Año CXXXIV
 Nº 48.970
Rosario,
sábado  16 de
diciembre de 2000
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Malestar en Italia por la visita de Haider al Vaticano
El ultraderechista austríaco se reunirá hoy con el Papa. Judíos y grupos de izquierda planean protestas

Roma. - Fuertes medidas de seguridad fueron desplegadas ayer en la plaza de San Pedro de Roma, ante la polémica visita del líder ultraderechista austríaco Joerg Haider, informó la televisión italiana. Cientos de agentes de policía tomaron posición alrededor de la plaza, debido a la amenaza de protestas y altercados realizada por grupos autónomos de izquierdas. Se inspeccionaron además todos los coches y las papeleras de la zona en busca de objetos sospechosos. La televisión informó que grupos de izquierdas pretenden paralizar Roma.
Se espera que Haider, líder del xenófobo Partido Liberal de Austria (FPO), acuda mañana al Vaticano para la tradicional entrega de un árbol de Navidad para la plaza de San Pedro. El político austríaco encabeza una delegación de la Estado Federado de Carintia, de la que es gobernador. Está previsto que su audiencia con el Papa dure media hora, señaló el diario romano Il Messaggero.

Arbol de la discordia
Durante la visita se encenderán las luces del abeto, de 33 metros de altura, que ya ha sido instalado y está siendo custodiado 24 horas al día. En Italia este árbol de Navidad recibe el nombre de árbol de la discordia.
Comerciantes judíos de la capital italiana tienen previsto apagar las luces de sus tiendas como medida de protesta por la visita, anunció Leone Paserman, presidente de la Comunidad Judía de Roma, tras una marcha con antorchas hasta la Colina del Capitolio. Tres mil personas participaron en la procesión, incluidas decenas de políticos del gobierno de centro-izquierda, personalidades sindicales y representantes de organizaciones judías.
Haider causó revuelo en Italia con declaraciones formuladas en vísperas de su visita, en las que calificaba de excesivamente flexible la política italiana hacia los inmigrantes. Las afirmaciones del líder ultraderechista austríaco fueron rechazadas enérgicamente por el presidente italiano, Carlo Azeglio Ciampi, y el gobierno de Roma envió una nota de protesta al canciller austríaco, el conservador Wolfgang Schuessel.


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