Año CXXXIV
 Nº 48971
Rosario,
domingo  17 de
diciembre de 2000
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Hay cada vez más morosos. Sólo el 20% de los vecinos paga al día 5
Crecen las demandas por las expensas impagas: 1.200 causas en un año y medio
La crisis de la clase media golpea duro a los 4.000 consorcios de los edificios que existen en Rosario

Daniel Leñini

La creciente morosidad en el pago de las expensas en los edificios se ha convertido en un dolor de cabeza para muchos propietarios y consorcistas, y repercute cada vez con más fuerza en la Justicia. En sólo un año y medio, los dos juzgados de ejecución donde recaen todas las demandas de hasta 2.250 pesos acumularon 1.200 reclamos de consorcios contra propietarios que no abonaron los gastos centrales, los que se suman a otros 3.000 expedientes de años anteriores.
Si se acepta un promedio de 1.500 pesos por cada causa habría en danza, nada más que en Tribunales, de dos a seis millones de pesos por incumplimiento de gastos centrales de departamentos y cocheras, sin incluir los montos que deriven de intereses, costas y honorarios de abogados y martilleros en los procesos que culminen en remate.
Las expensas representan hoy un nuevo problema para una amplia franja de la clase media, coinciden los sectores involucrados, sean propietarios o administradores. Según un estudio privado, en noviembre pasado el índice de mora en los 4 mil edificios de Rosario orilló el 30 por ciento; sólo el 20 por ciento de los propietarios pagó antes del día 5. Es decir que el 50 por ciento restante abonó entre el 6 y el 30 del mes.
Alrededor de 300 mil rosarinos viven o trabajan en edificios (esto es, del 30 al 35 por ciento de la población), y lo que sucede en los consorcios refleja de alguna manera los problemas de los sectores medios.
Jorge Kaial, director de un equipo que administra de 40 edificios, afirmó: Ahora los propietarios no se andan con vueltas y piden con énfasis que se reduzcan las expensas; antes pagaban sin mirar las liquidaciones pero hoy revisan los resúmenes que manda la administración. Está bien, porque eso promueve el control y evita abusos.

El precio de los gastos centrales
Dejando de lado las grandes torres -que cuentan con más ascensores y porteros en todos los turnos- los gastos centrales para departamentos tipo de dos dormitorios suelen estar en 60 pesos, y varían de 70 a 90 en los de tres.
Cuatro facturas representan para los consorcios la carga más pesada: la energía (ascensores y palieres), de 500 a 1.500 pesos; la vigilancia privada, que manda a las nubes las expensas (una guardia de 8 horas por día y 24 los fines de semana, entre 1.000 y 1.300 pesos); el mantenimiento de ascensores que reglamenta la nueva ordenanza (10 pesos mensuales por piso por cada ascensor, es decir, 240 pesos en la mayoría de los edificios con dos elevadores; a lo que hay que sumar el gasto por reemplazo de las puertas tijera antiguas por las plegadas en chapa, tal cual manda la norma).
Y por último, entre las cargas, figuran los sueldos y leyes sociales de los porteros que llevan otros gastos ocultos, producidos por las vacaciones, enfermedades, accidentes y aguinaldos. Por esto, las empresas de limpieza resultan elegidas cada vez más por los consorcios y están reemplazando a los porteros con una velocidad asombrosa.
Kaial expresó su convencimiento de que siempre es preferible un arreglo con los morosos en vez de la demanda en Tribunales, a la cual hay que llegar cuando no queda otro remedio o una vez que el propietario arrastre casi un año impago y supere los mil pesos.
Otra administradora, Ana María Yanescko, a cargo de diez edificios, planteó: Hay que decirle a la gente que los morosos afectan y perjudican de manera directa a los cumplidores, pues no queda otro remedio que retirar dinero del fondo de reserva o aumentar las expensas; de algún lado hay que sacar la plata.
Pero Yanescko observó: Si bien hay muchos problemas de gente que perdió el empleo o fundió su negocio, mi experiencia me indica otra cosa: que los deudores crónicos van a serlo toda la vida, aun gozando de una fortuna entre sus manos. Sé que hasta que no les mando el abogado no pagan.
Y en la vereda de enfrente están los otros -continuó-, con los que hablo todos los días: los jubilados que ganan la mínima y que pagan las expensas al día. Primero pagan la factura y después ven cómo van a comer o de qué se tendrán que privar. Como en tantos órdenes de la vida, el pago de los impuestos es una cuestión de instrucción, de educación.



Casi 300 mil rosarinos viven o trabajan en edificios.
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