecho a la medida de Netanyahu, para que, sin ser diputado, pueda presentarse como candidato a primer ministro en las próximas elecciones especiales. Más allá del temido regreso de Netanyahu, hay otros peligros que acechan a los palestinos.
Para el escritor Dan Schueftan, del Centro de Investigación Nacional de la Universidad de Haifa, de Israel, el gobierno israelí parece moverse hacia una unilateral separación de los territorios palestinos. Lo esencial de la separación descansa sobre dos pilares. Primero la construcción de una barrera física paralela de la que existe entre Israel y Jordania, que no permitiría ningún movimiento de israelíes y palestinos hacia el área de cada uno de ellos, sin un pasaporte o una visa válida, dice Schueftan en un artículo en The Washington Post.
El segundo punto es reducir la fuerza laboral de los palestinos en Israel. Un gradual proceso permitiría a los palestinos usar los fondos de la comunidad árabe y donaciones de otros países para crear empleos en su propio Estado, agrega Schueftan, en una nota titulada La unilateral separación es para Israel la mejor oportunidad para la paz.
Según este autor, la línea de separación asignaría a los palestinos la vasta mayoría de la ribera oeste, la franja de Gaza y los barrios árabes en Jerusalén Este, dejando sólo una pequeña área para incorporar mejores colonias. Esto robustecería la defensa del valle del Jordan ante una eventual invasión desde el Este (Jordania).
Si el renunciante Barak logra algún tipo de acuerdo de paz con Arafat, las posibilidades del primero de ganar las elecciones de febrero se acrecentarán notoriamente. Aunque no queda claro si Barak podrá derrotar la arremetida de Netanyahu, quien advirtió que si gana los comicios no se vería comprometido a firmar ningún documento con los palestinos.