Año CXXXIV
 Nº 48.966
Rosario,
martes  12 de
diciembre de 2000
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La telenovela colombiana se convirtió en el furor de la temporada latinoamericana
"Betty, la fea": El día que la televisión se hartó de las lindas tontas
En la tira protagonizada por Ana María Orozco el eje narrativo pasa por el contraste feo/lindo

Marcelo Camaño

¿Es tan fea Betty como se asegura en la misma telenovela y en los medios de prensa?
¿No resulta un poco exagerado tanta demostración de rechazo frente a una heroína de televisión?
Betty, la fea es la telenovela colombiana que tiene en vilo a todo el público adicto a las tiras del país desde mediados del 99 -lunes a viernes, a las 17, por Canal 5-, y que todavía no piensa detenerse.
Fernando Gaitán, autor de la novela, como de aquella joya que se llamó Café con aroma de mujer, retoma en esta historia la trayectoria de una protagonista femenina que no espera nada de la vida más que resistir en su lugar.
Beatriz Pinzón -protagonizada por Ana María Orozco- fue criada bajo la atenta mirada de su padre, algo autoritario pero bonachón y entrometido, quien, en vano, siempre trató de protegerla de su fealdad. Su madre, más condescendiente entiende que debe ayudar a Betty a construir algunas pequeñas mentiras con las cuales favorecer un poco su vida. Lo increíble es que ambos se sienten responsables de la fealdad de su hija y por esa razón, decidieron no traer más monstruos al mundo. Definitivamente los elementos de la comedia entraron a la telenovela para hacerla más completa.
Su amigo Nicolás, aparentemente tan desagradable físicamente como ella, comprende que las mujeres lindas están lejos, sí, pero que no son imposibles. El mundo de Betty está cubierto de responsabilidades. Sabiendo que su aspecto físico siempre le correría en contra, Betty hizo de su inteligencia su arma de defensa. Betty no es solamente inteligente, sino que lo completa con la astucia, la manera de comportarse, la ironía y sobretodo, el humor que la hace seguir para adelante.
Betty se ríe y sueña con los ojos abiertos. Sueña con que Armando, su jefe, la lleve en su auto hasta su casa y que juntos compartan el gusto por Keith Jarret. Encima Betty tiene buen gusto por la música. Así como la Gaviota de Café... se desarrollaba entre la música popular, cantaba temas clásicos colombianos y despuntaba su vicio por el alcohol, Betty consume cultura alta, sabe de música clásica y del mejor jazz, aunque nada conoce ni comprende de moda. Y es allí donde desarrollará su ascendente carrera profesional: en la industria textil.
Si el tema de la comparación feo/lindo aparece con recurrente entusiasmo en la novela, no queda atrás el viejo dilema del espacio femenino dentro de empresas manejadas por hombres. En Eco Moda, Betty acepta un lúgubre lugar de secretaria del presidente para ir escalando posiciones. En los últimos capítulos ascendió a un virtual puesto de adjunta de presidencia, y con el correr de los capítulos Betty irá por más.
El amor, principal ingrediente, de cualquier telenovela no se desarrolló desde el principio como indica la receta del género. Betty no está preocupada en conquistar a Armando. Está convencida en su carrera dentro de la empresa y conoce a la perfección las diferencias que la separan de su jefe: la belleza es la principal. Si Betty sabe que Armando tiene una novia bonita, no bella. Belleza es otra cosa para Betty. Belleza es el dinero que tienen algunas feas para operarse. Esta frase se repitió en varios de los primeros capítulos de la historia, reforzando la idea que Betty tiene de la vida.
Así las cosas, Betty no se encuentra sola en su carrera al poder. Hay, sobretodo, una bella -no podía ser otra cosa más que rubia- que intentará por todos los medios de ponerle palos en su camino. Esta rubia, la otra secretaria de Armando, servirá de ágil competencia y de oscura autora de intrigas y daños hacia los protagonistas.
A pesar de algunos guiños en la historia, aún no aparece del todo claro el escándalo que la aparición de esta telenovela provocó en la audiencia colombiana y en varios países latinoamericanos. Si incluso la Red O Globo en Brasil se encargó de comprarla para tenerla guardada en un cajón y así estar seguros que ninguna de sus principales competidoras la programaría en lo inmediato.
Con Betty también sucedió el síndrome de la novela que nunca termina. En Colombia como en Brasil, las tiras tienen un proceso natural de nacimiento, crecimiento y muerte. Se producen sabiendo la fecha en que la pareja protagónica será feliz para siempre. En el caso de Betty la fea este paso de producción quedó vedado a raíz del permanente éxito de la tira. Incluso se dice que habrá Betty hasta mediados del 2001.
Betty dejó de ser fea
Por estos días, y en Colombia, Betty dejó de ser fea y se transformó en un ser más acorde a la empresa para la cual trabaja. Aunque la audiencia no está de acuerdo con que se haya convertido, sino que debe continuar igual.
Nada que Betty no pueda resolver con una visita a Fashion Emergency, el ciclo que la señal E Entertainment pone al aire para cambiarle el gusto a los que no van para el mismo lado de la corriente. Entonces si todos los problemas de imagen de Betty pueden ser resueltos, porqué no esperar tranquilos que el acontecimiento se produzca.
Pero Betty es fea porque quiere, porque lo decidió así y porque asumió que es diferente a las demás mujeres. Incluso sus amigas de la empresa autodenominadas El cuartel de las feas no son muy distintas a ella: la que no es petisa, es muy alta, o gorda o... negra. Las feas son todas buenas y las bellas son todas malas. En el medio quedan los hombres que no se dividen ni en bellos ni en feos, porque son los dueños de la elección: si Betty sufre porque es fea, es simplemente porque se lo hacen notar con el desprecio habitual hacia lo que no resulta atractivo. Aquí no hay diferencias de clase ni de estilo social. Los personajes no se dividen por ricos o pobres. Aquí el conflicto aparece con la categorización entre lo bello y lo feo. Todo indica que continuará así hasta que Armando, joven, atlético, emprendedor, inteligente y rodeado de mujeres hermosas, caiga rendido ante la fea Betty. Allí el tema se pondrá álgido, ¿acaso el titular de una empresa que habla de la belleza se fijará en una joven que además de ser fea reniega de su conversión?
La apertura de la novela revisa la historia de Betty y cómo su fealdad se convirtió en su gran compañera de vida. Y otra vez el humor lo mantiene intacto.
Betty se siente discriminada por su apariencia. Se siente dejada de lado, pero tiene la manera para cambiar su historia. Si una pequeña escena de la novela sirve para disparar un pensamiento de reflexión, por mínimo que sea, en función de la no discriminación , la obra de Betty habrá sido comprendida.



Ana María Orozco se disfraza de fea para actuar.
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