Winnie Pooh, uno de los íconos culturales del mundo infantil, no volverá a ser el mismo después del análisis al que lo sometieron un equipo de pediatras canadienses. Para sorpresa de los padres el estudio reveló que las aparentemente inocuas aventuras del osito y sus amigos encierran un problemático mundo psicológico digno de una pesadilla.
El relevamiento determinó que el osito sufre hiperactividad y falta de atención, es obsesivamente compulsivo, tiene tendencia a la obesidad y además podría desarrollar en el futuro el síndrome de Tourette, un trastorno neurológico que se caracteriza por tics y movimientos involuntarios, rápidos y repetidos, por lo que los médicos recomendaron que sea tratado con un medicamento llamado Ritalin.
Su compañero inseparable, el burrito Pigón, no sale mejor parado. Sufre una constante depresión a consecuencia de la amputación traumática de la cola, por lo que los doctores de la Universidad Dalhousie de Halifax recomiendan terapia y unas buenas dosis de Prozac.
El simpático cerdo Puerquito padece ansiedad generalizada fácilmente observable, dicen los doctores, por su propensión a ruborizarse y a balbucear. Solución: Paroxetine, un medicamento para combatir la sensación de pánico.
No se salva nadie
Finalmente, el muchachito Christopher Robin se enfrenta a una crisis de
Un destino sombrío
Ahí se quedó para siempre Winnie, como lo llamaban afectuosamente los cuidadores del zoo, y ahí lo descubrió en 1924 la familia Milne: el padre, Alan Alexander, la madre, Daphne Milne, y el joven Christopher Robin, que había nacido en 1920.
La visita al zoo proporcionó al escritor londinense la base para su mundo infantil imaginario, que durante otra guerra, la Segunda Mundial, se convirtió en un clásico y a partir de 1962 fue popularizado en todo el mundo por Walt Disney.
Hemos realizado una exhaustiva revisión de las obras de Alan Alexander Milne y ofrecemos nuestras conclusiones sobre los habitantes del Bosque de los Cien Acres con la esperanza de que nuestras observaciones ayudarán a la comunidad médica a comprender que hay un lado oscuro en este mundo, escriben los pediatras canadienses.
El análisis en el que, como dirían los antiguos, no queda títere con cabeza causó estupor entre los padres canadienses que se sorprendieron ante las oscuras motivaciones del personaje y temieron por los efectos que podría tener en sus hijos.
La Ciudad
