Año CXXXIV
 Nº 48.970
Rosario,
sábado  16 de
diciembre de 2000
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El fantasma de Cavallo se desplaza

Isidoro Gilbert

Un fantasma recorre por los pliegues del poder. Se llama Domingo Cavallo y promete hacer crecer de golpe si sus ideas y su humanidad son aceptadas en el gobierno de la Alianza. De él habla con aspereza Raúl Alfonsin, con asepsia Chacho Alvarez y hasta se dice que Carlos Menem se lo sugirió a Fernando de la Rúa, a quien la idea podría no desagradarle.
Al presidente se lo advierten: Cavallo viene por vos y no por (José Luis) Machinea, no te tientes. Pero, una vez más, la duda le carcome el alma. No casualmente la embestida llegó con el blindaje, ese respiro que prometen los gobernantes para intentar salir de la meseta de la depresión pero que es un sendero con bifurcaciones. Son 30.000 millones de dólares logrados por Machinea con una coalición cachuza, antes del incendio del default y cuando no se sabía quien iba a habitar la Casa Blanca. ¿Por qué cambiarlo ahora que hizo lo más duro?, preguntan en el equipo económico donde reclaman para su conductor la oportunidad de ver crecer la economía para abril.
Pero, si así no ocurre ¿cómo hacer para remontar la caída de la popularidad del gobierno a cinco meses del comicio? De allí las vacilaciones presidenciales: cambiar ahora o aguardar.
El blindaje alivia porque nadie aguardará una cesación de pagos en el 2001 pero mientras hay quien supone que la mano invisible del mercado hará lo suyo, otros, como Chacho, sostienen que es la hora de poner en marcha un modelo de crecimiento con nuevos instrumentos. En este ruido se produce su regreso con propuestas que pueden ser el engarce para que el ex binomio encuentre un espacio común que haga posible la vida de la coalición, siempre que consigan sintonizar y más allá de las palabras altisonantes que repiten.
Alvarez precisa lo suyo: no es un ultimátum para justificar su vuelta al llano, sino ideas a confrontar con otras que pueden ser mejores o peores. Lo que no se puede es continuar con el fiscalismo, desconocer la impopularidad de la Alianza y perder el tiempo, ese elemento no renovable, para la vida y la política. La imagen positiva presidencial -como constata Hugo Haime, el encuestador estrella de Carlos Ruckauf- es apenas del 8%: ¿es posible revertirla? Chacho parece transmitir que si se toman las medidas aconsejadas, será posible.
El presidente recién comienza a comprender su deterioro. Los silbidos que recibió cuando fue a inaugurar el mundial de golf, lo dejaron preocupado. Cuentan que allí Menem le aconsejó que no dudara en llevar a Cavallo, lo que no dejó de asombrarlo. Alguien lo puso en autos: el ex mandatario, que sigue con los mismos rencores con el papá de la convertibilidad, teme que un mayor deterioro de De la Rúa vuelva a crear ese ominoso escenario de un anticipo de las elecciones presidenciales, para las que ni ningún peronista está preparado.

Cuando De la Rúa desconcierta
Los ejemplos de bronca se repiten. Empresarios, ya no los piqueteros, amenazaron con cortar la ruta Panamericana, o el caso donde dos secretarios de Estado debieron dejar una comida de la Cámara Argentina de Entidades Empresarias (Came) cuando los comensales comenzaron a practicar el pan francés, o sea, abuchear haciendo golpear los cubiertos sobre copas y platos, enfurecidos por la falta de respuestas a sus problemas.
Por eso desorienta a los suyos cuando el martes último De la Rúa dedicó casi cinco horas para atender a los Granaderos, porque asumía su nuevo titular, el coronel Roberto Fonseca, una ceremonia a la que nunca concurre un presidente. No fue para inaugurar una modalidad, ni siquiera a testear el estado de ánimo castrense por sus bajas remuneraciones, sino -comentan testigos uniformados- para ir a distenderse en medio de la disputa en la Cámara baja por las reformas al Presupuesto nacional.
La tentación fue pensar que se habló sobre el problema anual de ascensos cuando los pliegos incluyen a oficiales cuestionados por violaciones a los derechos humanos. Pero no es así. El presidente paga un fuerte costo cuando avala el pedido del Ejército que incluye a carapintadas y supuestos ex represores. En la comisión de Acuerdos se cree que al menos tres nombres de los 200 pliegos elevados van a quedar encajonados. Así le ocurrió a dos el año pasado: al teniente coronel Burlando y al coronel Villanueva, que no pasaron el peine fino del Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels). El respetado Cels sólo entregó una parte de sus datos pero hay otro caso litigioso en la Armada y que presentará la secretaria de Derechos Humanos, Diana Conti. En las organizaciones humanitarias creen que apoyar el ascenso de oficiales cuestionados forma parte de un plan: contar con los militares para enfrentar la conflictividad social, hipótesis que niegan en Defensa: Nadie como López Murphy ha ajustado tanto a los militares; aceptar sus pliegos de promociones es un acto de equilibrio y además los tiempos han cambiado, replica un hombre de ese ministerio. Desde ópticas diferentes en Defensa y en Justicia se sigue la huelga de hambre de los presos de La Tablada: los militares no quieren que intervenga el Ejecutivo pero los sectores políticos temen que una muerte de los tres que ya están muy graves, derive en un escándalo mundial.
Hay más desorientaciones. Hubo una extraña negociación entre el senador Jorge Yoma y De la Rúa para darle forma al famoso artículo 18 del Presupuesto que con redacción ambigua y sin fuerza condicionante promete que si hay ahorros se comenzaría a devolverle a los empleados públicos parte del 12% que se les podó para mejorar las cuentas fiscales. El legislador riojano jura que el presidente no le rechazó su idea, una picardía para su prestigio, pero que descolocó a los senadores de la UCR que, ignorantes del trato, votaron en contra. La Alianza en la Cámara baja se sumó a la idea, tanto porque vio como inocuo el compromiso o porque algunos, como el titular de diputados, Rafael Pascual, estaba enterado del trato. El texto enfureció a Machinea, que con escasa cintura anticipó un veto acaso improbable y al jefe del Gabinete, Chrystian Colombo, lo devaluó en menos que un pestañar.
Como siempre el presidente se recuesta en su hijo Antonio, un derecho aunque amarga que no frene sus veleidades. Acaso para impresionar a su novia Shakira, el joven pidió prestado a un empresario menemista su yate y la paseó hasta Carmelo (Uruguay). Se alojaron en el spaa del magnate saudita Gaith Pharaón, que fue acusado en los EEUU como lavador de dólares.

Una obsesión llamada Cavallo
Alvarez, más allá de las formalidades de las personas civilizadas, duda en la intimidad que De la Rúa aproveche la tregua que ofrece el blindaje, operación de la que todos se agarran para soñar que el 2001 será diferente, pensando que es un regalo mágico que permitirá el despegue, aunque sea a cuentagotas: el piso de la recesión ha sido tocado. Pragmático, no dudaría en ponerlo a Cavallo al frente de un Ministerio para las Inversiones y la Producción, dejando para otro cuidar las cuentas y los mercados, lo que no dejaría afuera a José Luis Machinea si De la Rúa acepta crear una nueva cartera. Pero no dirá esta boca es mía para proponerlo o vetarlo.
Hoy, al inaugurar en Paraná la Convención nacional de la UCR, Raúl Alfonsín volverá a marcar la cancha: la frontera de aliados dentro del gobierno es Cavallo, dirá junto a sus críticas al pensamiento único y contará que en un reciente seminario en Washington escuchó de hombres del BID que ha entrado en crisis el enfoque fiscalista de la economía; un viento a favor, cree, para poder tener un mayor margen de acción con el blindaje.
Alfonsin cuenta que Ricardo Balbín se ponía muy nervioso ante cada Convención: es que allí van como delegados, en general, personas que no han tenido éxito o fortuna de ser diputado, concejal o funcionario, que encuentran un ámbito para expresar disgustos o esa bronca del partido supuestamente desplazado de cargos de gobierno, que explotan cuando ven que no se desalojó a peronistas de algunos organismos como el Anssés o Migraciones.
El encuentro amenaza ser tenso pero ni Alfonsín ni el anfitrión, Sergio Montiel, sacarán los pies del plato: Harán lo que puedan para jugar que somos progresistas, dice un delegado. Si De la Rúa llega a la conclusión de que encontrará un público poco amigo, no irá a la reunión. Pero encargó al ministro del Interior, Federico Storani, que le escribiera el discurso.
Tanto énfasis sobre Cavallo por parte del liderazgo radical no se basa en simples chismorreo. Alfonsín no suele llevarse por lo que se dice en los mentideros políticos. Dirá que no al ex ministro y redoblará la apuesta por más Alianza: lo sabe de la boca del caballo. Habló con Chacho sobre qué piensa realmente sobre la coalición y salió contento con sus ideas para relanzar al gobierno. Conocedor que en muchas provincias el solo pensar que deberían compartir las listas electorales con un Frepaso pequeño o criticón les provoca mareos el líder radical las defenderá. Pero sabe que no puede contar con el frentista si las campanas llaman para el retorno del ex ministro de Economía.
Hay algo más sutil y cerca del alfonsinismo abren el paraguas. Allí argumentan diferenciar partido, gobierno y Estado, para justificar una eventual asociación entre De la Rúa y Cavallo. El gobierno tiene legitimidad para encontrar soluciones y nosotros, no podemos objetar. Si De la Rúa cree necesario traerlo a Cavallo, se podrían ir ministros radicales, pero nuestros legisladores no lo boicotearán. Pero no es improbable que se conforme un Consejo de Estado, donde se pueda contar con su participación. Allí podrían estar Alfonsín, Alvarez y algún peronista de peso, comentan en la UCR. La propuesta sería inaceptable para Chacho y para Cavallo, un ente sin fuerza.

Chacho es sistémico
El Frente Grande hizo ayer su asamblea interna con sólo los jefes de distritos e invitados, no el Congreso estatutario que escuchó a Chacho su análisis de la situación nacional. La línea es seguir en la Alianza, pero fogonear medidas para despejar del imaginario popular que este gobierno es la continuación del menemismo por otros medios, instalar las diferencias como algo normal, aprovechar el respiro del blindaje para impulsar el crecimiento para que la crisis no se reproduzca mas fieramente en pocos meses. No hubo debate, solamente preguntas sobre todo de la gente del interior que quiere respuestas para posicionarse frente al peronismo. Con todo en el frentismo hay más tensión que en el radicalismo como lo exhibe la actitud de varios legisladores, donde algunos se irán y ya hay alas en formación en distritos importantes.
Con este encuentro interno, Chacho se exhibe como sistémico, que no piensa en abandonar el Frepaso ni la política por el movimientismo anti partido que se le endilga con sus intentos de ampliar sus bases de sustentación por medios no convencionales y atractivos para los independientes.
Las dos asambleas, la radical y la frentista, avisan que llegan tiempos electorales. El blindaje abre expectativas de que el 2001 será mejor pero crecimiento económico no significa mayor equidad y de esto se discutirá en el futuro. Pero aún resta salvar escollos como la reforma previsional que exige el FMI y rechaza un sector de la Alianza y muchos conflictos sociales.



El eventual arribo de Cavallo, una lucha entre radicales y frepasistas.
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